

- Para el politólogo, "se ha roto el principio de considerar que las democracias son representativas de las demandas de la ciudadanía"
- Respecto a la posición de Unidas Podemos, mantiene que "los socios minoritarios normalmente entran en los gobiernos para condicionar las decisiones políticas, más que para ganar votos"
Lluís Orriols: "La mayor parte de los jóvenes de izquierda no confían ya en la monarquía" / Antonio Contreras:
El profesor de Ciencia Política Lluís Orriols se
ha convertido en los últimos años es un habitual de los medios de
comunicación. Los polítólogos han pasado a ocupar un lugar preferente
como analistas de la actualidad. Orriols obtuvo su doctorado en el
Nuffield College de la Universidad de Oxford. En la actualidad, trabaja
en la Universidad Carlos III. Un catalán de Vic, asentado en Madrid.
Siempre es agradable escucharle en los coloquios e intervenciones
televisivas. Lucha por mantener un punto de vista independiente, alejado
de partidismo alguno, e intenta sostener sus ideas sobre bases
académicas. No siempre es fácil dentro de lo que significa hoy en día el
circo mediático que se mueve en torno a la política. Personalmente,
también es un hombre enormemente educado, respetuoso y amable.
La monarquía, hoy
Cuando nos ponemos a valorar la monarquía española, a mí me gusta
hacerlo primero desde una perspectiva histórica. En los países de
nuestro entorno, en el mundo y actualmente es una forma de Estado
residual pequeña. Es una institución que está en crisis. Según las
encuestas, España es la monarquía europea con mayores tasas de rechazo de la institución.
Existe una enorme polarización de la institución. No genera consenso,
no genera unidad. Genera polarización geográfica: hay algunos
territorios donde aún goza de un crédito, pero en otras regiones la
institución está muy degradada. Hay polarización ideológica: la derecha
aún apoya la institución, pero la izquierda no. Y hay una polarización,
que yo creo que es la más preocupante, qué es la generacional muy
particularmente entre los jóvenes de izquierda donde tres cuartas partes
partes de ellos no confían ya en la monarquía.
La imagen de la transición
Si entendemos la Transición como un modelo de tránsito entre una
dictadura y una democracia quizás estos episodios que estamos viviendo
ahora no son tan gravosos. Si entendemos la Transición como la
instauración de un nuevo régimen, de unas nuevas instituciones,
posiblemente sí, porque lo que estamos viendo durante los últimos 10
años es que en nuestras instituciones democráticas había focos de corrupción sistémica
y que por tanto estaban muy arraigadas al modelo en su conjunto. El
hecho de constatar que no sólo figuras preeminentes políticas como Jordi
Pujol, sino que instituciones del más alto nivel como el monarca
estuvieran implicadas en casos de corrupción va a dañar la confianza que
los ciudadanos tenemos en el régimen político.
El modelo político español
Si yo tuviera que explicar a un alumno que está ocurriendo en España desde una perspectiva politológica lo que diría es que estamos ante una crisis política importante.
En occidente ya no vemos procesos de golpes de estado. Ahora observamos
que las democracias se deterioran poco a poco. Es una crisis que afecta
no solo a España. Afecta al mundo democrático. En el
caso particular de España vivimos una crisis de representación. Lo que
se ha visto en las últimas décadas es que los votantes eligen a sus
representantes que, una vez que están en el Gobierno, se ven incapaces
de llevar adelante las políticas que desean los ciudadanos. Se rompe ese
pilar básico de las democracias que es el principio de autogobierno, el
principio de considerar que las democracias son representativas de las
demandas de la ciudadanía.
