Tiempo de celebraciones y de regalos. Y que mejor que regalar libros. Entrevistamos en cuartopoder a Xavi Domènech (Sabadell, 1974). El historiador ha publicado este año el libro Un haz de naciones (Ediciones Península), un interesante recorrido por la historia de Catalunya y de España que pretende ofrecer perspectivas útiles para afrontar las actuales crisis democrática y territoriales. Un texto que aterriza en el S.XIX y en un personaje clave, el que fuera presidente de la Primera República, Pi i Margall. Desde su pensamiento, avanzamos hasta hoy, cuando, según el autor, estamos sumidos en una crisis territorial que tiene su epicentro en Madrid, en la concepción centralista del modelo del Estado. De este libro, y también de la actualidad política, habla Domènech.
-Normalmente nos fijamos más en la Segunda República que en la Primera. Sin embargo, el libro pone en valor el legado de Pi i Margall. ¿Qué podemos aprovechar de él en el presente?
-Muchísimo. Es uno de los pensadores políticos más relevantes de nuestros cásicos contemporáneos, de los de nivel más europeo. Además, su biografía y pensamiento le sitúan en las grandes intersecciones de nuestra contemporaneidad: la construcción del Estado, la construcción de las soberanías, la redistribución social…
Eso le convirtió, durante el primer tercio del siglo XX, en uno de los grandes referentes de muchas corrientes. Pi i Margall era referente de Salvador Seguí y del anarcosindicalismo, también de Federico Urales, el padre de Federica Montseny. No es extraño que en los 30 grandes editoriales anarquistas publicaran a Pi i Margall. A la vez, se convierte en uno de los grandes inspiradores de corrientes socialistas. Engels lo calificó como el único socialista presente en España. La idea de un Pi I Margall pequeño burgués no se reconocía ni en Engels ni en Marx. Al mismo tiempo, fue inspirador del catalanismo popular y de izquierdas, muy evidente en Gabriel Alomar, Lluis Companys o Francesc Layret. También tiene una relación fuerte con el andalucismo, el republicanismo federal es el gran antecesor del andalucismo que se percibe en la Constitución de Antequera. Además, hay una relación dialéctica con el galleguismo…
"Engels calificó a Pi i Margall como el único socialista presente en España"
. En la medida en la que Pi i Margall situó la contradicción entre el poder y la libertad, entre el poder despótico y la libertad, todas las contradicciones eran suyas: el Estado y la sociedad, el capital y el trabajo y el reconocimiento de la plurinacionalidad. Es un pensador terriblemente actual, pero su lectura ha de ser histórica, no se pueden usar los significados de conceptos tal y como los entendemos en el presente. En el libro, intento contextualizar los significados de Pi i Margall para entenderlos en el presente.
-De alguna manera, el fracaso del proyecto político de Pi i Margall, una república federal, hace que evolucionen los distintos proyectos nacionales periféricos.
“El Estado liberal se legitimará a través de un nacionalismo español”
-Sí, se da todo en un arco muy corto de tiempo que va de finales del XIX a principios del XX. Ahí nace el nacionalismo vasco, aunque con una matriz distinta al republicanismo federal. Nace también el catalanismo, el galleguismo y el andalucismo político. Esto tiene que ver con un fracaso de la consolidación de un modelo de Estado. Es verdad que el republicanismo federal había puesto en jaque y había sido la gran alternativa a ese modelo centralista y capitalista, con una redistribución de la riqueza muy desigual. Ese Estado liberal se legitimará a través de un nacionalismo español, de la consolidación del Estado-nación español, lo que tiene mucho de excluyente de derechos. En este espacio de tiempo, nacen estos proyectos nacionales alternativos de distinto signo, algunos más progresistas y otros más reaccionarios. En todo caso, había un Estado que excluía a diferentes sectores y realidades nacionales.
-También explica cómo son indisociables en el Estado español las ideas de centralismo, de neoliberalismo y autoritarismo. Eso en otros países no pasa.
-El libro recoge una reflexión de Pierre Vilar, uno de los maestros de Josep Fontana, que dice que tenemos que mirar al presente desde una mirada histórica para que nos permita construir herramientas para explicar parte de lo que nos sucede. En esta mirada, cada vez me quedaba más claro que tenía que partir del siglo XIX para entender las condiciones específicas de la construcción del Estado liberal español. Este nace como un Estado capitalista moderno para poder imponer un nuevo modelo socio-económico, el capitalismo, partiendo de una base muy débil: un pacto entre una parte de los liberales y del Antiguo Régimen, representado por la monarquía. Así, el Estado se construye como una herramienta de transformación social en el sentido capitalista.
