
En
las cárceles franquistas estuvieron secuestrados hombres y mujeres,
suprimiendo su derecho a la libertad. Con la caída de Donostia en 1936,
miles de personas pasaron por la cárcel de Ondarreta, centro de
sufrimiento, tortura y represión, campo de exterminio sistematizado
hasta su cierre en 1948, donde se sufrieron terribles historias de
injusticia y dolor. Entre sus muros se expresó el coraje y el compromiso
de tantos Republicanos que asumieron su deber de no arrodillarse ante
el franquismo. La mayoría de los presos tenían cualificación media o
baja, 267 eran campesinos y jornaleros; 74 eran ferroviarios; 60
mecánicos, 43 chóferes, muchos eran analfabetos, algunos eran
comerciantes o intelectuales.
Militantes comunistas, Republicanos, socialistas,
nacionalistas vascos pasaron por la prisión de Ondarreta, incluso
colaboradores como el sacerdote José Ariztimuño Olaso, Aitzol, fusilado
en el cementerio de Hernani, en octubre de 1936. La Sociedad de Ciencias Aranzadi,
el Ayuntamiento de San Sebastián, el Gobierno Vasco y el escritor Iñaki
Egaña se afanan aún en refrescar memorias e impedir olvidos. Miles de
víctimas fueron encarceladas en Ondarreta, se calcula en cerca de 600
los fusilados tras las sacas de falangistas y requetés, guardia civil o
militares franquistas. Faustino Aldaz Labaca, nacido en
Urnieta (Guipúzcoa) y jornalero en la fábrica Subijana de Andoain,
estuvo afiliado, lo mismo que sus 2 hijos mayores, a la UGT. Fue
detenido en Andoain el 26 de septiembre de 1936 y trasladado a Ondarreta
donde fue procesado junto con otros 9 vecinos de la villa, entre ellos,
su hija Micaela. Tras pasar por un consejo de guerra fue fusilado el 20
de octubre de 1936.
A Jacinto López Lujo, riojano de 32 años, se
le acusó delito de adhesión a la rebelión militar por imprimir
propaganda roja. Fue fusilado en de mayo de 1937, en la propia cárcel de
Ondarreta por un piquete de falange. Los navarros Juan Los Santos Arnedo (estudiante, 20 años) y Luciano Larraza
(cerrajero, 28 años) fueron acusados de desertar. Tras consejo de
guerra en la prisión de Ondarreta fueron asesinados el 25 de junio de
1938. Juan Merino Juarros fue acusado de adhesión a la
rebelión militar por pertenecer a UGT, intervenir en las huelgas del 34,
formar parte en julio de 1936 de un piquete armado que detuvo a 2
personas de derechas, realizar servicios de armas en Villafranca de
Oria. Fue ejecutado el 1 de mayo de 1937 en la cárcel de Ondarreta, por
un piquete de falangistas.
Manuel Parrondo, 25 años, casado, albañil,
natural de Cedillo (Cáceres), socialista, acusado de ayudar a fortificar
las terrazas en Donostia y de estar en distintos frentes al mando de
milicianos. Se le ejecutó el 25 de marzo de 1938. Eusebio de la Huerga,
camarero de 40 años, natural de Castro Gonzalo (Zamora), afiliado a
UGT, fue denunciado por rojo. Recluido en la cárcel de Ondarreta, fue
acusado de adhesión a la rebelión militar por participar en el asalto a
los Cuarteles de Loyola, en la defensa de la parte vieja de San
Sebastián, y de tener ideología comunista. Se le ejecutó en el campo de
tiro de Bidebieta el 25 de junio de 1938.
Pilar Garciandía Ancín (Tolosa, 1919), era una guapa joven de
17 años adscrita a las Juventudes Socialistas. Su novio, el destacado
socialista tolosarra Andrés Ponga, tenía 24; ambos
trabajaban en la Cooperativa Internacional de Tolosa. La llevaron al
cuartel de la guardia civil: “Los requetés me pegaron bien, con verga
¡dos abuelas las tenían toda marcadas en la espalda!”. En 1937
Garciandía fue trasladada a Ondarreta: “Había una miseria terrible. En
el fregadero de piedra nos lavábamos todas. Si afuera la gente no tenía
qué comer ¡Qué íbamos a comer las presas! A los 6 meses fue procesada:
“Conmigo había 12 hombres, a todos, pena de muerte”. A
ella, 12 años y un día por ser menor de 18 años, acusada de circular de
miliciana provista de una pistola. Su novio Andrés fue ejecutado, como 3
de sus familiares.
La caravana de la muerte de 1936, Tolosa-Donostia-Bera: El 13 de noviembre de 1936, los franquistas trasladaron a 24 a presos de Tolosa a Ondarreta para su ejecución. Posteriormente se les sumaron otros 20 presos
de la cárcel de Tolosa. Todos ellos corrieron la misma suerte. Muchos
fueron enterrados en el cementerio de Bera, hay más de un centenar de
personas enterradas en ese lugar.
El piloto francés Jean Pelletier, que estuvo encerrado en
Ondarreta, proclamó a los 4 vientos los horrores del penal: “Centenares
de presos mezclados, comerciantes donostiarras; mendigos completamente
derrumbados, 7 u 8 sacerdotes con sotana. Gente de 15 a 80 años, hombres
sanos, enfermos, heridos y hasta ciegos. A uno le falta una pierna, un
joven supura abiertamente de una herida del vientre. Los “paseos”, las
listas de los condenados, los nombres de los designados poara la
guadaña: Disparos al amanecer, cercanos en el patio, o más lejanos en
una playa. Ese muro picado por los agujeros de las balas de fusil, se
perciben las manchas de sangre. Y pienso en los amigos que ya no están
aquí”.
En 2012 se inaguró en Donostia un monolito en memoria de los
Republicanos encarcelados y asesinados en Ondarreta: “..Se escondieron y
silenciaron los abusos y crímenes cometidos dentro de las paredes de
aquella cárcel por los franquistas, a la fuerza, se condenaron al
olvido. Todos aquellos hombres, mujeres y niños merecen justicia y
reconocimiento, y este monolito es una pequeña parte del reconocimiento
que les debemos..”.
Documentos: Todos los Rostros (Paco de Jerez). Donostia San Sebastián. Nabarralde (Aitor Azurki). Globedia. Ianasagasti. Errepublika (Ascensión Badiola Ariztimuño). Amasa Villabonako Oroitzen. El Diario Vasco (Zarbo). Foro por la Memoria
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