¿Existe una alternativa republicana en España?

Según los resultados de la Encuesta sobre la Monarquía, publicada el pasado lunes, si hoy se celebrase un referéndum sobre la forma del Estado, ganaría la república con un 40,9% de ciudadanos a su favor en comparación con el 34,9% que apoyaría la continuación de la monarquía. Sin embargo, hay otras cifras que indican que no hay motivos para el triunfalismo republicano. La baja valoración de otras instituciones como el Parlamento o los partidos partidos, el hecho de que los votantes de derechas sean claramente monárquicos o las propias proporciones de la Cámara Baja hacen pensar que no hay un proyecto político sólido y transversal que pueda sustituir a los Borbón en la cabeza del Estado.

Mientras la Monarquía es hereditaria, las instituciones que han sido elegidas por los ciudadanos no gozan de más prestigio. Mientras a la Corona se la valora con un 4,3 sobre 10, los partidos políticos están por debajo, con un escaso 3 sobre 10. El Parlamento, que elige al presidente del Gobierno, se conforma con un 4,2.

 

"La erosión de la institución monárquica en determinados sectores de la sociedad es indudable. Pero esto no quiere decir que se esté consolidando al mismo tiempo la apuesta por un régimen republicano", opina Armando Fernández Steinko , profesor en la Universidad Complutense y autor de 'Izquierda y Republicanismo' (Akal). El sociólogo no cree que haya un movimiento republicano "políticamente relevante en este momento más allá de los grupos que han venido existiendo hasta ahora", asegura. "Lo cual no quiere decir que no haya un sentimiento republicano que se va extendiendo".

No hay proyecto transversal

Para proclamar una república, habría que modificar la Constitución, lo que requeriría que dos tercios de la Cámara estuvieran de acuerdo. Es decir, sin el PP o el PSOE es imposible acometerla. Pero además, en la encuesta, la población también se muestra dividida por esta cuestión.

Los que apuestan de manera mayoritaria por la república son los votantes de Podemos (91,1%) y PSOE (55%), mientras la derecha es claramente monárquica. Solo un 23,5% de votantes de Ciudadanos se decanta por cambiar la forma del Estado, al igual que el 11% del PP y un 9,6% de Vox que preferirían una república.

La construcción de la alternativa republicana

En un panorama donde no se visualizan grandes consensos, Fernández Steinko cree que el proyecto republicano requiere "un proceso paulatino de acercamiento y deliberación destinado a encontrar una base mínima común". A su juicio, tendría que aunar bajo el mismo paraguas a "al menos" a una parte integrada en los 5 grandes espacios político-ideológicos del momento: el conservadurismo, el liberalismo, el centro-izquierda, la izquierda y el ecologismo.

En los últimos años, se han puesto en marcha distintas iniciativas desde la sociedad civil, como los referéndums republicanos, que se extendieron desde los barrios hasta las universidades. Las sucesivas sospechas de corrupción que sobrevuelan la Corona (desde los que implicaban a Urdangarin hasta Juan Carlos I) han estimulado la indignación, pero un cambio tan relevante exige también un proyecto propositivo organizado.

Según la Encuesta sobre la Monarquía, los votantes más afines a la república son los de Podemos. La dirección de la formación es consciente e intenta perfilar su propio proyecto político de "horizonte republicano". El líder de morado, Pablo Iglesias, intenta llenarlo de contenido, ligándolo a "un proyecto modernizador de país", que no solo signifique ausencia de rey, sino más derechos sociales, servicios públicos, igualdad de género, la educación y cultura y una economía más moderna y competitiva.

El "monarquismo táctico" frente al republicanismo catalán

Armando Fernández es claro al señalar al republicanismo catalán como una de las causas de la falta de proyecto republicano unitario: "El republicanismo de los independentistas es un subproducto de su objetivo político principal. No sólo no refuerza el republicanismo en el conjunto de España, sino que lo debilita seriamente".

Cree que la culminación del Procès en otoño de 2017 y su deriva posterior trajo secuelas también para el movimiento republicano español: "Se trata del intento de liquidar un demos unitario antes que de reformarlo, un intento de consecuencias imprevisibles para todo el país, para sus habitantes o incluso para el proyecto de construcción europea", explica sobre la formulación de la República catalana que relaciona con un "peligro de balcanización" que cree que una parte de los ciudadanos sí percibe.

La convulsión que ha supuesto el procés para la política nacional ha hecho, según el autor, que ligar la independencia catalana a la república, lejos de despertar las simpatías de los republicanos del resto del Estado, haya despertado recelos: "Esto explica que el republicanismo no gane apoyos a medida en que los va perdiendo la monarquía, pues esta última vuelve a convertir en el muro de contención destinado a evitar una situación potencialmente mucho peor que la actual".

Por tanto, para el profesor, en 2020 están operando algunos mecanismos comunes con la Transición: "Hacia 1978 el grueso de las fuerzas democráticas abrazaba la causa republicana. Sin embargo, había una sensación generalizada -realista o no- de que las fuerzas postfranquistas tenían capacidad de bloquear el proceso democrático", explica sobre el "monarquismo táctico" que se transformó en hábito político a lo largo de las décadas siguientes.

La Encuesta sobre la Monarquía es una iniciativa impulsada por la Plataforma de Medios Independientes (PMI), que agrupa a 16 cabeceras, entre las que se encuentra cuartopoder. Para poder realizar la mayor encuesta hecha nunca en España sobre la monarquía, la PMI organizó una recaudación de fondos que logró completar en un solo día. La encuesta financiada por 1965 donantes se encargó a 40dB., el instituto de opinión dirigido por Belén Barreiro, expresidenta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). El proyecto surgió tras la solicitud de estos medios al CIS de una encuesta sobre la monarquía, un asunto sobre el que el organismo lleva más de cinco años sin preguntar