Diferencias entre la represión republicana y la franquista

 

«Se declara la responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas, que desde el 1 de octubre de 1934 y antes de julio de 1936 contribuyeron a crear o agravar la subversión…»

Diferencias entre la represión republicana y la franquista
Maria Toca

9 de febrero de 1939 edición de la ley de “Responsabilidades Políticas”. Ley, que ya en su artículo primero violaba uno de los principio irrenunciables del Derecho al sancionar “retroactivamente

Hemos escuchado demasiadas veces, al hablar de Memoria Democrática, la frase: “también ellos hicieron cosas…” refiriéndose a la represión republicana en las zonas fieles al gobierno legal. Decididas a analizar con la suficiente objetividad una realidad dolorosa pero real nos enfrentamos a una investigación que ha dado como resultado este artículo.

Antes de seguir debemos entrar en situación. Posicionarnos en la realidad española de los años treinta del pasado siglo, porque juzgar con ojos actuales una situación sociológica tan diferente nos llevaría a un error de fondo que ensuciaría el resultado posterior.

La España de los años treinta, que recibe con alborozo a la II República con el apoyo popular innegable tenía una esperanza de vida, de 49,9 años. El índice de alfabetización era de un 68,9% es decir había un 31,10% de analfabetos. Solo el 53% tenía estudios primarios, un 5,3% secundarios y un escaso 3,1% superiores. La renta per capital anual era de 2605,5 pesetas. La estatura media era de 1,64 centímetros en las mediciones de los quintos de 1930. Las principales causas de muerte de la población eran las infecciones y parásitos. La población activa era de 8,5 millones, de las cuales el 45,5 % del total se dedicaban a la agricultura y pesca. A la industria manufacturera un 19,20%. En 1930 había en España 10 millones de fincas agrarias, de las cuales un 24,5% eran de barbecho, dedicadas a cultivo de trigo, un 22,1% y a olivar un 10,1%.

La economía familiar dedicaba al pan un 23% del total, a la leche, un 8,3% y al aceite un 4,7%. En 1936, había 110.993 kilómetros de carreteras para un total de 18.837 vehículos.

Podría seguir ofreciendo datos que nos acercaran a la sociedad de los años treinta pero pensamos que son suficientes para demostrar la precariedad de la sociedad española, que no se había desligado de un feudalismo medieval sustituido apenas por el caciquismo más obsoleto. La tierra seguía en pocas manos, el trabajador agrario en su mayoría vivía en régimen de semiesclavitud siendo aparceros a tiempo completo trabajando de sol, siete días a la semana por la comida y un mísero barracón donde criar la prole para integrarla a la mano de obra del señorito. Hay que distinguir en las zonas agrarias la abisal diferencia entre el norte, con pequeños propietarios de minifundios con poca tierra que apenas daba para subsistir y el sur con el trabajo aparcero en grandes latifundios que han llegado hasta el presente. Los diferentes intentos de desamortización de la tierra durante el siglo XIX no surtieron efecto debido a que los poderes fácticos revertían los tibios intentos de modernización del agro, permaneciendo en el sur de España en manos de aristócratas y de la iglesia. Había, también, fincas comunales en manos de los Ayuntamientos que no resolvían el problema porque eran manejadas por los políticos corruptos que obedecían a los mismos estamentos: clero y aristocracia. Ambos unidos con el apoyo de la monarquía y de gran parte del ejército español a fin de mantener el poder en las mismas manos de siempre.

