Así colocó el PP a los altos cargos franquistas y a sus familiares en las más importantes empresas del Estado

‘Los ricos de Franco’, el libro de Mariano Sánchez Soler, revela que el tránsito de la dictadura a la democracia fue apacible para numerosos descendientes de las grandes estirpes 

Así colocó el PP a los altos cargos franquistas y a sus familiares en las más importantes empresas del Estado / José Antequera:

Es algo conocido que los descendientes de los prebostes franquistas han ocupado los puestos más altos de la empresa privada y la Administración pública también en democracia. El libro Los ricos de Franco, del escritor Mariano Sánchez Soler, desvela claves importantes sobre ese tema y aporta nombres y apellidos que se han repetido en los últimos cuarenta años de nuestra historia. Sánchez Soler se remonta al 29 de noviembre de 2000, cuando el diputado socialista y futuro Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, “con una simple pregunta, rompió el tedio generalizado que, durante los últimos tiempos rodeaba casi siempre las sesiones de control parlamentario al Gobierno de José María Aznar. ¿Cuál es la política del Gobierno de colocación de ex altos cargos en presidencias de empresas públicas?”, preguntaba textualmente el diputado del PSOE.

En cuanto la presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi, anunció la citada pregunta número 13, el diputado Fernández Marugán se puso en pie y dirigió sus palabras al vicepresidente para Asuntos Económicos y ministro de Economía, Rodrigo Rato, el futuro presidente de Bankia que acabaría condenado a cuatro años de prisión tras ser encarcelado por un delito continuado de apropiación indebida. El diálogo parlamentario fue revelador:

−Señora presidenta, señor Rato, desde que llegaron al Gobierno han estado modificando la estructura del poder económico en España –dijo Marugán–. Han desarrollado un conjunto de actuaciones que no han pasado desapercibidas y que, en una sociedad exigente como la española, no han creado indiferencia. Es una realidad que esas actuaciones han servido para dejar en manos de personas vinculadas a su partido las más importantes empresas españolas. En empresas públicas privatizadas y en grupos privados son hoy numerosos los empresarios que les deben a ustedes el cargo. En la empresa pública, ¿sería usted tan amable de decirnos cuáles son los criterios de política de colocación de ex altos cargos en presidencias de empresas públicas que tiene el Gobierno?

Rodrigo Rato, con su habitual flema, se limitó a responder:

−Señor diputado, el Gobierno no tiene ninguna política de colocación de ex altos cargos, pero sigue la ley aprobada por este Parlamento hace quince años.

−Señor Rato –replicó Fernández Marugán con dureza− su respuesta es una ficción y conviene en esta sociedad diferenciar la ficción de la realidad. La realidad es que ustedes han creado una casta afín a sus intereses. La realidad es que hoy controlan el 60 por ciento del Íbex. La realidad es que ni el señor Norniella, ni el señor Martín Villa, ni el señor Marín, ni el señor Isla, por no citar al señor Ariño o al señor Villalonga, o al señor Alierta, o al señor Irala, o al señor Fernández Olano… ninguno de ellos es Iaccoca [Lee Iacocca, ejecutivo estadounidense de ascendencia italiana y uno de los grandes empresarios de la industria del automóvil de finales del siglo XX y principios del siglo XXI]. No estarían donde están si no hubiera sido por los vínculos que antes y ahora han tenido y tienen con ustedes. No digamos el señor Barrero, del que todos conocemos su capacidad, que solo la ha demostrado para cazar muflones, o su afición para coleccionar rifles Kalashnikov, o su tradición empresarial, que no atesora ninguna.

Según cuenta Sánchez Soler en su libro, cuando estallaron los primeros aplausos y rumores, la voz de la presidenta del Congreso se alzó para llamar al orden:

​−Señorías… Un momento señor Fernández Marugán.

Pero el diputado socialista apostilló:

−A pesar de eso, lo han colocado en la presidencia de la principal empresa papelera de Europa.

−Muchas gracias, señor Fernández Marugán –dijo Rudi entre los aplausos que salían en los escaños de la oposición−. Ha agotado su tiempo e incluso lo ha sobrepasado. Señor vicepresidente…

Rato respondió que no compartía la visión del socialista, ya que a los 25 años de la muerte de Franco aún “se escucha decir a algunas personas que los que han tenido cargos políticos no tienen que tener el respeto y la seriedad suficientes” para ejercer como altos cargos en las instituciones del Estado. La intervención de Rato revelaba una forma de entender la política, según Sánchez Soler. “Parlamentarios y altos cargos del PP acababan de desembarcar directamente desde su puesto o escaño hasta la presidencia de algunas de las más importantes y estratégicas empresas de España, junto a personajes de larga trayectoria política en la derecha”.

“La pregunta número 13 de Fernández Marugán ponía encima de la mesa quiénes eran entonces los presidentes de los cien grupos empresariales más importantes de España. Liderados por Repsol, aparecían otros nombres sobradamente conocidos en la última etapa de la dictadura: Carlos Pérez de Bricio en Cepsa; Íñigo de Oriol en Iberdrola; José Ramón Álvarez Rendueles en Aceralia; Carlos Espinosa de los Monteros en Daimler Chrysler España; Rafael del Pino en Ferrovial; Juan Miguel Villar Mir en DHL; José María Aguirre González en Cobra; José Lladó Fernández-Urrutia en Técnicas Reunidas… Entre ellos se encontraba incluso un continuador de la saga Banús, Jorge Miarnau Banús en Comsa, compañía del sector de la construcción. “Nombres y apellidos de siempre, muchos de ellos tradicionalmente acostumbrados a saltar del Consejo de Ministros al consejo de administración como estaciones de un mismo viaje, directamente vinculados a gobiernos de derechas y a la alta administración durante el franquismo”, asegura Sánchez Soler.

La lista de altos cargos “colocados” resultaba abrumadora: Rodolfo Martín Villa en Endesa; César Alierta en Telefónica (tras privatizar Tabacalera y ser acusado en 2003 del uso de información privilegiada para lucrarse con la compraventa de acciones de esa compañía); Xavier de Irala Estévez en Iberia; el ex comisario Marcelino Oreja Aguirre en Fomento de Construcciones y Contratas (participada por el Estado); Pablo Isla en Altadis; el ex secretario de Estado de Comercio, José Manuel Fernández Norniella, en Azucarera Ebro; el ex secretario de Estado para el Deporte, Pedro Antonio Martín Marín en Astra Satélites; José Fernández Olano en Aldeasa; el ex presidente del Senado Juan Ignacio Barrero en Ence; Alfonso Cortina Alcocer en Repsol; el ex ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado Montalvo en Carrefour con los March, tras la nacionalización de las acciones del Estado en Transmediterránea…

“A la vista de los hechos, el tránsito desde la dictadura hasta una democracia parlamentaria representativa con sufragio universal no ha resultado demasiado traumático para quienes supieron manejar las riendas político-financieras de la Transición. Todos aprendieron el axioma de Lampedusa e incluso los más lúcidos se jactaron de ello. Ese es el balance”, explica el autor de Los ricos de Franco.


Fuente → diario16.com

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