El último guerrillero (1933/2019): A nuestro camarada Camilo de Dios

Un hombre firme y digno hasta su último día. Un camarada excepcional.

El último guerrillero (1933/2019): A nuestro camarada Camilo de Dios / Eva Solla Fernández

Ahí estaba él, incólume, recibiendo los restos de su hermano asesinado. Entero, con semblante serio, como si no hubiese sufrido 65 años de espera. Así era Camilo. Un hombre firme y digno hasta su último día. Un camarada excepcional.

Un sindicato noruego había financiado, a través de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, el regreso de los restos de Perfecto de Dios, hermano de Camilo, integrante como él del Exército Guerrilleiro, asesinado a los diecisiete años por los falangistas y muerto en brazos de la madre de ambos. Un año después del inicio de la exhumación de los restos de Perfecto en Chaherrero (Ávila), por fin Camilo veía cumplida la promesa realizada a su madre de poder enterrar a su hermano.

Perfecto fue despedido en junio de 2015 en un populoso acto en Xinzo da Limia y enterrado posteriormente en el cementerio de Sandiás, mientras sonaba, precioso, el Himno Guerrillero. A pesar de lo emocionante del día, Camilo recibió a todos y cada uno de los amigos y camaradas con una sonrisa, con unas palabras de apoyo, con una amabilidad infinita, esa que reconocemos en muchos de los que han dado su vida, han pasado tortura y cárcel y siguen creyendo en un mundo mejor.

Camilo de Dios fue un camarada excepcional, no solo por su trabajo en la guerrilla o por guardar siempre lealtad a su causa y a su Partido, a pesar de los años de torturas, de la cárcel y la represión a su familia. Lo fue también porque siguió siendo fiel a su militancia hasta el final con total abnegación.

Siendo miembro de la II Agrupación del Exército Guerrilleiro, Camilo formó parte del grupo que intentó liberar de la prisión de A Coruña a Gayoso y Seoane. Acción por la que fue detenido en 1949 después de un largo asalto. Posteriormente fue salvajemente torturado. A Camilo le arrancaron las uñas y le clavaron lápices en las manos para que cantase y fue condenado a muerte. Pena que luego conmutarían por treinta años de cárcel.

Camilo pasó por los penales de A Coruña, El Dueso, Alcalá de Henares, Cuéllar y Yeserías y en los años sesenta, ya en libertad, fue responsable de desarrollar las Comisiones de Agricultores (CCOO) en el campo ourensano. También se encargó de la reorganización del PCE.

La última vez que vi a Camilo en vida aprovechaba una visita médica para unirse a una concentración en el hospital de Verín contra los recortes del personal sanitario. Fue en 2019, en las primeras protestas antes de la masiva manifestación que llevaría a 20.000 personas a la calle por el cierre del paritorio y en defensa de los servicios en el rural. Ninguno de los camaradas que allí estábamos podíamos imaginar que Camilo nos dejaría en el mes de diciembre.

Camilo se marchó tranquilo y sin hacer ruido un 17 de diciembre, como se van todos los hombres y mujeres imprescindibles de nuestra Historia, con el deber cumplido y con un legado de enseñanza para todas y todos nosotros. Que su nombre, como el de todos los imprescindibles, no se borre de la Historia. mundoobrero.es


Fuente → kaosenlared.net

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