iespesula.com

Conocidas son las terribles situaciones vividas en la industria con el histórico de huelgas sangrientas en Cataluña, como colofón de la Semana Trágica, la creación del Sindicato Libre, formado por pistoleros mandados por la patronal con el fin de asesinar a los lideres huelguistas que solicitaban jornadas laborales de 8 horas, un día libre a la semana y cierta seguridad en el trabajo. Las explosiones revolucionarias del año 34 saltaron en Asturias de forma en absoluto casual. La cuenca minera era un pozo de muerte donde los hombres no llegaban a los cuarenta años envenenados de silicosis, los que no caían despanzurrados por una costalada producida por una explosión de grisú, gas formado en la mina. Las medidas de seguridad laboral eran un lujo que la patronal minera ( y en general de toda la industria) no estaba dispuesta a asumir. Son contadas las empresas que respetaban unos mínimos laborales, contadas y casi siempre de capital extranjero. Hasta la conservadora Concha Espina se horrorizó ante la situación de las minas descubiertas de Río Tinto, realizando una novela social al respecto que reflejaba el nulo respeto por la vida humana que mantenía una clase empresarial endurecida por el capitalismo salvaje y el concepto interiorizado de que el trabajador era algo similar a un animal de carga.

 

España en el siglo XIX sigue fiel al feudalismo, del que hablábamos anteriormente. El señor feudal consideraba su poder aristocrático emanado de Dios, por mano del monarca que elige a su aristocracia, portándose, éstos, como verdaderos virreyes que regían el destino de la gente a su gusto y dirección. Fuera en la agricultura o en la industria con el empuje empresarial del siglo XIX que no conllevó una modernización de la mentalidad sino que traspasó el mismo feudalismo hasta las fábricas e industrias modernas. Todo ello amparado por los distintos gobiernos que se turnaban manejando la administración a su antojo y corruptas maneras. Bien documentado está el siglo XIX, tanto en estudios históricos como en la gran variedad de novelas que retratan con realismo la sociedad decimonónica. Todos los ensayos de un ligero liberalismo progresista como las Cortes de Cádiz o I República, fueron ahogados por sucesivos pronunciamientos derechistas. O por las Restauraciones monárquicas que llegaban amparadas por la progresía para echarse en brazos de la oligarquía en el mismo momento que asentaban su poder.

El siglo XX llegó pero poco cambió las cosas. Una monarquía corrompida, insegura, al frente de la cual estaba un desacreditado monarca protegido desde el principio de la década de los años veinte por el dictador Primo de Rivera que, como ejemplo, nombró gobernador de Barcelona al militar pistolero Martínez Anido potenciando y amparando todo el pistolerismo del Sindicato Libre a fin de acabar con la protesta obrera, encubriendo al empresariado en todas sus demandas. Mientras las calles de Barcelona se teñían de sangre y de revueltas de hambre desesperada, el rey se dedicaba a sus cosas. Cazar, folgar con señoras de la Corte o del pueblo, que en eso era muy “campechano” y no hacía distingos. Sus preferidas, como a su descendiente, estaban en la trastienda de teatros, music-hall, cabarets y demás artes escénicas.

Esa era la España de 1931 que votó en las municipales a partidos republicanos e hizo que el rey y su séquito saliera del país, dejando un reguero de entusiasmo en el pueblo y un regusto de resentimiento larvado o no tanto, en las clases dominantes que no entendieron el abandono y la supeditación de su poder a uno emanado de las urnas.

Ni había tradición democrática ni ganas. Apenas alguna jornada revolucionaria en el siglo XIX, ahogada enseguida, como lo fueron las nombradas Cortes de Cádiz y I República , por el terrible antepasado borbónico, rey Fernando VII, de infausto recuerdo -es posible que las secuelas de su espantosa forma de gobernar hayan llegado hasta aquí después de dos siglos-

Los poderosos españoles -que no las derechas en su totalidad- aceptaron a regañadientes la República y la voz de la urnas. Comenzaron a conspirar desde el mismo 14 de Abril de 1931. Justamente ese mismo día, cuando no se habían acallado los gritos de júbilo en la calle, se reunían en casa de Rafael Benjumea, miembro del directorio de Primo de Rivera, un grupo de terratenientes a fin de planear el derrocamiento de la reciente República.

Recordemos también que corría el año 1932 cuando el general Sanjurjo dio una asonada, nombrándola desde entonces como la Sanjurjada que fracasó pero supuso el aviso de que las elites no jugaban a la democracia, guardándose el as del golpismo en la manga.

Se ha acusado repetidas veces a la Revolución del año 34 en Asturias como el estallido antidemocrático contra la República, obviando que fue la Sanjurjada dos años antes el primer (conocido) conato de enmendar el mandato popular de las urnas.

