La Corona, 45 años parapetada tras el IBEX
 
La Corona, 45 años parapetada tras el IBEX
Dani Dominguez
Las formas han cambiado en La Zarzuela. Parece complicado que vayamos a ver a Felipe VI aceptando un yate valorado en 3.000 millones de pesetas (unos 18 millones de euros) pagado por empresarios baleares a razón de 100 millones por barba. O yéndose a Brasil a ver la Fórmula 1 con la invitación de la familia Botín, propietaria del Banco Santander. O colocando a sus familiares en empresas como La Caixa o Telefónica. “Felipe VI lo que intenta es distanciarse de su padre, que fue algo que le propuso el Gobierno”, asegura el periodista José García Abad, autor de, entre otras investigaciones, Sobra un rey y El maldito IBEX (Ed. El Siglo). 

Sin embargo, también cree que lo tiene difícil porque, aparte de sucesor, son padre e hijo: “La tarea es complicada, pero no le queda otro remedio”, sostiene. El sociólogo y periodista Andrés Villena, autor de Las redes de poder en España (Rocaeditorial), también considera que estos cambios de comportamiento entre ambos reyes obedecen a una “estrategia de marketing del nuevo monarca: “Felipe VI quiere tener un perfil más comedido y evitar cualquier tipo de escándalo. Es una relegitimación del poder del rey que tiene que labrarse”.

García Abad ha investigado durante años la relación entre Juan Carlos de Borbón y los poderes económicos, iniciada al casarse con Sofía de Grecia, en 1962, cuando la banca organizó una colecta “para hacerle un fastuoso regalo de bodas”. El resto de la historia es harto conocida: la amistad con empresarios como Mario Conde, Emilio Botín, César Alierta, Isidro Fainé, Juan Miguel Villar Mir… La intermediación del monarca fue clave, por ejemplo, para que un consorcio de empresas españolas, capitaneadas por Villar Mir, obtuviese el contrato millonario del AVE a La Meca. El rey emérito está siendo investigado ahora por haber cobrado supuestamente una comisión millonaria. Fue también Juan Carlos I quien otorgó el título de marqués al empresario en 2011. No obstante, existía una segunda línea de empresarios que lo único que tenían que hacer para estar cerca del rey era “aportar dinero cuando él lo pedía”, asegura Gacía Abad.

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Encuentro en 2008 entre el rey Juan Carlos I y el entonces presidente del Banco Santander, Emilio Botín. REUTERS / NACHO CUBERO

Según ha revelado El Confidencial, Juan Carlos I supuestamente ocultó en Suiza millones de euros de acciones de compañías de empresas españolas que cotizan en el IBEX 35. De acuerdo con la información recogida por el diario, el rey emérito habría utilizado la Fundación Zagatka –dirigida por su primo Álvaro de Orleans– para esconder durante casi dos décadas títulos accionariales de bancos como BBVA y Santander, energéticas como Iberdrola, Endesa o Repsol, constructoras como ACS o Acciona, u otras como Ence, Abertis, etcétera.

Pero, ahora, ¿cuál es la relación ahora entre el IBEX y el rey Felipe? Los grandes empresarios siguen teniendo un corredor seguro y directo entre sus despachos y la jefatura del Estado gracias a la simbiosis en organizaciones de la realeza como la Fundación Princesa de Asturias y la Fundació Princesa de Girona. Esta última, explica José García Abad, “formaba parte de ese intento de la corona de tener una imagen más popular dentro de Catalunya”. Se trata de una organización “privada” constituida en 2009. La presidencia de honor la representa Felipe VI “en nombre de su hija la princesa Leonor”. La vicepresidencia corre a cargo del president de la Generalitat, según se puede leer en su web. Hasta el 30 de septiembre, un asterisco (*) especificaba lo siguiente: “En fecha 22 de junio de 2018, el actual M. Hble. Sr. Presidente de la Generalitat de Cataluña, el señor Joaquim Torra, renunció a la Vicepresidencia de honor de la Fundación Princesa de Girona”. La nota ha sido eliminada tras la inhabilitación de Torra por parte del Tribunal Supremo.

