El 2 de agosto de 1990, el entonces Presidente del Consejo de Ministros de Italia, Giulio Andreotti, admitió ante el Senado italiano la existencia de una red paramilitar secreta a lo largo de Europa occidental. Coordinada por la OTAN y ayudada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), su objetivo era luchar contra la expansión y consolidación de la izquierda, que se encontraban fortalecida después de la Segunda Guerra Mundial. Su actividad fue especialmente intensa en Italia, dejando un saldo de decenas de muertes, envueltos en la oscuridad y la impunidad. Se le conoce como Operación Gladio.
La Guerra Fría fue un periodo histórico marcado por la lucha entre dos superpotencias mundiales antagonistas, Estados Unidos como líder del mundo capitalista y la Unión Soviética (URSS) como la madre del bloque socialista. Sin embargo, la lucha entre ambas potencias no estalló de manera directa. Cada una de las partes, mediante terceros, intentó arrinconar a la otra, imponiendo su modelo por ahí donde pasaba y compitiendo en todos los ámbitos posibles: economía, ciencia…
En este esfuerzo de arrinconar al otro, Estados Unidos fue especialmente activo: la cantidad de intervenciones directas e indirectas (guerras militares y psicológicas, golpes de Estado, procesos de desestabilización y control etc.) superó ampliamente a las efectuadas por la URSS, provocando miles de muertes y un reguero de sufrimiento y miseria a nivel planetario. Ejemplo de esto es la Operación o Plan Cóndor, en el cual la CIA dirigió y coordinó varios golpes de Estado en América Latina para detener movimientos y gobiernos izquierdistas para sostener dictaduras de extrema derecha durante los años 60 y 70.
Inmediatamente después de que finalizara la Segunda Guerra Mundial, Europa se convirtió en uno de los campos de batalla más importantes. Estados Unidos, bajo la pretensión de detener el avance del comunismo y con la ayuda de diversos grupos (fascistas, ultraderechistas, derechistas, democristianos, etc.), logró instalarse y afianzarse al oeste del bloque oriental.
Sin embargo, en aquellos tiempos, existía una amenaza creíble que plantaba cara a la implementación del modelo capitalista y a la consolidación de la agenda diseñada a 7.000 km de distancia, en Washington: los movimientos comunistas que salieron reforzados de la Segunda Guerra Mundial.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los movimientos comunistas tenían mucho arraigo en algunos países de Europa occidental. Estos eran los casos de Francia, donde llegaron a ser primera fuerza, pero también de Italia, Checoslovaquia, Finlandia e Islandia. Esto se debió, principalmente, a que sus miembros encabezaron los movimientos de resistencia contra el nazismo.
Es en este contexto donde Estados Unidos y los poderes contrarrevolucionarios empezaron su clandestina lucha contra la expansión de la izquierda en suelo europeo y plantaron el germen de lo que a partir de la década de los 60 se conocería como la “Operación Gladio”.
El descubrimiento de la ‘Operación Gladio’
A principios de noviembre de 1990, el por entonces Secretario General de la OTAN Manfred Wörner reconoció ante los embajadores de 16 países aliados que la OTAN coordinaba las acciones de la red secreta conocida como “Gladio”.
El secretario general de la OTAN afirmó que los datos recibidos de los mandos militares, y en concreto del general John Galvin, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, eran que el SHAPE (Supreme Headquarters Allied Power Europe) coordinaba las acciones de Gladio.
La reunión se celebró pocos días antes de que, el 9 de noviembre de 1990, el por entonces primer ministro belga, Wilfried Martens, y el titular de Defensa, Guy Coeme, admitieran públicamente que “la red estaba dirigida por los servicios secretos militares y actuaba coordinadamente en diferentes países europeos”.
Esa actuación conjunta se inició, al parecer, en 1952. Sin embargo, la red Gladio fue creada inicialmente en Italia y ya funcionaba para 1947. Después Francia, Bélgica, Reino Unido, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Noruega y Grecia siguieron el ejemplo. Algunas fuentes añadieron también a la lista a Alemania, Suiza y España.