La repetida cantinela franquista del desorden republicano, de los crímenes ocurridos durante los ocho años de república, son una total falacia. No es que no hubiera problemas, que los hubo. Y violencia, que la hubo, pero no más que en cualquier país de entreguerras con los cambios sociales a los que la sociedad se enfrentaba y más en un país como el nuestro con las cifras que hemos aportado al inicio del artículo. La oligarquía anclada en los privilegios se cerraba en banda a cualquier desplome de sus ventajas y la enorme mayoría social proletaria vivía en la penuria absoluta. Caldo de cultivo para desordenes sociales, para prisas, para momentos de agresividad ante la lentitud que mostraba el poder en ofrecer cambios. Las expectativas creadas por la República así como los movimientos revolucionarios europeos hicieron creer al pueblo que era posible un cambio rápido. Una vuelta de tuerca del poder español. El Estado español, la administración, era una enorme carcasa anticuada, pesada e inamovible. Todo ello provocaba incertidumbre y frustración en las masas que creyeron el día 14 de Abrildel 31 que sus problemas se resolverían de un plumazo.

La propaganda franquista hizo bien su labor, acusó a la República de caer en manos comunista, falacia grave porque el PCE no tenía apenas raigambre social durante la República. La realidad es esta: el PCE, antes de la Guerra Civil, apenas tenía 3.000 afiliados y tras las elecciones de febrero del 36, tan solo contaba con 16 diputados en el Congreso. ¿Dónde estaba la amenaza?

En cuanto a la idea difundida de que la URSS tenía previsto invadir la Península Ibérica es fácilmente demostrable su falsedad. Stalin había abandonado años atrás la idea de la exportación revolucionaria, tan querida por Lenin y los marxistas revolucionarios de los primeros tiempos. Buena prueba de ello fueron los terribles enfrentamientos con Trostky, que sí soñaba con la revolución exportada al mundo entero. Las purgas y los crímenes cometidos por el Carnicero de Moscú demuestran mejor que cualquier argumento la falacia de la propaganda franquista. Al contrario, fue durante la guerra cuando se potenció al partido comunista. Claramente fue la consecuencia del abandono que las potencias democrática hicieron el gobierno legal. A la República no le quedó más remedio que acudir a quien auxiliaba. Y ese fue la Unión Soviética, que no lo hacía gratis, por supuesto. Había que pagar en oro y recibir a sus consejeros que pronto tomaron el mando de la guerra y quizá del propio gobierno así como aprovecharon bien su permanencia y colaboración para exportar el ideario bolchevique entre el pueblo español.

Podemos discutir hasta la saciedad si fue positiva la llegada de asesores soviéticos, o no. Podemos discutir sus formas, sangrientas, represoras en exceso, conformando las checas de las que el gobierno legal republicano no tenía control. Podemos discutir mucho pero nos consta que el gobierno republicano carecía de opciones. O URSS, o entregarse a Franco porque la gran mayoría del ejército regular se pasó a los sublevados, con hombres y material, dejando a las fuerzas legales depauperadas, teniendo que organizar deprisa la defensa de amplios territorios recurriendo a las milicias populares que se enfrentaron al fascismo con más ímpetu que formación.

La disyuntiva era aceptar la ayuda soviética porque no había otra. Mientras las potencias del Eje se saltaban todos los convenios de no agresión y ayudaron de forma masiva a los golpistas, las democracias occidentales, amedrentadas ante Hitler, no movieron ficha y callaron con la misma cobardía que ante el avance sobre Austria y el rearme de una Alemania que se convertía en potencia agresiva ante los perplejos ojos de los demócratas europeos. España fue ensayo general de la II Guerra Mundial con bombardeos masivos, por primera vez en la historia, de poblaciones civiles por la Legión Cóndor .