Esta construcción tiene que concentrar mucho poder en el Estado frente a las poblaciones y sus reacciones, bien la del republicanismo federal en clave igualitarista, socialista e, incluso, comunista, bien las del carlismo. Ante esta doble reacción, el Estado concentra mucho poder y esto hace que excluya mucho en términos de derechos de la ciudadanía y derechos territoriales. Se construye de arriba a abajo y del centro a las periferias. Se copia del modelo napoleónico francés el modelo provincial y se impone del Ministerio de Gobernación a los gobernadores civiles y hasta los propios ayuntamientos. Por esto, el modelo liberal español es muy centralista.
-Y eso se percibe en el presente.
“En 2008, se hace una gestión neoliberal de la crisis ligada a un modelo de centralización”
-Esto, trayéndolo al presente, se ve claramente en la gestión de la crisis del modelo neoliberal del año 2008. Se hace una gestión neoliberal de la crisis ligada a un modelo de centralización, las leyes Montoro de control financiero, por ejemplo. Es la única forma de aplicar recortes sobre las comunidades autónomas y, en la medida en la que estas tienen transferidas las grandes políticas sociales, educación y sanidad, se consigue que esos recortes vayan ligados a derechos sociales. Otra vez lo mismo, de arriba abajo y del centro a las periferias.
A la vez, las dos realidades, la del siglo XIX y la actual, se bañan de un discurso de nación española que legitiman la actuación del Estado a partir de la idea de que hay una sola nación que es España. Eso va en detrimento de la construcción de otros proyectos nacionales de la realidad española.
-Esto choca con algunas ideas de cierta izquierda españolista que asegura que la idea de plurinacionalidad es una idea insolidaria con algunos territorios más pobres del Estado español.
“Pensar que la plurinacionalidad es una pura construcción de las élites es negar la historia”
-Están en un mal momento para comentar esto. El Gobierno actual alternativo al de las tres derechas se sostiene por la idea de plurinacionalidad. Si uno mira la composición del Congreso, la mayoría de la investidura y de los presupuestos, es difícil de explicar que la existencia de plurinacionalidad implica políticas de derechas. Gracias a la existencia de la plurinacionalidad en España no gobierna el PP con Vox. Por tanto, más allá de hacer pedagogía es que la realidad y la correlación de fuerzas que se expresa en el Congreso de los Diputados lo aclara.
Seguir pensando que el tema de la plurinacionalidad es una pura construcción de las élites es negar la historia más reciente. Este siglo hemos tenido el Plan Ibarretxe, el Procés, tenemos la España Vaciada y ahora el conflicto del estado autonómico implosiona por Madrid. Son conflictos de distribución de poder, tal y como sabían los republicanos del XIX.
-Hay un mantra, también en la izquierda, que relaciona independentismo con burguesía catalana.
-Eso significaría que tenemos en Catalunya la mitad de población burguesa. Creo que, utilizando Els Segadors, nunca fue Catalunya tan rica y plena (Risas). Es evidente que en toda construcción nacional hay una alianza y disputas de clases. Todas las disputas por la nación, también la española, intentan transmitir unos valores y las élites juegan a esto. En Catalunya, también se juega a esto. La alta burguesía catalana no lo hace especialmente, también hay que decirlo, pues no se caracteriza por estar en el marco del independentismo. Reducirlo es retórica y básicamente no enfrentarse a la realidad. En política, no enfrentarse a la realidad significa que esta te pasa por delante.
-Últimamente se percibe que ciertos sectores del independentismo está virando a posiciones identitarias y xenófobas. ¿Hay una ultraderecha independentista?
“Todo proyecto nacionalista tiene una mirada hacia atrás y otra hacia adelante”
-Todo proyecto nacionalista tiene una mirada hacia atrás y otra hacia adelante. Es el conflicto entre lo que se llama nación cívica y nación cultural. Todo proyecto nacional tiene diversas caras y están presentes. El Procés siempre miraba hacia adelante, presentaban un pacto social para el futuro. Es cierto que el Procés ha quedado, tras el 2017 y la represión y una cierta metabolización estratégica evidente, más en el pasado, pero esto no tiene por qué ser eterno. En este momento, las expresiones etnicistas pueden tener una cierta realidad, aunque creo que no son mayoritarias ni en el catalanismo, ni en el nacionalismo, ni en el independentismo. Lo más claro es que un personaje como Joan Canadell es el segundo de JxCat por la provincia de Barcelona, un personaje que me parece claramente etnicista. Creo que ni siquiera es consciente de lo que expresa. También es verdad que ERC y el resto del soberanismo están denunciando eso. Es preocupante. Veremos el 14 de febrero.
