Lo que mal empieza… (O Monarquía SÍ, Monarquía NO)
No habrá mejor ocasión de un referéndum que vote a la Monarquía jugando todas las bazas. Hoy por hoy, todo obra de su parte.
 
Lo que mal empieza… (O Monarquía SÍ, Monarquía NO)
Herminio
 


Así, tal y como suena. No me vale otro dilema. Este es el que me valdría, si me valiesen los medios de convocar a todo el pueblo español a un referéndum encaminado a salvar la monarquía española, de una manera efectiva, del marasmo en que se halla actualmente. Sí, del marasmo, porque otro estado no se explica después del meneo intenso al que se ve sometida a cargo de tanta crítica como la que ha recibido, a causa del último proceder, fraudulento y evasivo, del emérito monarca, padre del rey actual y regio mentor del mismo, pues otra atribución más acertada no cabe en la relación entre Juan Carlos e hijo. Que, si el primero fue el indicado por Franco para ser jefe de estado, éste sucedió a aquel en razón del mismo indicio, sin que mediase en el hecho, ni por asomo tampoco, acción preceptiva alguna de carácter democrático. Es por ello que hoy declaro, aquí en Kaos, aprovechando este momento oportuno: ¡Qué Dios salve a nuestro rey, Felipe VI, por ser, de nombre, el que sigue al V!

No obstante, aparte de la expresión, en la que encierro el deseo con su causa, también caben más razones, y no de menor enjundia, sino de mayor calado, por ser razones políticas, aunque, en propiedad, del pueblo, a quién representan hoy los políticos al uso. A ellos va esta misiva, que adopto cual el consejo acertado que corresponde a sus quehaceres rutinarios: ¿Qué recomendar al rey para que plantee al pueblo la cuestión de un referéndum sobre si es o no es viable su trono? La oportunidad es clara y el momento, si se aprehende sin tardanza, inmejorable. Si bien, para entenderlo mejor, hay que volver al pasado. Siempre habrá quien nos apunte que otras son las circunstancias, pero esto no es verdad esencialmente, porque, en su avance,“la Historia siempre repite las vueltas” de sus ejes al girar:

A pesar de que nos dicen lo grave que es la pandemia que sufrimos, no es menos cierto que hemos vuelto a recaer en la interminable crisis económica y social, la cual nos acosa siempre de manera intermitente y, que yo recuerde, también desde que nací, a cada paso, más grave y profundamente, según lo fueron dictando las leyes capitalistas. Digamos que desde el año 73 del pasado siglo, en uso de mi razón proletaria, sé que las crisis intermitentes no cesaron de llegar. E igualmente recuerdo los avatares políticos sucesivos ocurridos en España, en tiempos de transición, porque los tengo presentes; las mentiras y los hechos, que, utilizando otras voces de hoy en día, coinciden en lo mismo:

En medio de un fuerte e intenso suplicio crítico económico y político-social, coincidente en el tiempo en que murió el general, mal principio fue también que, realmente, como herencia de Juan Carlos obrase una dictadura. Y por esto “el relato oficial dice que entre la muerte de Franco en 1975 y el fallido golpe de Estado de Tejero (23 de febrero de 1981), España sería una Arcadia idílica (de apellido Transición), en la que los líderes de la oposición al régimen de Franco y los reformistas del interior pactaron una agenda para preparar al Estado español para su anhelada entrada en Europa así como garantizar la democracia y el progreso generalizado, todo ello bajo la supervisión del rey Juan Carlos I como valedor de la balbuciente democracia. Sin embargo, en realidad el Estado español seria un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1.981, en el que los líderes políticos confinados en el Congreso fueron “invitados” a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el status quo asociado al sistema monárquico (Juancarlismo) , al sistema político bipartidista ( implantación de las listas cerradas y de la Ley D´Hont) y a la defensa de la “unidad indisoluble de la nación española”. (De German Gorraiz López, en Kaosenlared)

Pero la Arcadia feliz, en estos últimos años, se ha trocado en pesadilla amenazante, tangible, efectiva e insaciable. Y, de remate…No sólo a causa de la pandemia coronavírica con la cual nuestro gobierno de turno, de buen grado, quisiera ocultar su galopar incesante para secundar la crisis económica y político-social que nos invade de nuevo, otra vez perseverante. Aunque ahora, se espera a la más patética “de las habidas desde la Guerra Civil”. Subrepticia o la vista, ya se extiende la penuria a lo largo y a lo ancho del territorio español. Y ya las “colas del hambre” acucian en las ciudades su ración de caridad, mientras que el Gobierno socialista y progresista, del PSOE y de Podemos, conjuntados con los medios de comunicación al uso, sustraen a los ciudadanos de la triste e indignante realidad con las promesas de ayudas que les llegarán de Europa, aunque la pobreza crezca acompasada del paro. Para ellos, firmemente, sólo cuenta la viral pandemia como condición nefasta. Pero es que entre las masas la incertidumbre avanza como una bola de nieve arrastrando lo que toca; la inseguridad social dominará enseguida y al pronto tales masas se verán insumidas por el miedo. Ya preparadas, al igual que en 1982, para volver a votar a un salvador nacional que prometa la esperanza de salvarnos de la quema.

Por lo dicho di en apuntar, en principio, la misiva hacia quien mande en España. No habrá mejor ocasión de un referéndum que vote a la Monarquía jugando todas las bazas. Hoy por hoy, todo huele a monarquía y todo obra de su parte, de la eximia Majestad: El PSOÉ y el PP, con Ciudadanos, e incluimos a Vox, que nos dirá, como Fraga cuando fue lo de la OTAN, que el cuerpo le pide NO, para reforzar la cosa; aunque de distintos modos, los demás ayudarán, los unos para evitar en sus casas el triunfo del voto nacionalista de vascos y catalanes, y por la razón contraria, remozando al mismo tiempo los votos españolistas, y a los otros, de Podemos, que no son muchos tampoco, les toca el papel que hacen, el de comunistas falsos y repudiados, quienes al seguir la misma estela del antiguo PCE, recolectarán la misma miseria en votos, o sea, que ayudarán mismamente, y sin poder evitarlo, como auténticos vasallos.

Y asimismo, por todo ello, al final, si se quiere salvar algo de verdad, el triunfo del referéndum obliga a que se plantee en los términos ya dichos: Monarquía SÍ, Monarquía NO. Otra forma ya sería jodida contrariedad, pues las cartas ya están dadas.
 

Fuente → kaosenlared.net

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