La asonada franquista se achacó en la vil y efectiva propaganda a la muerte de Calvo Sotelo. Otra falacia fácil de desmontar. Calvo Sotelo cae asesinado el 13 de Julio de 1936, la noticia llega a la calle el 14 de Julio… ¿Es posible organizar una asonada desde África en solo tres días? No solo es imposible sino que hubo un proyecto de atentado terrorista contra la vida de Azaña, como respuesta al asesinato de Calvo Sotelo, que fue abortado por los militares golpistas que se encontraban en la capital. “Prohibido terminantemente. Todo está preparado en Madrid y eso podría echarlo a perder”, le dijo el coronel Ortiz de Zárate a Eusebio Vegas Latapié, cabecilla del proyecto.

temas.publico.es

La fecha del 18 de Julio fue elegida de acuerdo con Mussolini según nos cuenta el historiador Ángel Viñas aportando una copia de contratos firmados en Roma por Pedro Sainz Rodríguez con el apoyo personal de Antonio Goicoechea y “el más que probable conocimiento de Calvo Sotelo

 

Calvo Sotelo no representaba más que a una derecha irredenta y minoritaria en el partido Renovación Española, movimiento ultraderechista que representaba a la oligarquía poderosa y a terratenientes. Había sido dos veces ministro de la Dictadura de Primo de Rivera siendo elegido diputado en la II República sin ningún contratiempo. No tenía buena relación con la derecha mayoritaria de España que era representada por la CEDA de Gil Robles. Este último partido tarda en sumarse al golpe haciéndolo con cierta distancia y desconfianza. Años más tarde, el que fuera diputado y presidente del partido CEDA, Gil Robles, fue uno de los firmes opositores al franquismo liderando una contestación critica sobre el sistema desde unos postulados monárquicos y democráticos.

 

Calvo Sotelo, como José Antonio Primo de Rivera, Onésimo Redondo, Matías Montero…y demás nombres subidos al podio del honor fascista por la propaganda de Franco no fueron más que cabecillas de precarios movimientos fascistas que pululaban por el solar patrio al calor del ejemplo italiano y alemán. Admiradores de Mussolini y de Hitler, copiaban la parafernalia fascista y las teorías sociales que adornaban con discursos en los que hacían gala de una virilidad rayana en el patetismo. Algunos más cultivados que otros, como Onésimo Redondo, que poseía una amplia cultura, un discurso y carisma que el resto de los líderes le envidiaban (quizá por eso murió tan pronto…y de forma un tanto sorprendente que bueno sería investigar) el resto no eran más que matoncillos a sueldo de los terratenientes, o tal como José Antonio y el mismo Calvo Sotelo, dignos cachorros de la casta privilegiada española, por nacimiento y por adscripción.

Otra falacia difundida por historiadores, como Pio Moa (disculpen que llame historiador a este tipo), o de Stanley G. Payne, versa sobre la ilegalidad de las elecciones del Frente Popular. Stanley G. Payne se hace eco de la retórica de Ramón Serrano Suñer sobre el llamado “pucherazo” del 36.

Dejo este enlace donde se analizan las elecciones y no solo demuestran que fue un éxito absoluto de los partidos del Frente Popular, sino que es altamente posible que hubiera “pucherazo” a la inversa. ojs.ehu.eus

Terratenientes y caciques rurales que obligaron a depositar el voto a los aparceros, incluso eran conducidos en camiones y vigilados de cerca por los encargados para que votaran a partidos de derechas. Por no hablar de las presiones eclesiales que desde el pulpito se posicionaron a favor de la derecha irredenta y del golpe de Franco. Fueron los obispos españoles quienes nombraron Cruzada a la Guerra Civil, por cierto ningún papa llamó nunca de esa manera a la contienda. La postura de la iglesia (menos en Euskadi, que siempre ha estado cercana al nacionalismo vasco) fue en su enorme mayoría afín a los poderes facticos que encadenaban al pueblo. Cosa que en los tiempos siguientes se les hizo pagar con una clerofobia exasperada por parte del pueblo que los identificaba (con razón) con el poder sublevado. Esa identificación del poder del clero con la oligarquía provocaba la ira del pueblo y el ataque a iglesias, fusilamiento de curas y en general a perseguir las creencias religiosas de forma exagerada. Se dice, aunque no hay cifras precisas, que fueron asesinados alrededor de 7000 religiosos. Queremos hacer constar que en esta cifra están incluidos los fusilados y asesinados curas vascos que lo fueron por las fuerzas franquistas, lo que demuestra que tampoco éstos eran los defensores del clero y la religión que alardeaban. Solo del clero que les era afín .No se saben cifras seguras, los asesinados del franquismo siguen en cunetas, pero se conoce claramente el asesinato de 16 curas en los primeros meses de la Guerra Civil en Euskadi. Cualquier sacerdote o monja que mostrara republicanismo era pasado por las armas.