El 22 de noviembre de 1990, el Parlamento Europeo aprobó una resolución en la cual condenaba “la existencia de una red clandestina de inteligencia y operaciones armadas que operó durante más de 40 años en varios Estados europeos”.
Tal y como lo menciona la resolución del Parlamento Europeo, esta red clandestina “podría haber interferido en la política interna de varios países europeos además de estar implicada en actos de terrorismo y crimen”. La red Gladio “tiene a su disposición arsenales militares independientes y recursos militares que ponen en peligro las estructuras democráticas de los países europeos”, subraya la resolución.
El Parlamento europeo impulsó a los diferentes países europeos a realizar investigaciones parlamentarias para poder revelar más información, pero sólo Italia, Bélgica y Suiza lo hicieron, mientras que los demás países europeos sólo reconocieron “la existencia de diferentes operativos” sin ofrecer más detalles al respecto.
El Gobierno alemán, por ejemplo, reconoció su existencia revelando que estaba compuesta por un centenar de hombres, y que, según su declaración, fue disuelta tras el derrumbe de la URSS en 1991. Berlín no ofreció más explicaciones al respecto.
El caso belga
Entre 1982 y 1985, en Bélgica, un grupo de individuos llevaron a cabo una ola de ataques violentos en los que murieron 28 personas y 40 sufrieron heridas de diversa consideración. Conocidos como “los locos asesinos de Brabante” o “la banda de Nivelles”, por la región en los alrededores de Bruselas en la que actuaron, sus atentados sembraron el pánico en el país.
Según ciertas fuentes, el objetivo de los ataques era “desestabilizar el país para formar un estado de opinión más favorable a políticas de seguridad más duras”.
Las masacres de Barbante se produjeron en los años de plomo belgas, un periodo que se prolongó durante un decenio, entre finales de los 70 y 80. Los atracos, contra armerías y establecimientos comerciales, comenzaron en 1982. Por aquel entonces, llamaba la atención que disparaban a matar para llevarse, al principio, botines irrisorios y que su técnica de tiro y modus operandi recordaban a la de los agentes de élite.
Sus acciones provocaron la aparición de un movimiento armado de izquierdas (Células Combatientes Comunistas) que reivindicaron varios atentados con bomba que causaron dos muertos en 1984 y 1985. Sin embargo, según una investigación periodística efectuada en los años 90, estos habrían sido obra en realidad de los asesinos de Brabante, que según esta teoría formarían parte de la Operación Gladio.
En plena Guerra Fría, Bélgica era considerado el punto débil de Europa en seguridad. En 1985, después de asesinar a ocho personas en un supermercado, entre ellas una niña, la banda de Nivelles desapareció para siempre.
En 2015, una confesión implicó a varios policías de ultraderecha y el Ministro de Justicia belga Koens Greens, tras dichas revelaciones, afirmó que le constaba que había habido “tentativas de manipular” la investigación (parte de los documentos fueron quemados cuando un nuevo equipo se hizo cargo del caso).
Al respecto, una investigación parlamentaria reveló que las pistas que apuntaban hacia la policía “habían sido ignoradas deliberadamente“. Según algunas fuentes, el proceso está paralizado a día de hoy en Bélgica.
El caso italiano
El caso italiano ofrece más datos sobre la red Gladio ya que fue en ese mismo país donde se descubrió la clandestina red y se ha producido más información.
Gladio fue descubierta en 1990 por el juez veneciano Felice Casson cuando realizaba una investigación sobre un atentado en 1972 donde murieron 3 carabinieri. Fue en ese momento cuando el Presidente del Consejo de Ministros italiano, Giulio Andreotti, decidió revelar la investigación al Parlamento.
Antecedentes: los sucesivos intentos de golpe de Estado
Durante la Guerra Fría, el espectro político italiano se dividió entre dos partidos: la Democracia Cristiana y el Partido Comunista Italiano. Debido a la presencia de un partido comunista popular, las diferentes elecciones generales que se produjeron en Italia desde 1948 hasta la década de los 80 se convirtieron en una feroz batalla política que no sólo se jugaba en el interior del país, sino también a nivel internacional.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Italia quedó dentro del bloque occidental. Sin embargo, Estados Unidos sabía a la perfección que las probabilidades de que el PCI llegase al poder en las elecciones de 1948 eran considerablemente altas.