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Desmontaje de un plató tras la entrega del Premio Príncipe de Asturias en 2014. REUTERS / ELOY ALONSO

Méritos, ejemplaridad, juventud emprendedora e innovadora, capacidad de asumir riesgos y la motivación, liderazgo y compromiso personal, igualdad de oportunidades, mentoring profesional, desarrollo profesional, aprender a emprender… Son conceptos que se repiten de forma continua en la web de la fundación. Una oda al discurso de la meritocracia que se derrumba al llegar al Patronato, eminentemente compuesto por hijos y nietos de. Ahí está, por ejemplo, Juan Claudio Abelló Gamazo, hijo del empresario multimillonario Juan Abelló, la 13ª persona más rica de España; Fernando Abril-Matorell, hijo del vicepresidente del Gobierno con Adolfo Suárez; Javier Botín O’Shea, hijo del expresidente del Banco Santander Emilio Botín.

La lista sigue: María Dolores Dancausa, hija del alcalde falangista de Burgos y uno de los fundadores de la Fundación Nacional Francisco Franco; Rafael del Pino Calvo-Sotelo y Juan Ignacio Entrecanales Franco, herederos de las constructoras Ferrovial y Acciona, respectivamente. Todo ello, en la fundación dedicada a la hija del único cargo público hereditario. Así, un total de 90 miembros componen el Patronato a título personal o en representación de una gran empresa, desde Telefónica a Indra, desde PRISA a Iberdrola. El requisito es sencillo: pagar. “Las aportaciones periódicas que los patronos realizan anualmente a la fundación están establecidas por el Patronato para el ejercicio 2016 en un máximo de treinta y tres mil euros (33.000€)”, explican en la web. 

Según expone Andrés Villena, el profesor William Domhoff explica en su libro Who rules America? el papel de las fundaciones como elemento para perpetuar el papel de la clase dominante. “Son lugares de reunión y puntos de encuentro. Además, sirven para que los grandes empresarios den una visión en la que el interés empresarial se identifica con el interés nacional”, explica el sociólogo. Villena defiende que los beneficios de las grandes empresas “dependen mucho del BOE, de las decisiones políticas. Por eso hay que estar cerca de las instituciones del Estado. Es una buena estrategia para recoger grandes beneficios: formas parte del gobierno corporativo de la nación”.

El patronato de la Fundación Princesa de Asturias

Algo más selecto es el Patronato de la Fundación Princesa de Asturias, compuesto por 24 personalidades que representan a grandes empresas como ArcelorMittal, Mapfre, BBVA, Banco Santander, Abengoa… Desde 2016 hasta la actualidad, el organismo ha perdido nombres de relevancia como Florentino Pérez (ACS), Francisco González (BBVA), Isidro Fainé (CaixaBank), Borja Prado (Endesa), José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), Juan Miguel Villar Mir (OHL), Antonio Brufau (Repsol), Esther Alcocer Koplowitz (FCC), Ana Patricia Botín (Santander), José Lladó (Técnicas Reunidas) o José María Álvarez-Pallete (Telefónica). En total, en esos momentos, 18 de las 35 empresas del IBEX formaban parte del patronato de la fundación. Solo Josep Oliu (Banco Sabadell) y Gonzalo Urquijo (AcerlorMittal/Abengoa) se mantienen desde entonces. Para Villena, la monarquía también obtiene beneficios de esta simbiosis con los poderes económicos, al asentar en el imaginario de la ciudadanía la imagen del rey y al otorgarle legitimidad “como un intermediario, una especie de ministro de Exteriores eterno, un embajador perpetuo con otros países”

Esta relación también se hace patente en otras organizaciones no vinculadas directamente a la Corona como el Real Instituto Elcano, un think tank en el que el rey ocupa la presidencia de honor y cuyo patronato está compuesto por políticos en activos y expolíticos –entre ellos, todos los expresidentes del Gobierno hasta la fecha–, además de representantes de las grandes empresas españolas, muchos de los cuales también tienen asiento en el patronato de la Fundació Princesa de Girona o de la Fundación Princesa de Asturias. Lo mismo ocurre con la Fundación Carolina, que tiene el objetivo de “fomentar las relaciones culturales y la cooperación en materia educativa y científica entre España y los países de la Comunidad Iberoamericana de Naciones”.


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