 

Y llegamos al día crucial del 18 de Julio donde se produce el golpe de estado. En ese momento varias zonas nacionales caen en manos de los sublevados. Después de luchas en las que el pueblo, con los milicianos al frente, paralizaron al ejército desafecto, es cuando se producen las mayores atrocidades represivas sobre los que apoyaban el golpe.

Sírvanos como ejemplo Madrid. Después de luchas enconadas se consigue paralizar la entrada de sublevados, en el Cuartel de la Montaña. En la sierra madrileña se viven encarnizados combates que impiden la entrada de las hordas en la ciudad. El “No Pasarán” hace eco de aquellos terribles días que se vivieron. La constante propaganda desde los territorios conquistados, hablando de la Quinta Columna, no ayudaban a calmar los ánimos. Queipo de Llano y el general Mola, azuzaban a la población republicana con mensajes emanados por las ondas asegurando

 que dentro de las zonas republicanas había miles de enemigos que propiciarán la victoria fascista. Los bombardeos constantes que someten a la población civil -siempre en barrios populares- excitan los ánimos llenando de odio al pueblo que lo sufre. Jamás caen bombas en los barrios ricos de las ciudades pero sí en los puntos de confluencia obrera…Habría que preguntar a los patriotas con qué sentido patrio se bombardeó el Museo del Prado, y quienes fueron los que empacaron los cuadros trasladándolos en épica marcha para salvar nuestra pinacoteca que luego tornó a su sitio, impoluta. Todo colaboraba al odio. Todo contribuía a que un pueblo hambriento, bombardeado y destrozado se tomara la justicia por su mano.
 

Como ejemplo sirva lo ocurrido en Santander un domingo 27 de Diciembre cuando al mediodía de un día soleado, 17 aviones de la Legión Cóndor dejan un rastro de 70 muertos y 50 heridos en el Barrio Obrero. Niños que jugaban en la calle, ancianos que se soleaban, paseantes, familias enteras…caen abatidas por las bombas en una fecha sangrienta grabada a fuego en el alma santanderina. La furia de los vecinos fue tomando forma a lo largo del día al conocerse la cuantía de muertos y heridos. Esa tarde, una muchedumbre se acercó al barco prisión que flotaba en la bahía santanderina, el Alfonso Pérez, entraron y mataron a 150 presos que se encontraban detenidos en el barco. Lideró el linchamiento el tristemente famoso policía chequista Manuel Neila, y Teodoro Quijano. Durante los años franquistas ( aún en 2017 publicó un artículo vergonzoso sobre el tema DM, tratando de “muertos” a las víctimas del bombardeo y de “asesinados” a los del Alfonso Pérez) se oficializó la matanza del barco obviando la anterior de los terribles bombardeos. eldiariomontanes.es

Nada justifica la muerte, una sola víctima sería ya demasiado, lejos de nuestra intención justificar la represión en zonas republicanas pero no podemos obviar que la abisal diferencia entre ambas represiones era enorme. En la zona la republicana siempre fueron elementos extremistas, muchas veces matones y delincuentes los que cometían crímenes, como la mítica Columna de Hierro que campó por Alicante durante meses hasta que el oficialismos los detuvo, encarcelándolos , pero en todo momentos el gobierno legítimo clamó porque estos sucesos no ocurrieran. Lo hizo por razones humanitarias y pragmáticas, la represión en la retaguardia republicana era publicada por la prensa extranjera justificando con ello a las democracias para apartarse del apoyo al gobierno legal, no así a las potencias del Eje, ya que para ellos la limpieza de elementos disidentes formaba parte de su ideología sistémica.