Con el objetivo de evitar esta situación, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) organizó un operativo cuyo fin era que la Democracia Cristiana se alzase con la victoria en las elecciones.
La estrategia funcionó, y la Democracia Cristiana obtuvo los mejores resultados de su historia. En el caso de que el PCI hubiera ganado aquellas elecciones, Estados Unidos había planeado un plan B que consistía en una invasión del país, tal y como lo reconoció décadas después Francesco Cossiga, presidente de Italia entre 1985 y 1992.
En la década de los 60, y más concretamente en 1963, Italia volvió a estar en el radar de Estados Unidos. “En esta ocasión, no se trataba de una posible llegada del PCI al poder italiano, sino la entrada del Partido Socialista Italiano (PSI) en la ejecutiva nacional”, afirma el analista Marcos Ferreira.
El objetivo de la alianza entre los democristianos y los socialistas era dar más estabilidad al panorama político y social italiano a través de una coalición de centro-izquierda. Sin embargo, la CIA y los sectores más reaccionarios de las élites políticas italianas y estadounidenses mostraron su preocupación ante el giro a la izquierda y plantearon un nuevo golpe de Estado. “Dicho golpe fue marcado para el año siguiente, aunque finalmente no fue necesario ejecutarlo debido a la salida de los socialistas del ejecutivo”, subraya Ferreira.
Este no fue, sin embargo, el único golpe que se planeó durante la Guerra Fría en Italia. Apenas seis años después, en 1970, los servicios secretos y militares italianos, junto con los paramilitares de Borghese, volvieron a preparar otro golpe de Estado, en esta ocasión bajo el liderazgo de Junio Valerio Borghese.
“Los golpistas debían ocupar las sedes del Ministerio de Defensa y de Interior, al mismo tiempo que se hacían con el poder en la sede de la RAI y otros medios de comunicación importantes”, subraya Ferreira. Posteriormente, todos aquellos elementos clasificados como “subversivos” serían detenidos y un gobierno militar sería instalado con el objetivo de “instaurar el orden y la disciplina” en Italia. Sin embargo, y por razones desconocidas, Borghese ordenó que el golpe se detuviese.
Los años de plomo y la Operación Gladio
En la década de los 70, la violencia callejera evolucionó a la lucha armada en Italia. Tanto ciertos grupos de extrema derecha como de extrema izquierda recurrieron a la violencia para conseguir sus objetivos aprovechando la debilidad de las instituciones políticas y económicas, el caos político y la debacle económica producida por la crisis del petróleo de 1973.
Por otro lado, se instauró la llamada ‘estrategia de tensión‘ que se puede considerar como una táctica para cometer actos de carácter terrorista y atribuirlos a la otra parte. “El término tensión se refiere a la tensión emocional, aquella que crea una sensación de miedo; el término estrategia se refiere a quien alimenta el miedo en la sociedad y lo dirige contra un grupo o sector determinado”, afirma Ferreira. En el caso italiano, el grupo objetivo era la izquierda, representada principalmente por el Partido Comunista Italiano.
La Operación Gladio comenzó el 12 de diciembre de 1969 con la explosión de cuatro bombas en Roma y Milán que acabaron con la vida de 16 personas. De estos cuatro atentados, el más famoso fue el efectuado contra la sede de la Banca Nazionale dell’ Agricoltura, localizada en Piazza Fontana (Milán).
En un primer momento, las autoridades responsabilizaron a la extrema izquierda, exactamente a grupos anarquistas. Sin embargo, desde el principio, surgieron muchas dudas respecto a la autoría de los atentados. “De hecho, legal y jurídicamente, ninguna persona y/u organización ha sido declarada culpable de la matanza”, afirma Ferreira.
Sin embargo, un informe secreto del SID (Servizio Informazioni Difensa), datado a 16 de diciembre de 1969, mencionaba la posibilidad de que los atentados en Milán y Roma hubiesen sido realizados por grupos pertenecientes a la extrema derecha con el apoyo de la CIA. “Esta mención se vio confirmada años después con las declaraciones del General Maletti [ex jefe de inteligencia] sobre cómo la CIA brindaba apoyo a terroristas de extrema derecha para detener el avance de la izquierda en Italia”, subraya Ferreira.
