
El robo de bebés está considerado como un delito de “lesa humanidad” y por lo tanto no prescribe,
pero bajo ese término jurídico, se esconden dolorosas historias de
mujeres a quienes les quitaron sus hijos recién nacidos y les cambiaron
la identidad.
En Argentina las Abuelas de Plaza de Mayo
consideran que unos 500 niños nacieron en cautiverio durante la
dictadura y sus identidades fueron sustraídas. Esta organización impulsa
la búsqueda y recuperación de los mismos y cuenta con un banco de ADN
donde más de 300 familias depositaron sus datos. Desde su creación en
1977 hasta junio de 2019 se ha podido restituir la identidad de 130
nietos desaparecidos.
Por su parte, en España, se
estima que hasta 300.000 niños y niñas fueron separados de sus familias
en hospitales y clínicas o en procesos de adopción irregulares entre
1938 y 1990. Esto significa que estos hechos aberrantes también ocurrieron en democracia, luego de la muerte del dictador Franco.
A pesar de la magnitud de esta tragedia, hasta la fecha no existe ni una sola detención,
y muy pocas imputaciones. Y no todo se justifica por la ley de
amnistía, que impide “juzgar cualquier hecho ocurrido en la dictadura”,
sino que, habiendo casos de bebés robados en los primeros años de la
democracia, tampoco ha habido “éxito” en ninguna causa abierta.
Cabe
destacar que el juez Baltasar Garzón incluyó la trama de bebés robados
en su causa contra el franquismo por crímenes contra la humanidad: 250
familias pusieron una denuncia colectiva en 2012. El caso también ha
sido denunciado ante la ONU siguiendo el ejemplo de las Abuelas de la
Plaza de Mayo de Argentina, sobre todo cuando el número de niños
desaparecidos en España podría ser hasta diez veces mayor que en el caso
argentino.
Hace un par de semanas en La Pizarra recomendamos el documental “El Silencio de Otros”
que narra en primera persona el drama que sufren las madres de los
bebés robados. Quedamos tan conmovidos que decidimos explorar más sobre
este asunto tan injusto.
Para ello, hablamos con María Bueno, víctima por la desaparición forzada de su hija.
Es presidenta de ALUMBRA (Asociación por la Lucha de Madres por Bebés
Robados de Andalucía) y también del foro internacional “Te Estamos
Buscando”. Ella nos aseguró que “es una vergüenza que después de
40 años de democracia las madres sigamos peleando por cosas tan básicas
como encontrar a nuestros hijos. La impunidad es una tortura constante”. En
su relato, más personal, sufrido en primera persona, nos contó que todo
le sucedió “en la Nochebuena de 1981 en el Hospital Municipal de La
Línea de la Concepción (Cádiz, España). Yo era muy ingenua ¿Cómo iba a sospechar de mi ginecólogo? Me marché del hospital destrozada creyendo que mi hija había muerto y dejé de hablar durante seis meses. Aquello lo guardé en alguna parte donde se guardan las cosas que duelen”. Añadió: “Siempre me quedó la duda de por qué no pude ver a mi bebé cuándo salí del hospital,
pero entonces era imposible que una mujer recién parida pida ver al
bebé muerto. Además, era madre soltera y en esa época estábamos
absolutamente estigmatizadas”.
Así es cómo se operaba en
España, en democracia, donde participaban múltiples actores para que
todo funcionara como una máquina perfecta, una maquina inhumana
perfecta.
María Bueno, 30 años después, en el 2001,
necesitaba su historial médico y quiso recuperar el archivo de su primer
parto; se dirigió al Ayuntamiento de La Línea y solicitó que se le
certificara si su hija estaba en el cementerio y que le entregaran todos
los archivos en el hospital. Ahí fue cuando comenzó a sospechar que
algo estaba pasando. Porque nada era normal. No había registro, no había
documentos. Ella nos cuenta que en ese mismo momento: “Fui al cementerio y pedí ver los libros de registros, me dan el libro de esa fecha concreta y no había nada. Quedé en shock. Puse
una denuncia en la Comisaría”. Y días después, se dio cuenta que junto a
su caso había 70 más. El fiscal inició la investigación y la trasladó a
la jueza que declaró secreto de sumario por 3 años. Cuando levantan el
secreto, ella volvió a pedir su expediente y no había nada.
Desde La Pizarra, llamamos al ginecólogo de la Línea de la Concepción (Andalucía, España), Abelardo Balaguer,
que estuvo imputado en la causa del robo de bebés y nos confirmó que
fue sobreseído. Sin embargo, al preguntarle por su opinión al respecto
de estos hechos, nos confesó que “hubo algo, pero fue exagerado por los medios”. Habrá que seguir investigando qué significa ese “algo”.
En la actualidad el caso de María Bueno está archivado por prescripción. Sobre el futuro, María Bueno nos dijo: “espero
me devuelvan a mi hija, viva o muerta, pero conmigo, si murió que me
devuelvan sus huesos y si está viva que la busquen, que la encuentren y
que podamos conocernos. Después de 10 años de lucha no tengo
esperanzas, solo tengo fuerzas y agallas para pelear porque me nace
desde las entrañas, porque parí una hija, porque soy su madre y porque
necesito saber de ella, saber su historia y recomponer la mía”.
Sobre
este drama tan inhumano, que han sufrido tantas mujeres en España, y
también en Argentina, contamos con la opinión de la Ministra de las
Mujeres, Géneros y Diversidad de Argentina, Elizabeth Gómez Alcorta, que
nos dijo que: “A veces nos preguntamos cómo se repara el dolor de la
ausencia, de la desaparición, del terror planificado, de los silencios
de los que debían averiguar lo que había pasado, el dolor de las
violencias y sus huellas. Es cierto que cada pueblo tiene la posibilidad
de construir su propia historia de reparación o de negación. Lo que sí
tengo claro es que esa obligación de reparar la tienen los
Estados que son los únicos que tienen la posibilidad de juzgar los
crímenes aberrantes que tuvieron al propio Estado como sujeto central”.
Fuente → alainet.org
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