Esta es, entendemos, la gran diferencia. En un lado, elementos extremistas se tomaron la justicia por su mano, en la otra, la violencia fue ejercida y oficializada por el poder. Como prueba de ello tenemos los discursos de Queipo de Llano, lanzados a las ondas por radio Sevilla y las soflamas de Mola. Dejo unas palabras de este último:

«La acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo (…) aplicando castigos ejemplares (…) para estrangular movimientos de rebeldía o huelga», decía Mola. También animaba a «eliminar los elementos izquierdistas: comunistas, anarquistas, sindicalistas, masones, etc.»

La prueba definitiva de la sistemática represión franquista fue la que se efectuó en las zonas que se unieron al golpe desde el principio ¿Qué sentido tienen estas cifras si desde el principio fueron zonas rebeldes? : En Canarias, hubo entre 2.600 y 3.000 asesinados; en Navarra, alrededor, de 3.500 asesinados; en Baleares, 2000; en Galicia, unos 4.700 asesinados…

No solo había que ganar la guerra, sino que era preciso arrancar a toda persona con ideología meramente democrática -ni tan siquiera de izquierdas- (volvemos a tomar como ejemplo al nacionalismo vasco y catalán, religioso y de derechas) La teorías de los siniestros discípulos del psiquiatra Menguele, Vallejo Nájera, con su teoría del gen rojo y López Ibor comenzaron el sistemático robo de niños primero a mujeres presas, luego institucionalizándolo como mera transacción económica. Ha llegado hasta hace poco, que se ha podido investigar sin resultados punibles para los responsables por haber prescrito los delitos o muertos los protagonistas.

La terrible represión a los/as maestras republicanas abundan en esta teoría que defendemos ¿Qué daño hacían maestros/as? Uno muy severo para las hordas fascistas, llevar la cultura al pueblo, enseñar a leer y escribir a los pobres. Fueron fusilados, asesinados y todos, absolutamente todos, incapacitados para ejercer la profesión hasta pasar la depuración franquista.

Antes hemos hablado que fueron varias autoridades republicanas quienes se opusieron, con riesgo claro de su vida, a la represión que los elementos extremistas ejercían sobre la población derechista o sobre el clero. Traigo aquí una anécdota que puede resumir lo que afirmo. En Julio de 1936, es detenido Sánchez Mazas, escritor, fundador de la Falange junto a José Antonio, creador del himno falangista –pensemos que eran los primeros momentos de la guerra- El propio Indalencio Prieto solicita y consigue poner en libertad al preso. Como lo hizo con varios presos fascistas a los que su autoridad liberó. Esta documentado que marchó en solitario hacia la cárcel Módelo para impedir las sacas de prisioneros para ser fusilados en Paracuellos. Solo, o con escasa compañía, se enfrentaba a milicianos armados y enfebrecidos de odio (repito, nada más comenzar la guerra, los bombardeos…) para conseguir salvar la vida de enemigos. El mismo Indalencio Prieto que ahora difama el partido de ultraderecha fascista, Vox…

En cualquier discusión sobre Memoria hay un tema que nos sacan indefectiblemente en cuanto hablamos de víctimas; alguien nombra los luctuosos sucesos de Paracuellos del Jarama. Contemos toda la historia no solo la que interesa a la parte fascista.

Durante los primeros meses del golpe de Estado la población de Madrid, aislada, hambrienta se opuso con fiereza a los facciosos. Como hemos dicho, la Quinta Columna era difundida ampliamente por los voceros franquistas por consiguiente se detienen a todo derechista, que se encuentre al paso. Es periodo de guerra y cualquiera que tuviera o mostrara afinidad con los golpistas es tratado como enemigo. Las cárceles están llenas a rebosar, se trataba de inmovilizar al enemigo declarado. La cárcel Modelo es una de las más abigarradas, junto a la de Porlier.

