En Luarca, en 1936, una manada de militares franquistas violó a cuatro jóvenes hermanas republicanas durante la noche, y después fusilaron a las tres mayores

En Luarca, en 1936, una manada de militares franquistas violó a cuatro jóvenes hermanas republicanas durante la noche, y después fusilaron a las tres mayores

El grupo ‘Memoria Democrática’ nos acerca este domingo un nuevo reportaje sobre la violación y fusilamiento de un grupo de hermanas en Luarca, Asturias, a manos de militares franquistas. Para poder leer más información al respecto se puede visitar en Facebook el grupo ‘MEMORIA DEMOCRÁTICA’.

La noche en que los soldados “negros” entraron en Luarca se entregaron a toda clase de desafueros.

La primera condición que imponen a los pueblos es que salieran las mujeres para animar la calle y acompañar en el paseo a los soldados “patriotas”. Ni quedó una bota de vino ni quedó una mujer en casa. El miedo hace milagros. Las que no cumplen esta consigna son tildadas de “rojas”. Esto, si no implica pena de muerte, se les corta el pelo y se les pasea por la calle en procesión grotesca y macabra.

En Luarca hay cuatro hermanas pobres y bonitas a las que envidian todas las feas. No falta miserable del pueblo que diga “que las conoce bien”, y que el vino, que gana batallas con las armas, suele también abrir cerrojos. Las meten en un automóvil. Recorren varios pueblos. Las emborrachan. Después telón cerrado.

La noche. Gritos de gozo o gritos de asco y de miedo. El caso no es entrar en la escena. Es salir de ella. Los soldados se apartan. Meditan.

– Esto lo arreglo yo – dice uno.

Y fue a la comandancia.

Momentos después llegaba una patrulla y detenía a las tres mozas mayores. La cuarta tenía catorce años. La dejaron en paz. Las tres, sin dejarlas hablar, fueron acusadas de incitar a los soldados a que no disparasen contra el pueblo. Que tiraran contra los jefes y así se acababa la guerra.

Sin hablar fueron al calabozo y sin dejarlas hablar fueron fusiladas y tiradas por los caminos. Una, apareció bastante lejos de las otras. Sobre el terreno había un rastro de sangre:

– ¿La remataron después?

-No. Se murió ella sola. La vio muerta un pastor.

Documentos: Original en el libro España a Hierro y Fuego, de Alfonso Camín.

Fuente: Tulio Riomesta

 documentalismomemorialistayrepublicano.wordpress.com


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