En 1972, en una Italia que seguía conmocionada por los acontecimientos de 1969, tres miembros de los carabinieri fueron asesinados en un atentado acontecido en Peteano. Al igual que en 1969, el atentado fue atribuido a grupos de extrema izquierda revolucionaria. Sin embargo, tal y como sucedió en Roma y Milán, las dudas surgieron rápidamente:
En 1974 se produjeron nuevos incidentes. Por un lado, en una manifestación antifascista en la ciudad de Brescia se produjo un atentado donde fallecieron ocho personas y 102 resultaron heridas. “Llevado a cabo por personajes encuadrados en grupos de extrema derecha, en 1982 los imputados por el caso fueron declarados inocentes”, afirma Ferreira.
Otro incidente de importancia ocurrido en 1974 se dio en el tren que hacía la ruta Roma-Münich, donde fallecieron 12 personas y 48 resultaron heridas. Además, en ese año, el que había sido miembro de la logia P2 y director del SID, Vito Miceli, fue arrestado bajo los cargos de “conspiración contra el Estado”. “Durante el juicio, Miceli declaró la existencia de la Operación Gladio (sin nombrarlo) y cómo esta se estaba coordinado desde la OTAN y desde los Estados Unidos”, subraya Ferreira.
En las elecciones de 1976, el Partido Comunista Italiano logró el mejor resultado de su historia. Este hecho llevó a Aldo Moro, líder democristiano y primer ministro de Italia en dos ocasiones, a intentar pone en marcha el “compromiso histórico” formulado años antes.
En el fondo de este compromiso está el fundamento ideológico del Eurocomunismo, pero también el temor de Berlinguer [líder del Partido Comunista Italiano] de qué si el PSI y el PCI formaban una alianza para formar un ejecutivo, esto provocaría una reacción de la derecha en forma de golpe de estado. La sombra de Salvador Allende y el golpe de estado de Pinochet eran alargada.
Desde el ala más progresista y moderada de la Democracia Cristiana se acogió la idea del “compromiso histórico” favorablemente, por lo que la DC y el PCI acercaron posturas y comenzaron a armonizar sus objetivos – Marcos Ferreira, El Orden Mundial
El 16 de marzo de 1978, Aldo Moro se dirigió a la Cámara de los Diputados para presentar el proyecto. Sin embargo, nunca llegó al parlamento ya que fue secuestrado ese mismo día. Estuvo retenido 55 días, hasta que el 9 mayo apareció su cadáver en una calle céntrica de Roma.
Supuestamente, su secuestro y ejecución fueron realizados por las Brigadas Rojas, un grupo terrorista de extrema izquierda. Sin embargo, lo cierto es que el secuestro y posterior asesinato del ex primer ministro italiano está lleno de misterios:
Lo más inquietante es que entre los imputados por el caso se encontraba el entonces primer ministro Giulio Andreotti, el cual fue declarado inocente junto al resto de acusados en 1999. Sin embargo, en 2002 Andreotti fue declarado culpable de instigador de homicidio, aunque finalmente el Tribunal Supremo italiano lo exoneró de la anterior condena en el 2003 – Marcos Ferreira, El Orden Mundial
Es probable que nunca se sepa a ciencia cierta quién estuvo detrás del asesinato de Aldo Moro. Sin embargo, la Comisión del Senado que investigó la estructura de Gladio en la primera mitad de los 90 sospechaba que la CIA, los servicios secretos italianos y la estructura Gladio estaban tras el asesinato de Moro. “Cuando se dispusieron a investigar esa hipótesis descubrieron que la mayor parte de los documentos relacionados con el secuestro y asesinato habían desaparecido”, sentencia Ferreira.
La masacre de Bolonia
Por si fuera poco, todavía se dio un incidente más. El 2 de agosto de 1980, apenas unos dos años después del asesinato de Aldo Moro, explotó en la sala de espera de la estación de trenes de Bolonia un artefacto colocado en una maleta abandonada. La detonación se oyó en un radio de muchos kilómetros y destruyó gran parte de la estación embistiendo de lleno contra el tren estacionado en el primer andén.