Cuando los bombardeos arreciban sobre la población civil, milicianos armados se acercaban por las tardes a las cárceles madrileñas para “incautar” a los presos. Eran conducidos en camiones con la disculpa de un traslado de prisión por milicianos armados y enfebrecidos por los bombardeos. Son días de desgobierno, los primeros de la guerra, por tanto el descontrol es absoluto con los comités revolucionarios campando por la ciudad. ¿Quién va a negar nada a milicianos armados que se han jugado la vida en la defensa de Madrid…o a simples matones violentos? Fueron los meses de la llamada violencia caliente que en todas las ciudades donde se mantuvo la legalidad republicana ocurrieron hechos luctuosos. Los presos sacados no van a ninguna otra cárcel, son desviados a Paracuellos y allí son “paseados” es decir, fusilados sin ninguna contemplación.

Se acusa a Santiago Carrillo de los sucesos, porque durante gran parte del tiempo de los “paseos” era Director General de Prisiones, cargo que había ostentado su padre, Wenceslao Carrillo con más rigor y piedad que el hijo, oponiéndose e impidiendo las sacas. Carrillo hijo siempre negó conocer los hechos pero es improbable que no tuviera noticia de los acontecimientos. Durante su mandato fueron cientos los fusilados en la zona de Paracuellos.

La parte que no nos han contado es que durante un tiempo accede al puesto de Director General de Prisiones, Melchor Rodríguez (apodado por los fascistas el ángel rojo). Enterado de las criminales sacas, las prohíbe tajantemente. Para ello, se desplaza a la Modelo casi a diario enfrentándose a las turbas de más de 200 milicianos con el fin de salvar a los presos. Se hizo famosa la frase con la que se respondía a las turbas: “por ideología uno muere pero jamás mata” Puso su pecho abierto ante la pistolas que le encañonaban a diario. Consiguió parar las “sacas” durante el tiempo que estuvo al frente de Prisiones. Luego fue destituido, tornando más tarde al puesto.

 

Melchor Rodríguez, figura mítica a reivindicar, era anarquista de la FAI. Creó una organización para dar salvoconductos anarquistas a perseguidos que conseguían salvar la vida…para luego pasarse a filas enemigas. Santiago Carrillo, en unas declaraciones, ya en la Transición, confesaba que siempre pensaron que fue un quintacolumnista, cosa desmentida por la vida que llevó durante la dictadura. Al final de la guerra fue nombrado alcalde de Madrid, tuvo el triste el encargo de rendirse y entregar las llaves de la ciudad a los vencedores. Inmediatamente le detuvieron, juzgaron y condenaron a muerte. Cierto es que cientos de voces, algunas altos mandos del ejército franquista, firmaron avales para salvarle. Al final se le conmutó la pena y pasó solo cuatro años en la cárcel.

 

Siempre fue anarquista. Luchó hasta su muerte por sus ideas, vivió pobremente trabajó como gestor de seguros, entrando y saliendo de la cárcel porque jamás quiso exiliarse participando de la lucha antifranquista y fue enterrado en 1972 con la bandera de CNT , cantando, los concurrentes, A las barricadas, sin que nadie se opusiera. Mantuvo su fidelidad anarquista hasta la muerte.

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No queremos olvidar la represión salvaje que se realizó durante toda la dictadura, incluso en los primeros años de la Transición sobre cualquier disensión de las ideas vencedoras. Merece especial mención la ejercida sobre la población lgtbi, habiéndose habilitado campos de concentración para ellos, como el situado en la isla de Fuerteventura, Tefía, en donde desde 1955 hasta 1960 los presos sufrieron un verdadero infierno de torturas publico.es A este colectivo, como al pueblo gitano se le aplicaba la Ley de Vagos y Maleantes de dureza inusitada a similitud de las leyes racistas del régimen nazi.

Mención merece el terrible trato recibido por las mujeres, muchas de ellas sin apenas participación política, rapadas, humilladas y vejadas hasta el paroxismo por el mero hecho de ser familia de un represaliado o por haber mostrado ideología izquierdista.