Lecciones del coronavirus
La crisis sanitaria ha sido un test de estrés para los
actores políticos que están ahora mismo en el Gobierno. Acabábamos de
tener una investidura. Acabábamos de tener un gobierno de coalición por
primera vez en la historia de nuestro país. La coalición ha salido en parte bien parada. Sin embargo, han salido dañadas las dinámicas de las mayorías parlamentarias. Hasta
hace cuatro días, sabíamos, antes de la pandemia, que el gobierno de
coalición era un ejecutivo minoritario que gozaba de la confianza de
partidos nacionalistas y otras formaciones con los que conseguía la
mayoría de la cámara. La gestión del covid ha sido muy centralizadora,
muy de desconfianza en las autonomías. Esto ha provocado que los
partidos nacionalistas periféricos se hayan sentido alienados y que por
tanto el Gobierno, si bien ha resistido internamente, yo creo que ha
deteriorado mucho las relaciones con la mayoría parlamentaria.
El Gobierno tras el covid-19
Coincido en que Unidas podemos y el Partido Socialista han sabido
resistir el embiste que significaba esta crisis de el covid-19. Más que
reforzados, han salido fortalecidos con el mero hecho de que no hayan
salido muy dañados. Unidas Podemos y el Partido Socialista se
enfrentaban a una prueba importantísima que era resistir ante un colapso
sanitario de una gran magnitud y otro económico. Creo que han salido
bien parados. Pienso que incluso pueden salir peor parados de la crisis
con la monarquía, donde estamos visualizando diferencias y divisiones
internas que no han aparecido en todos estos meses de crisis económica y
sanitaria. Por tanto, el covid, en realidad, es una prueba superada del Gobierno de coalición. Creo que ha salido con nota. Vamos a ver qué es lo que pasa ahora con la crisis de la institución monárquica
Rentabilidad de la coalición
Si hablamos de quién va a ser el actor político dentro del Gobierno
que va a rendir cuentas por lo que ocurra, sea bueno o sea malo, va a
ser en general el Partido Socialista. Normalmente, el que ocupa la
presidencia del gobierno acaba siendo en el que los ciudadanos focalizan
su contento y su ira. Los socios minoritarios de una coalición suelen
hacer, en términos electorales, un mal negocio. Significa tener la
expectativa de que vas a perder. No vas a ser la cara visible ante
grandes logros y, sin embargo, generas desgaste, por el mero hecho de
estar no en la oposición, donde tienes más libertad, sino en el
Gobierno. Unidas Podemos puede defender que ha tenido capacidad para condicionar las políticas públicas.
Es una decisión que tienen que tomar los partidos. Los socios
minoritarios normalmente entran en los gobiernos para condicionar las
decisiones políticas, más que para ganar votos.
La estrategia de oposición del PP
Mi primera valoración sobre Pablo Casado es que de momento no hay planes en el Partido Popular o al menos no hay un plan claro.
El PP de Casado, al renovarse, amortiguó la hemorragia que había en sus
filas. Creo que ahora le falta una estrategia clara y es normal. Tiene
una situación muy complicada. Es un partido que ahora mismo está
viviendo en arenas movedizas, en un territorio donde tiene una
competencia asfixiante por la derecha de Vox y tiene, a la vez, muchas
dificultades para competir por el votante moderado, que era el que
durante muchos años era el espacio donde podía ganar mayorías absolutas.
El PP perdió el centro hace 5 años y jamás ha sabido recuperar ese
voto. La indecisión se acaba pagando. Tienen una estrategia que no tiene
una dirección clara y acaba derivando en desconcierto y desorientación.
Otra cuestión es el PP gallego que sí que ha tenido un discurso
diferenciado y muy claro
La evolución de Ciudadanos
En 2015, Ciudadanos era el partido más votado entre los electores
moderados de centro, los que no son de izquierdas, ni de derechas. El
éxito de Ciudadanos se explicaba por su capacidad para ser atractivo
entre votantes moderados. Fue un logro encomiable. ¿Cuándo cambia eso?
Cuando Ciudadanos ve una ventana de oportunidad. Ve el enorme desgaste
que está sufriendo el PP entre los votantes más conservadores que hasta
entonces eran su coto privado. Ciudadanos entendió que, si se presentaba
como un partido conservador más moderno, podría atraer a esos votantes y ganar elecciones reemplazando al Partido Popular.