-Hablando de las elecciones catalanas. ¿Hasta qué punto cree que el pacto de los presupuestos de Barcelona entre ERC, comunes y PSC puede darse en la política catalana?
“Está habiendo una concepción de distintos proyectos progresistas sobre la transformación del Estado”
-Las encuestas señalan dos grandes fenómenos. Por un lado, en el histórico combate por la hegemonía entre ERC y JxCat, ERC se adelanta, lo que es un dato no menor. Por otro lado, parece que se desintegra la mitad de la base electoral de Ciudadanos. La única duda con respecto al comportamiento electoral es el impacto del covid-19 y si las encuestas lo están leyendo.
Si en estas elecciones se produce lo que dicen las encuestas, veo complicado un Govern diferente al actual. Será interesante ver, si gana ERC, si JxCat le da la presidencia, tengo mis dudas, e iríamos a una repetición electoral y ahí sí que se produciría un cambio. Venimos de una legislatura en la que prácticamente no ha pasado nada. El Estado, no hablo del Gobierno, ha seguido reaccionando en una lógica represiva brutal. No ha pasado nada esta legislatura pero hay una diversificación estratégica en el independentismo. Una parte busca alianzas con el Estado, ERC, y una opción es simbólica y resistencialista, pues no proponen nada para lograr una independencia real, y va acusando de traidores al resto.
La gran duda es quién gobierna después. Tras estas elecciones, hubiera repetición o no, esta diferenciación estratégica no podría durar más tiempo. Hay datos claves interesantes para esto. El catalanismo, soberanismo e independentismo tendrán que saber si quieren quedarse atrapados en una lógica de pasado. Para mí, una de estas claves es lo que está pasando a nivel de Estado en varios sectores. Una clave es la apuesta clara de fuerzas soberanistas periféricas para jugar a la política estatal y la transformación del Estado como forma de poder realizar sus propios proyectos en sus realidades nacionales. Ahí es clave el papel de EH Bildu, del BNG y reflexiones que se están produciendo en el campo de Compromís, muy interesantes, apostando por modelos confederales. Si el catalanismo no tuviera en cuenta todo esto, podría pasar de ser el gran actor central de la crisis territorial a quedar absolutamente fuera del limbo.
Esto también está pasando en el ámbito del PSOE. Movimientos como el de Ximo Puig, que venga a Barcelona y hable de la formación de una especie de Commonwealth entre Catalunya, País Valencià y Balears, y que Francina Armengol diga que está de acuerdo con el proyecto y hable de modelos federales y confederales, todo eso deja descolocado al discurso de Miquel Iceta sobre la Declaración de Granada. Está habiendo una concepción de distintos proyectos progresistas sobre la transformación del Estado, en relación a su composición de poderes soberanos en lo territorial y social.
Todo esto hace que haya actores claves que tienen que saber jugar en esta realidad. Uno de ellos es el conjunto del catalanismo. Otro, Podemos, que había sido el gran propositor de este tipo de agendas. No ha de quedar al margen de esto, ha de coger estas banderas y hacerlas suyas. Creo que lo está intentando con la idea del horizonte republicano.
-Antes ha hecho referencia y también habla de ello en el libro, a las cuatro crisis territoriales vividas en este siglo: Plan Ibarretxe, Procés, España Vaciada y Madrid. La última vez que le entrevistamos, hablamos sobre la cuestión de Madrid. “Madrid es cada vez menos España”, era el titular. Parece que en los últimos meses se ha acelerado este proceso.
“La España Vaciada es la gran víctima del centralismo”
-En el libro, hay dos elementos, uno de más recorrido histórico y otro más del presente, de la crisis de las soberanías y cómo se representa en crisis territoriales. En el libro, dibujaba tres crisis y me atrevía a dibujar una cuarta, la de Madrid como centro de poder y de las élites. Creo que esto ha sido evidente con la crisis del covid-19, ha emergido una serie de consideraciones en muchos actores políticos sobre el papel que está jugando el Madrid de las élites con respecto al resto de España.
Ximo Puig, en un discurso reciente, hablaba de Madrid como una aspiradora. La misma existencia de Teruel Existe es una impugnación al modelo centralista. La España Vaciada es la gran víctima del centralismo, de una construcción nacional española estatal de este tipo. Teruel Existe es interesante, no es una confrontación que se exprese entre distintas realidades nacionales, sino que es una crisis de representación dentro de la propia concepción nacional española, esto es la emergencia de nacionalismos y provincialismos. Esto cuaja en una serie de realidades diversas que tienen en común que dicen que esto no es sostenible, que un centro con capacidad de drenar recursos no es sostenible, porque el Estado es de todos, pero se encarna en su capitalidad.