Aquel día la estación estaba llena de turistas y de personas que iniciaban sus vacaciones o volvían de ellas. Murieron 85 y personas y más de 200 resultaron heridas en lo que se considera una de las peores matanzas sobre suelo europeo que se habían registrado hasta la fecha. Al respecto, según la comisión investigadora del Senado italiano, “el atentado de Bolonia fue la acción más mortífera conectada con la red Gladio”.
Sin embargo, en un primer momento, se culpó de nuevo a las Brigadas Rojas pero, lentamente y, gracias al impulso civil de la Asociación de familiares de víctimas de la matanza de la estación de Bolonia, se llegó a una sentencia definitiva de casación el 23 de noviembre de 1995.
Fueron condenados a cadena perpetua, como ejecutores del atentado, los terroristas neofascistas Valerio Fioravanti y Francesca Mambro. Otras personas como el General del SISIMI y miembro de la P2 Pietro Musumeci fueron condenadas a varios años de cárcel debido a las pistas falsas que proporcionaron. Licio Gelli se refugió en Suiza para evitar su procesamiento. Por su parte, el neofascista Vincenzo Vinciguerra testificando en los juicios, declaró que una “estructura oculta”, “dentro del Estado mismo” y vinculada con la OTAN, estaba dando una “dirección estratégica” a todos esos atentados.
Otros casos
Aunque hay escasas pruebas, investigaciones, datos y fuentes fidedignas, es probable que la Operación Gladio se extendiera también a otros países europeos, como Francia, Alemania o España.
En España, durante los años 70, durante los últimos años de la dictadura de Francisco Franco y los inicios del periodo conocido como Transición democrática, operaron varios grupos ultraderechistas que ejercen gran violencia contra agrupaciones izquierdistas, como es el caso de Guerrilleros de Cristo Rey, los Grupos Armados Españoles (GAE) o la
(conocida también como Triple A).
Autores han vinculado el Caso Scala, en el cual durante una manifestación del sindicato anarquista CNT en 1978, un grupo de jóvenes lanzó cócteles molotov a la Sala de Fiestas Scala provocando la muerte de cuatro personas, tras lo cual, se intentó culpar a dicho sindicato, quien siempre denunció que fue un montaje policial.
Con el paso de los años se fue descubriendo el papel decisivo que desempeñó el confidente de la policía Joaquín Gambín, el Grillo, también conocido como el Rubio o el Legionario, en este asunto. Fue él quien se infiltró en la CNT para dirigir el atentado. Finalmente, en diciembre de 1983, por acudir a la manifestación con armas y por preparación de explosivos.
Los Sucesos de Montejurra en 1976, donde militantes de la Comunión Tradicionalista y su líder Sixto de Borbón atacaron con disparos a miembros del Partido Carlista durante la romería anual en Montejurra, tradicional en afines al movimiento carlista.
Según André Moyen, un exagente del Servicio General de Información belga, la red Gladio en España tuvo núcleos en San Sebastián, Barcelona, Madrid y las Islas Canarias
Tras la masacre de Bolonia, no obstante, la estrategia de tensión y los atentados de bandera falsa comenzaron a cesar. Fue debido a que “el Estado fue capaz de controlar la situación y la opinión pública, tras una década de asesinatos, atentados, muerte y heridos, rechazara de plano la violencia”, subraya Ferreira.
Sin embargo, en los restantes países de la trama parece claro que sus estructuras stay-behind han tenido alguna relación con actos de terrorismo con el objetivo de desacreditar a la izquierda y que ésta no pudiera llegar al poder a pesar de la aceptación de la “reglas del juego” exigidas por los Estados del bloque occidental – Marcos Ferreira, El Orden Mundial
Enlaces, fuentes y bibliografía:
– Foto destacada: La estación de Bolonia tras el atentado que supuso la última acción importante efectuada por la red Gladio. Un total de 85 personas fallecieron y los heridos ascendieron a más de 200. Autor: Beppe Briguglio, Patrizia Pulga, Medardo Pedrini, Marco Vaccari, 02/08/1980. Fuente: Stragi.it (CC BY-SA 3.0.)
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