
Desde marzo de 1808 hasta el otro día, con la espantada y cobarde fuga de Juan Carlos, seis han sido los Borbones que han conocido la abdicación. Una verdadera banda de Chiquilicuatres.
Uno... el brikindans. Carlos IV. Traicionado por
su hijo en el motín de Aranjuez el 19 de marzo de 1808, plato segundo
después del entrante, con los mismos actores, de la Conspiración de El
Escorial de noviembre de 1807. Juego de Tronos entre Borbones que tendría su culminación patética unos meses después, tras la invasión napoleónica de «Marca España«,
y la cobarde huida de la familia reinante hacia Francia donde culminó
la abdicación de padre e hijo ante el emperador francés.
Dos… el crusaito. Fernando VII abdicó al mismo tiempo que lo hacía por segunda vez su padre Carlos IV (Baiona, Iparralde – Euzkadi Norte, 7 de mayo de 1808) en uno de los acontecimientos más bochornoso de la historia ñorda y a favor de Napoleón Bonaparte, quien luego cedió el título a su hermano, José I Bonaparte “Pepe Botella” que fue rey de «Marca España»
entre el 6 de junio de 1808 y el 11 de diciembre de 1813 momento en el
que, también, tuvo que salir por patas tras el avance de las tropas
españolas apoyadas por los ingleses del Duque de Wellington que iban tras él. No obstante, este gabacho fue un rey sumamente culto, reformista y dedicado a la agricultura. Un rey diferente a los Borbones de su época.
Tres… la maikel jakson. Isabel II (hija de Fernando VII) la pestilente reina de los tristes destinos, que tuvo que hacer las maletas al triunfar la Revolución de 1868 (conocida como “La Gloriosa”) y abandonar Españistán
desde Donostia-San Sebastíán donde se encontraba veraneando) con
destino a París, lugar donde abdicó en 1870 a favor de su hijo, el
futuro Alfonso XII
Cuatro… el robocop. Alfonso XIII, abuelo del cobarde fugado Juan Carlos,
tomó las de Villadiego al abordar un barco en Cartagena en abril de
1931 después de considerarse desautorizado al perder las candidaturas
monárquicas en las principales ciudades españolas unas elecciones
municipales (eso sí, el desapego venía de bastante tiempo atrás). Años
después, en enero de 1941, abdicó en Roma donde pasó su exilio a favor
de su tercer hijo varón, Juan, muriendo tan solo un mes después, triste y amargado… pero rico.
Perrea… El anteúltimo y quinto de la listaes el traidor Juan de Borbón y Battenberg. Nunca llegó a ser rey pero, cómo no, está enterrado como Juan III en el panteón de reyes del monasterio de San Lorenzo de El Escorial por decisión de su hijo el cobarde fugado Juan Carlos (que aceptó ser sucesor del dictador genocida Franco «A Título de Rey» sin la autorización de su padre
en julio de 1969. Hasta la proclamación de su hijo como rey, tras la
muerte del asesino dictador en noviembre de 1975, vivió en el exilio en
Estoril (Portugal) pero no abdicó ni renunció a sus derechos dinásticos
hasta el 14 de mayo de 1977, en una ceremonia deslucida (según los
juanistas) que tuvo lugar en el palacio de La Zarzuela y que según
diversos dirigentes franquistas reconvertidos en monárquicos (Torcuato Fernández Miranda o Adolfo Suárez)
no tuvo trascendencia ni importancia legal alguna (el cobarde fugado ya
era Rey desde 1975) limitándose exclusivamente a un asunto interno de
la familia Borbón.
Perrea, perrea… El cobarde fugado Juan Carlos de Borbón y Borbón es, POR EL MOMENTO, el sexto y último de la lista. Rey por la «gracia de Franco«, franquistas como Luis María Ansón,
lo han vendido como «el motor del cambio y padre de la transición de la
dictadura a la monarquía parlamentaria». Vamos, lo que entendemos por
«blanquear» algo.
Ahora, seis años después de su abdicación, inicia el camino del
exilio (así es calificado por la prensa extranjera) hacia un lugar
desconocido. No deja en buena situación la corona en manos de su hijo Felipe «Uve Palito«. El final de su vida no deja ser de lo más patético.
Carlos, Fernando, Isabel, Alfonso, Juan y Juan Carlos de Borbón.
Seis titulares de una dinastía que han vivido en carne propia el sabor
de la derrota, las disputas familiares y su exilio lejos de esa «Marca España» que tanto han dicho querer. Es el destino implacable de los Borbones:
un linaje de gentes con pocas luces donde sus miembros se ven obligados
a inmolarse dinásticamente entre ellos para poder mantenerse en el
trono. Haciendo que la sucesión de la corona, lejos de ser algo natural y
hereditario, se convierta en una circunstancia alterada, contenciosa y
repleta de conflictos que luego se trasladan al conjunto de la Sociedad
en la que, por cierto, y por más que intente ocultarlo el dirigente del PSOE, Tezanos, cada vez está más distanciada de esa banda que se autodenomina soberana.
Fuente → blogs.deia.eus
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