Casi lo consiguen. Era una operación muy arriesgada y finalmente
fracasaron. Ciudadanos tiene ahora que buscar otra vez redefinirse.
Buscar otra vez ese espacio electoral que perdió, ese espacio de centro.
La clave estará en la fuerza del valor nostálgico para recuperar a los
que les gustaría volver.
La peculiar ultraderecha española
Cuando Vox irrumpió muchos quisimos leer aquella expresión desde una
perspectiva europea. Una extrema derecha populista llegaba a nuestro
país. Sin embargo, durante 2018 y parte de 2019 Vox se comportó como un
partido marcadamente ideológico de extrema derecha, a la derecha del
Partido Popular. Se comportó más como una escisión del PP por la derecha
y no como un partido populista a la europea. Hace un año, pensaba que
Vox estaba llamado a volver al PP con mayor grado de influencia. Sin
embargo, entre abril y noviembre de 2019 y en 2020 han cambiado el
discurso. Han presentado actitudes mucho más nativistas, de corte xenófobo y con más tintes de corte populista. Creo
que en Vox habrá asesores que le están diciendo que si quieren irrumpir
como fuerza y no caer en la irrelevancia tienen que ir en esa dirección
y copiar los modelos que funcionan en el entorno europeo. Creo que
están en ese viaje.
Elecciones en Cataluña
Me parece un acto de irresponsabilidad grandiosa convocar elecciones
en medio de una gran pandemia, cuando no es necesario hacerlo. Implica
generar un problema político de primera magnitud y así lo vimos en el
caso del País Vasco y Galicia. Quiero recordar que en el País Vasco el
Gobierno negó el derecho al sufragio activo a una porción de la
población que estaba afectada por el coronavirus. Se negaron derechos
fundamentales. No debería haber elecciones, pero si las hay, lo que
tenemos que preguntarnos es quién va a liderar el espacio
independentista. Siempre, en velocidad de crucero, ha parecido que iba a
ser ERC desde hace muchos años. Sin embargo, al final siempre
hay un golpe de efecto por el entorno de Convergencia, de Junts Per
Catalunya, que acaba provocando que no se materialice. El liderazgo de Puigdemont puede poner siempre en jaque a ERC y por tanto es un escenario que está muy abierto.
Medios y comunicación política
España es uno de los países donde los estudios consideran que existe un mayor paralelismo entre medios de comunicación y partidos políticos.
Donde hay, por decirlo de alguna manera, mayor partidismo. Donde hay
más trincheras. Tenemos un modelo de medios atrincherado, donde están
los míos contra los tuyos. Es verdad que hay diversidad ideológica.
Puedes oír muchas voces desde la extrema izquierda hasta la extrema
derecha, pero cuando analizas los medios individualmente son mucho más
homogéneos de lo que ocurre en otros países. Hay homogeneidad dentro de
los medios de comunicación, aunque hay heterogeneidad en la suma de
todos ellos. Este modelo abre una opción de creación trincheras en los
medios de comunicación que provoca que los gobernantes tengan tentación
del uso de los medios privados y de los medios de titularidad pública
para generar opiniones afines.
Valor político de las redes sociales
Se me se escapa un poco de mi campo de experiencia, pero hay un
aspecto que es importante. Los políticos cotidianamente tienen una idea y
quieren trasladarla a la opinión pública. Para ello, recurren a los
medios de comunicación de masas. El problema de los medios tradicionales es que hay gatekeepers,
hay porteros que deciden qué entra, que no entra y, lo que entra, cómo
se interpreta. Por lo tanto, los mensajes que emiten los partidos acaban
siendo recibidos por la ciudadanía a través un mediador, que puede
alterar el mensaje e irse por unos derroteros que pueden no interesar a
la formación política. En las redes sociales no ocurre así. En las redes sociales los líderes pueden comunicar de forma directa a sus votantes, sin intermediarios. Creo que este elemento es el principal activo que tienen las redes para los partidos políticos.
Fuente → infolibre.es
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