Además, que la Comunidad de Madrid esté haciendo dumping fiscal lo convierte en menos sostenible y esto lleva a situaciones como que ERC acabe pactando la armonización fiscal respecto a Madrid. Es algo que choca, que un partido independentista vaya a decir a Madrid que no puede hacer dumping. Esta propuesta no es solo de ERC, ha salido de varios actores políticos. Nadie cuestiona que haya diferentes actores en materia fiscal, como el concierto vasco o el convenio navarro, sino que hay que armonizar el centro, porque se da esta situación de dumping que solo es posible por la existencia de un Estado detrás.
-Estamos viendo una crisis de la monarquía bastante profunda. El pasado 12 de octubre, varios medios independientes publicamos una encuesta sobre la monarquía. Una de las conclusiones puede ser que la monarquía sufre un desgaste pero que no hay una alternativa republicana construida. ¿Cómo se construye alternativa republicana?
“Desde Fernando VII a Juan Carlos I no ha habido una generación de Borbones que no haya estado en el exilio”
-A veces, en la historia de España, han sido los desastres de la monarquía los que han traído república cuando no había construida una alternativa republicana. La dinastía borbónica tiene en esto unas capacidades enormes, desde Fernando VII a Juan Carlos I no ha habido una generación de Borbones que no haya estado en el exilio.
Otra consideración es que hemos visto una mayoría de la investidura que ha sido posible porque si no estaba el Gobierno de las tres derechas. En la campaña de las primeras elecciones de 2019, Sánchez casi hablaba de un frente popular frente a la posibilidad de que Vox gobernase en España. Ese era el discurso, en las segundas elecciones cambió. Si esas mayorías se construyen solo por evitar a las tres derechas, este proyecto puede tener unas contradicciones internas enormes, son proyectos muy distintos.
Con esto quiero decir que haría falta la construcción de agendas compartidas con un horizonte republicano. Esto no se construye en un debate parlamentario de unos días, hace falta algo más de fondo de trabajo de los distintos espacios políticos y culturales. Toda la agenda no puede ser compartida, pues cada proyecto tiene distintos horizontes, pero las agendas compartidas pueden hacer que el horizonte republicano español sea un elemento clave. Ahí hay un trabajo que se tiene que hacer, no sé si se está haciendo, si no, la construcción de estas mayorías, de estas alianzas compartidas, puede no dar frutos.
-Para terminar, ¿qué espera del discurso de Felipe VI de mañana, Nochebuena?
“El mínimo del discurso de Felipe VI sería que no hay inviolabilidad del jefe del Estado para cometer delitos”
-¡Feliz Navidad! Supongo que nos va a felicitar las navidades (Risas). Fuera bromas, de lo que tendría que hablar es muy evidente. Hay un discurso de Juan Carlos I en 2011, invitaría a los lectores a que lo vieran en Youtube porque es espectacular. Habla de que la Justicia es igual para todos y que nadie puede escapar a la Justicia. En ese momento, se refiere a Iñaki Urdangarín. Verlo ahora es muy sorprendente, porque esto no ha sido así. Finalmente, Urdangarín es el único que ha acabado en manos de la Justicia. Esto sería el mínimo del discurso de Felipe VI, que la Justicia es igual para todos, que no hay inviolabilidad del jefe del Estado para cometer delitos.
A partir de aquí, hay cosas que no puede hacer ya, como coser una realidad plurinacional tras el discurso del 3-O hacia Catalunya, lo veo inviable. Sinceramente, lo tiene mal. Cada vez que intenta solucionar algo, lo empeora. No quiere decir que se acabe la monarquía, pero la crisis de legitimidad que tiene actualmente es enorme. No se aclara en ningún sentido, porque lo único que hace es esconderse.
Cuando la Casa Real anuncia con un comunicado un sábado, el mismo día que Sánchez anuncia el estado de alarma y que vamos a confinarnos todos, que hace un año que hay una sociedad de la que Felipe VI es heredero. Probablemente ahí hay comisiones provenientes de las monarquías del Golfo. Si eso no es esconderse, aprovechar el máximo impacto de la pandemia para la sociedad española para sacar una nota… Lo único que ha hecho la monarquía es esconderse y esperar a que pase el tiempo, pero cuanto más tiempo pasa, más agrietado está el edificio. Ahora tendría que afrontar los temas. Tengo mis dudas de que lo haga, de momento no lo ha hecho.
Fuente → cuartopoder.es
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