
La retirada de cruces de los caídos es, sencillamente, justicia; es reconciliarnos con nuestro pasado para que nuestro futuro sea mejor
Checkout - Isabel Ginés y Carlos Gonga
Los vestigios franquistas son símbolos y monumentos que conmemoran tanto el régimen franquista como la represión franquista. Así lo indica la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se conocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, y que contempla actuaciones por parte de las Administraciones públicas en relación con símbolos o monumentos que puedan suponer una exaltación de la sublevación militar, la Guerra Civil o la Dictadura.
De la diversidad de vestigios franquistas que existen o han existido, lo que conlleva mayor problemática siempre ha sido la retirada de cruces franquistas: polémica para los nostálgicos pero de necesidad para los democráticos. No es concebible construir una sociedad democrática plena si en el espacio público hay símbolos o monumentos que hacen referencia al régimen de Franco.
España ostenta por toda su geografía cruces de los caídos, que eran un aspecto fundamental de la propaganda franquista para dar supuesto aliento a la población y, a su vez, justificar su golpe de Estado. Estas cruces representan el franquismo y, sin lugar a duda ni a opiniones, no hay nada religioso en ellas; aunque se les quiera disfrazar de ello.
Esta serie de cruces es una exaltación al régimen franquista. Muchos católicos, de hecho, están en contra de estas cruces, pues solo atribuyen valía a una parte del relato. Estas cruces son únicamente defendidas por nostálgicos de este régimen fascista y dictatorial, ya que son una exaltación del franquismo y un símbolo de su propaganda. Una sociedad no puede desarrollarse estando aún repleta de elogios a un golpe de Estado que sometió y asesinó, así como mandó al exilio a tantos españoles.
Un ejemplo de esta supuesta polémica es el símbolo de la esvástica: no significa lo mismo una esvástica en un monumento alemán que una esvástica en un templo de India o Nepal. Cuando en una manifestación o celebración de Alemania se utiliza una esvástica significa apoyo al genocida de Hitler y defensa de su régimen fascista. De igual manera ocurre con estas cruces de los caídos en España: su simbología difiere de la de otras cruces.

La cruz de los caídos es un símbolo de apropiación del franquismo para honrar a los caídos del bando sublevado y exaltar su lucha y su golpe de Estado, deshonrando a su vez a la otra parte de la historia, el otro relato. La cruz de los caídos dispersa por la geografía española es un símbolo que representa el bando ganador, afín al genocida y a su régimen totalitario; honra a sus víctimas, mientras que olvida y humilla a los represaliados y a los muertos del otro bando. Por ello, dejando la religión siempre al margen, este es un terrible símbolo franquista que debe ser retirado sin dudas y con inmediatez.
La geografía española tiene que estar libre de la exaltación de un régimen tan dañino para los derechos humanos como lo fue el franquismo. La retirada de estas cruces es, por ello, una necesidad; bien porque lo dicta la ley o bien porque lo demanda la conciencia ciudadana, que quiere un país que empiece a ser justo con ambas partes de su historia.
Debemos recordar la Cruz de los Caídos del Castillo de Almansa: el alcalde de la localidad albaceteña entonces, Luis de Teresa, levantó en 1944 la cruz en homenaje a los caídos del bando vencedor. Esta cruz fue retirada hace 16 años, en 2005.

Una de las cruces de los caídos más polémicas fue la de Callosa de Segura: hubo nostálgicos que acamparon en la plaza, hubo denuncias contra el Gobierno local y contra el alcalde… Finalmente, la cruz se retiró. La retirada de la cruz de esta localidad alicantina también provocó un momento bastante delicado, ya que algunos aplaudían mientras que otros lloraban. El Gobierno local fue denunciado y, finalmente, absuelto.
Una persona que respiró aliviada hace algunos meses fue Tania Baños, de la Vall d’Uixó, que retiró la cruz de los caídos del municipio castellonense y fue denunciada por ello. También quedó absuelta.
Otra cruz que fue retirada fue la de Rafenbunyol. Esta cruz, formada por azulejos y colocada en el muro de la iglesia de este pueblo valenciano, tenía a ambos lados los nombres de 39 vecinos de Rafelbunyol caídos “por Dios y la patria”.
Hace pocos días todo esto volvió a popularizarse y mediatizarse a raíz de la cruz de los caídos de Aguilar de la Frontera, con su correspondiente campaña en redes, protagonizada por bots y gente con ideología de extrema derecha propagando mentiras y bulos, su tónica habitual, como ya sabemos. Estos ultraderechistas y bots, que son cuentas que difunden en redes sociales determinados mensajes de forma automática y repetitiva, trataban de convencer a personas de que la retirada de esta cruz era una acción en contra del catolicismo o porque se odiaba a la Iglesia. No obstante, no solamente hay muchos católicos que no apoyan estas cruces de los caídos, porque saben lo que implican, sino que la historia de dicha cruz determina claramente que se instaló por los caídos del bando de Franco.
Como suele pasar en estos casos, hubo amenazas por parte del obispo, hubo denuncias pero al final se retiró la cruz y se la llevó al vertedero para ser reciclada. Unos vecinos han creado una chapuza al estilo de ‘Art Attack’ y la han colocado en el lugar donde se encontraba la ya retirada, lo cual es lícito pero no deja de ser otra birria de las que suelen hacer los nostálgicos del régimen franquista cuando se niegan a asumir la realidad.
Actualmente quedan muchas cruces de los caídos por retirar, como la Cruz de los Caídos del parque Ribalta, en Castellón; la del cementerio de Torrero, en Zaragoza; o la de Tenerife, en la plaza de España. Se quitarán; se logrará porque así lo promulga y lo dictamina la ley. Por mucho que los ultrafascistas, los amantes del fascismo o los nostálgicos quieran hacer creer que se retiran por odio hacia la Iglesia, la retirada de estas cruces no es odio hacia la Iglesia o hacia la religión católica ni revanchismo hacia el bando franquista: la retirada de cruces de los caídos es, sencillamente, justicia; es reconciliarnos con nuestro pasado para que nuestro futuro sea mejor, para que nuestra sociedad tenga una democracia fuerte, firme y que todos vivamos en paz.
La propaganda fascista se desarrolla creando problemáticas; se declara afín a todas las causas cuyo apoyo le pueda favorecer. Pero recordemos que estamos en un país libre en el que, al ser libre y democrático, los símbolos fascistas no tienen cabida. No se lucha contra nadie con su retirada, no se intenta hacer revanchismo, solamente se pretende dignificar la democracia para hacerla más fuerte.
Las cruces a los caídos del bando ganador, que se hicieron tras la guerra civil, solo apoyan al régimen vencedor: el de un genocida y asesino, como fue Francisco Franco. Por eso estas cruces a los caídos deben desaparecer. Retirarlas no es luchar contra nadie, es dignificar la democracia y procurar que exista la justicia.
Fuente → contrainformacion.es
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