La ley de Memoria Democrática auditará los bienes expoliados por el franquismo

Esquela en el 45 aniversario de la muerte de Franco

La ley de Memoria Democrática auditará los bienes expoliados por el franquismo / Enric Sopena:

Francisco Franco Bahamonde. Murió cristianamente al servicio de la patria el día 20 de noviembre de 1975”. El periódico ABC publicó el domingo pasado una esquela en el 45 aniversario de su muerte, en la que la familia y la Fundación Francisco Franco ruegan una oración por su alma.

El dictador murió tranquilamente en la cama, como pudimos observar muy de cerca los periodistas que llegamos al palacio del Pardo a primera hora de la mañana del día siguiente. Mi director en el Diario de Barcelona, Josep Pernau, me había avisado al alba que corriera hacia el desierto aeropuerto de Barcelona porque “ya ha muerto”. No hacía falta mencionar su nombre.

Pero la esquela recoge dos bulos. El primero, que Franco muriera cristianamente, cuando no parece que su vida fuera un ejemplo de buen cristiano: El 18 de julio de 1936 dio un golpe de estado, desató una represión sangrienta contra la población y tuvo a un país muchos años bajo su bota, sin libertad ni democracia.

Franco caminaba bajo palio, adorado por una jerarquía eclesiástica que cerró los ojos ante los desmanes cometidos por los franquistas, los falangistas y los fascistas de la época. Una Iglesia que se vio favorecida por el franquismo y que, en muchos casos, ahormó una moral fundamentalista que se enseñaba en las escuelas y que se extendía a la sociedad.

El segundo bulo es que Franco muriera al servicio de la patria. Pueden entenderlo así quienes consideran la patria como un chiringuito propio del que obtener beneficios particular. El historiador Paul Preston afirmaba en un artículo reciente en El País que, hasta la guerra, Franco solo contaba con su sueldo y la herencia de su mujer. Y que todo eso “se convirtió con el tiempo en una riqueza espectacular”.

Además de una nómina que fue creciendo de manera progresiva hasta alcanzar cantidades notables, el dictador recibía sustanciosos donativos de empresaspúblicas como la antigua Telefónica, y también a través de suscripciones populares con fines diversos, como el apoyo a la gloriosa cruzada nacional o para supuestos monumentos en homenaje a su persona.

El maltratado y esquilmado pueblo español regalaba joyas a su esposa, Carmen Polo, desde un escenario de miseria y desesperanza que componía la imagen de una España muy ajena a la propaganda oficial. Cuando Carmen Polo visitaba Barcelona, los joyeros se ponían a temblar.

El periodista Mariano Sánchez acaba de publicar Los ricos de Franco: “Con su peculiar manera de entender la política, Franco siempre tuvo claro que el bolsillo y la patria iban indefectiblemente unidos. Que mientras los asuntos de la cartera marcharan bien, sus seguidores beneficiados no conspirarían contra su poder personal, cuyo ejercicio vitalicio era, a fin de cuentas, su único objetivo…”

El anteproyecto de ley de Memoria Democrática incluye entre sus postulados que el Estado promoverá una auditoría de los bienes que se expoliaron durante el franquismo. Este asunto es probablemente el que más escuece a los que reivindican todavía esa época tenebrosa que se cerró el 20 de noviembre de 1975 y que retrasó el reloj de la modernización de España, porque, a la sombra de la dictadura, medraron muchos.


Fuente →  elplural.com

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