Mª de la Salud Paz Lozano Hernández, militante Libertaria, una de las primeras fusiladas por la dictadura franquista en las tapias del cementerio del Este de Madrid
 
Mª de la Salud Paz Lozano Hernández, militante Libertaria, una de las primeras fusiladas por la dictadura franquista en las tapias del cementerio del Este de Madrid

María de la Salud Paz Lozano Hernández nació en Valladolid en 1909, hija de Ramón y Encarnación. Pertenecía a la Solidaridad Internacional Antifascista, creada por la CNT en Valencia en abril de 1937. Ingresó en la madrileña prisión de Ventas el 1 de diciembre de 1939. El 15 de junio había dado a luz un bebé, de nombre Florentino como su padre, Florentino Salcedo Abascal, nacido en Valladolid en 1904. El 16 de enero de 1940, según el certificado médico de la prisión, el niño falleció a causa de una bronconeumonía. Su padre, que había sido detenido y encerrado en la cárcel de Santa Rita el mismo día que María, fue fusilado en el cementerio del Este el día 17.

En la madrugada del viernes 19, la joven libertaria, conocida como “La gitana”, salió de la prisión para no volver jamás. El testimonio de Josefina Amalia Villa abre el segundo tomo del libro “Cárcel de mujeres” (1985), de Tomasa Cuevas, y relata un caso muy semejante al de María Lozano. Posiblemente sea el mismo: “Formaban parte de un mismo expediente anarquista ella y una mujer que ingresó embarazada, y a eso debió su vida, y los maridos, fusilados ambos. La pobre gitana tenía consigo a un niñito. La criatura enfermó y murió: aquella tarde estaba la mujer al lado del cuerpecillo como muerta también. Por la noche llegó la orden de ejecución. Se pidió, y se consiguió, que la dejasen vivir aquella noche. ¡Sólo una noche más al lado del cuerpo del hijo muerto! Cuando vinieron a buscarla, 24 horas más tarde, iba como muerta, arrastrada, empujada, sin voluntad, sin vida ya”.

El nombre y el expediente procesal de María Lozano ya habían sido localizados hace años en el archivo del Centro Penitenciario Victoria Kent. El informe elaborado por un grupo de expertos para el Ayuntamiento de Madrid la señala como una de las primeras mujeres ejecutadas en Madrid al finalizar la guerra civil, dato que ya aparecía en el libro “Mujeres encarceladas: la prisión de Ventas, de la República al franquismo”, de Fernando Hernández Holgado, coordinador del informe, así como del documento “Listado de personas ejecutadas durante la posguerra (1939-1944) en la ciudad de Madrid”. Su identidad pudo completarse gracias a los datos que facilitó la familia a la asociación Memoria y Libertad.

Los presos varones procedentes de las numerosas cárceles de la capital (Torrijos, Santa Rita, Yeserías, etc.) eran trasladados a la provincial de Porlier y concentrados en la capilla. Allí escuchaban la diligencia de ejecución, que debían firmar aunque algunos se negaran a hacerlo, y eran entregados al piquete de ejecución formado por militares o guardias civiles. Los camiones se dirigían entonces al cementerio, pasando por el puente de Ventas, hacia la tapia Sur. Cuando había condenadas a muerte, los camiones daban un rodeo de camino para recalar en la prisión de Ventas y así recogerlas. Ese debió de ser el caso de María Lozano, condenada a muerte en consejo de guerra.

Una vez efectuado el fusilamiento, y confirmadas las muertes con el tiro de gracia del jefe de la fuerza, los cadáveres eran colocados en cajas de ínfima calidad de cartón en el depósito del cementerio, firmándose una orden de inhumación para “sepultura de 4ª”, de carácter temporal. A partir de junio de 1939, la fecha de la orden de inhumación coincide con exactitud con la de muerte, lo que indica que la rutina de fusilamiento de madrugada y enterramiento a lo largo del día se fue asentando. Según el informe, casi 3.000 personas fueron fusiladas o agarrotadas en Madrid entre 1939 y 1945. Además de las 13 Rosas, otras 67 mujeres. Todas, asesinadas en las tapias del cementerio del Este.

Documentos: Nueva Tribuna (Fernando Olmeda). Listado cronológico de ejecuciones en el Madrid de la posguerra (1939/1944)
 

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