Por último, y para terminar, la diferencia de trato entre víctimas de un bando y de otro ha llegado hasta ahora. No hay cifras exactas pero se piensa que quedan enterrados en fosas desconocidas, aproximadamente de 130.000 a 150.000 asesinados en la represión mientras las familias del bando vencedor recibían compensaciones económicas y honores, las incautaciones de todas las pertenencias de los perdedores redujo a las familias de fusilados y represaliados a la total miseria. Un velo de silencio y miedo se cernió sobre las familias marcadas por la ideología izquierdista. Hubo muchos casos que los avales de “buen comportamiento” que ofrecían las autoridades y el clero, se vendían a precios exorbitantes. Un cura párroco de mi tierra, en la comarca del Miera hizo enorme fortuna desposeyendo a las familias de todas las pertenencias a cambio de su “aval“.

Una orden de mayo de 1940, sobre exhumaciones e inhumaciones de «cadáveres de asesinados por rojos» estableció el procedimiento siguiente: “Toda persona que desee exhumar el cadáver de alguno de sus deudos que fueron asesinados por la horda roja, para inhumarlos de nuevo en el cementerio, puede solicitarlo al gobernador civil de la provincia correspondiente”. Se hizo, además, sin coste alguno para las familias. Frente a esto, miles de familias seguimos sin recuperar los restos de nuestros deudos.

Todo ello se realizó con beneplácito del régimen, de sus sucesivos gobiernos y cuerpo administrativo del Estado, con la complicidad de una iglesia premiada por la dictadura con prebendas y honores, hasta que en los años 60 un grupo del clero se distanció de la dictadura con la oposición y la gallarda postura del Cardenal Tarancón.

Otra falacia ampliamente difundida en el régimen era la frugalidad del Caudillo. Cosa que han demostrado fehacientemente sus herederos al repartirse la opulenta herencia dejada por un tipo que disfrutó del poder. Como ejemplo de la rapiña de Franco, contaré la siguiente anécdota: Brasil donó toneladas de café en plena postguerra al pueblo español. El general Franco se adueñó de ese café donado… para venderlo y engrosar su capital personal . Para quien desee documentarse sobre la fortuna que hizo Franco mientras los españoles se mataban, y luego en la postguerra asolaba el hambre, pueden leer el libro del historiador Ángel Viñas en La otra cara del Caudillo, donde nos cuenta que entró a la Guerra Civil sin una fortuna acumulada y en 1940 tenía en su haber 34 millones de pesetas de fortuna personal (unos 388 millones de euros de hoy día según el método de conversión José Ángel Sánchez Asiaín).

«Hay quién le gusta escribir o decir que Franco murió pobre y desamparado. Obviamente, no murió ni pobre ni desamparado aunque admito que no tenía muchos millones en sus cuentas corrientes. Lo que tenía era activos inmobiliarios y acciones en empresas a punta pala. Lo que a mí me importa es cómo llega a hacerse con la fortuna en tres años de guerra y uno de represión sangrienta. Eso trato de investigar», señala Ángel Viñas.

Sabemos que es rentable a nivel tanto logístico como de propaganda ganar una guerra, pero pocas postguerras han sido tan crueles, tan siniestras y vengativas como la asumida por España durante los cuarenta años de dictadura y la posterior Transición donde se obvió y se trazó una nube de olvido sobre las víctimas. Por eso, jamás podremos comparar la terrible realidad del franquismo con la violencia caliente que se ejerció durante los años de guerra en el bando
republicano.

 


María Toca Cañedo

Miembro de AGE (Archivo, guerra y exilio)

elespanol.com

Declaraciones de Fernando del Rey, historiador, autor de Retaguardia roja.

“Sostengo que el anticlericalismo destructor desplegado en la guerra de 1936-1939 tuvo mucho que ver con el hecho de que la Iglesia católica inspirase la principal fuerza conservadora —la CEDA— en los años de la República en paz. Una fuerza capaz de movilizar a millones de españoles en aras a la conquista del poder por vía electoral. Esta circunstancia supuso un desafío frontal para el marco institucional levantado en el primer bienio por los gobiernos republicano-socialistas, por cuanto que la CEDA apostó abiertamente por una reforma constitucional“.


Fuente → lapajareramagazine.com 

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