Cabras, elefantes y hasta un oso borracho: las cacerías más polémicas de Juan Carlos I

Recordamos las jornadas de caza más sonadas del emérito

Cabras, elefantes y hasta un oso borracho: las cacerías más polémicas de Juan Carlos I / Luis Abascal:

Esta semana hemos conocido los turbios negocios de Juan Carlos I en la exrepública soviética de Kazajistán. Como si de un trapero de moda se tratara, se han filtrado unas fotografías del emérito luciendo un abrigo de leopardo de las nieves, un animal en peligro de extinción. Cabe destacar que España firmó en 1986 el Anexo I de la Convención CITES, en el que ya estaba incluido el leopardo de las nieves como animal protegido, lo que agravaría los hechos instantánea que ahora circula del Emérito, en la que aparece con el abrigo sobre los hombros.

En el país de Borat, Juan Carlos visitó a su líder, Nursultan Nazarbayev, con quien fraguó una buena amistad. Un viaje de ocio privado que se saldó con una cacería, cinco millones de dólares, whisky escocés y mujeres de compañía. Así lo relata Victor Khrapunov, alcalde de Almaty, región de Kazajistán, quien recibió con todos los honores al monarca en 2002: "Fueron apenas tres días. Pero Nazarbayev quería que resultara muy especial. Había invitado al rey a cazar con él y me pidió que yo lo recibiera".

También fue testigo de cómo Juan Carlos volvió de caza: "Por la puerta trasera del avión introducían los cuerpos de aquellos animales que habían cazado y por la delantera, al mismo tiempo, subían los guardaespaldas del presidente portando cuatro o cinco maletines negros y bajaban sin ellos”. El contenido de los maletines, dice, eran cinco millones de dólares. Así se lo dijo Rakhat Aliyev, un hombre del régimen que además era el yerno de Nazarbayev.

El famoso elefante

La ruina de Juan Carlos comenzó en Botswana. Tras el safari en el país africano se abrió la caja de Pandora. "Maldita la hora en la que maté a un elefante", pensará el monarca. Siete disparos de su rifle Rigby Express de calibre hicieron caer al paquidermo de cinco toneladas a sus pies. Y a los de Corinna zu Sayn-Wittgenstein y el multimillonario sirio Mohamed Eyad Kayali.

Lo peor para el monarca sucedió de madrugada en su tienda de campaña. El 13 de abril de 2012 el todavía rey de España cayó al suelo como el elefante que había abatido previamente y se partió la cadera. Hubo que trasladarle con caracter de urgencia a Madrid, donde se le operó: "Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a suceder", dijo posteriormente. ¿El qué? Sea lo que sea, a partir de ahí comenzó la declive de Juan Carlos I y comenzaron a salir a la luz su incontables corruptelas.

En la película Semos Peligrosos (1993), Matías, el abuelo de Makinavaja, le roba el reloj en una escena a Juan Carlos I. Visto con distancia, poco le robó el bueno de Llàtzer Escarceller a ese apuesto personaje que paseaba por la playa de Salou.

Seis años antes nos encontramos quizás con la cacería más ridícula de todas. Juan Carlos I solo necesitó un disparo para abatir Mitrofán, un oso que había sido emborrachado con un cóctel de miel con vodka. Serguei Starostin, vicejefe del Departamento para la Protección y el Fomento de los Recursos Cinegéticos de la región de Vólogda señaló que el emérito "no sabía" que el animal estaba en estado de embriaguez.

El propio Starostin definió lo sucedido como "aborrecible escenificación" y "payasada sangrienta".

Juan Carlos I es un amante de muchas cosas. Y la caza es una de sus mayores pasiones. Cabras, elefantes y osos borrachos son solo tres ejemplos de los miles de animales abatidos por el emérito.


Fuente → elplural.com

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