
- Carballo fue detenido en agosto de 1964 junto al escocés Stuart Christie por intentar atentar contra Franco
- Su
vida estuvo protagonizada por la prisión. Desde la primera vez que
entró en la cárcel, en 1940, hasta enero de 1977, pasó 26 años
cumpliendo diferentes condenas
- Ya en libertad participó en el
primer mítin de la CNT tras la dictadura pronunciando unas recordadas
palabras: "furia libertaria"
Fernando Carballo, el preso político anarquista que acumuló más años en cárceles franquistas / Miguel Muñoz:
“Detención de dos peligrosos terroristas. Su objetivo era
desarrollar una campaña de violencia en Madrid y otras ciudades
españolas”. Así titulaba el diario La Vanguardia su portada del día 16 de agosto de 1964. Sus nombres y sus fotos, de frente y de perfil, ocupaban gran parte de la página. Stuart Christie y Fernando Carballo.
El primero, un joven escocés que llegó a Madrid haciendo autostop. El
segundo, un carpintero nacido en Valladolid. Ambos, anarquistas. Fueron
detenidos en Madrid cuatro días antes, el 12 de ese mes. Christie es
actualmente un editor y escritor de libros en los que ha contado su historia.
Sobre Carballo, que falleció en 1993, se encuentra menos información
reciente. Pocos saben que está considerado como el preso político que
acumuló más años en las cárceles franquistas.
Y es que la vida de Fernando Carballo estuvo protagonizada por la
prisión. En total, desde la primera vez que entró en la cárcel, en 1940,
hasta la última vez que salió, en enero de 1977, pasó 26 años cumpliendo diferentes condenas.
Con tan solo 16 años fue detenido por primera vez por robar una bolsa
de cacahuetes en un contexto de la España de posguerra y hambruna. En
1946, segundo paso por la cárcel, por resistirse a un sereno que le
quería quitar el aceite de estraperlo que llevaba. En 1948, de nuevo
detenido y condenado a 13 años de prisión por pertenecer a Socorro Rojo
Internacional. Pasó 7 años privado de libertad. Y finalmente, la
mencionada detención en 1964, por la que cumplió su condena más larga.
Carballo fue acusado de intentar atentar contra Franco junto a Christie. Un Consejo de Guerra lo condenó a 30 años de prisión y al escocés a 20. Él mismo resumía lo vivido en una entrevista concedida a El País poco después de ser liberado en 1977. En ella reconocía que tenía explosivos:
“Yo me dedicaba a la propaganda. Efectivamente tenía explosivos
plástico, fulminantes y ácido sulfúrico, pero me faltaba clorato
mezclado al 50% con azúcar. (…) no hay nadie que pueda averiguar el
pensamiento o la intención. Tal vez como antifranquista yo necesitaba
tener aquello. Puede que algún día hubiese llegado el momento de usarlo,
o no; pero no se puede forjar una acusación sobre esa base.
Efectivamente, la única acusación fue posesión de explosivos. El
problema es que en esa época había más de un grupo que iba directamente a
por Franco. Incluso, en el partido España-Rusia, que se celebró en el
estadio Bernabéu en 1964, hubo un explosivo preparado que no llegó a
explotar porque pusieron fulminante normal, cuando tenían que haber
puesto especial. Por eso, cuando nuestro juicio, se nos acusó de que
íbamos a intentar algo contra Franco, y de ahí salió la campaña
internacional de protesta, porque creían que nos pedirían la pena de
muerte. (…) yo fui detenido en agosto y el partido se celebró en junio.
Mi enlace, Stuart Cristie, llevaba una mano vendada. Yo le tenía que
preguntar si le dolía, pero no me entendió. Entonces, cuando fui a
cogerle del brazo para llevarle aparte y me diera lo que traía,
propaganda o lo que fuese, o explosivos, se me echaron encima diez hombres pistola en mano. Allí mismo querían que hablase, pero no podía hablar: me habían puesto el hígado en la boca de un puñetazo”.
Hijo de un anarcosindicalista fusilado en 1936
Para entender la vida de Carballo hay que remontarse a su infancia. Así además lo considera su hijo, Luis Carballo, en conversación con cuartopoder. Él se ha encargado de recopilar documentos, recortes de prensa y fotografías de la vida de su padre. Cuenta también con un manuscrito, inacabado,
escrito por su propio padre, relatando sus vivencias desde su
nacimiento, en 1924, hasta 1940, fecha de su primer ingreso en prisión.

Fernando nació en 1924 en un pueblo de Valladolid. En el texto narra el ambiente previo al Golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Y describe la figura clave de su padre, Aniceto, trabajador ferroviario e implicado en el movimiento obrero. “Jamás podré olvidar los consejos de las amistades de mi padre, con lo cual demostraban el gran cariño que le profesaban, “Aniceto márchate, si no te matarán”, él siempre contestaba, “yo no he hecho a nadie nada malo,
¿por qué tengo que huir cobardemente?”, señala el documento.
“El 3 de octubre de 1936 lo secuestran y nos lo asesinan,
lo vi solo un instante, abrir y cerrar la tapa del ataúd, su estómago
era un boquete y en su frente un agujero de un tiro”, continúa Carballo.
Aquella noche, sus hermanos y él la pasaron
buscándole por todas las prisiones de Valladolid “que habilitaron los
fascistas”. También en comisaría y los juzgados. Tras ello, de
madrugada, se fueron a la casa de unos compañeros de su
padre. “Serían las ocho de la mañana del día cuatro de octubre cuando
llamaron a la puerta, para comunicarnos que nuestro padre estaba vivo y
se encontraba en los calabozos de la Academia de Caballería, marchamos
velozmente, íbamos tan contentos a verle, cuando en la calle no topamos
con un secretario del juzgado que conocía a nuestra familia y al vernos
tan contentos nos pregunto el motivo, y al comentarle la grata novedad
aquel anciano de barba blanca y canas blancas se rompió a llorar y nos
dijo que por desgracia no era cierto, que lo habían encontrado muerto”,
sigue el relato.
“Después de pasar lo que cualquier persona humana se puede imaginar,
fuimos con él, al depósito de cadáveres del hospital. Tan solo dejaron
pasar a mi hermana Avelina que con 15 años era la mayor de los tres
hermanos, yo lo pude ver apenas unos instantes antes de subirlo al carro
de los muertos. Pero aún no habían completado su obra. Después llego el
robo y saqueo de nuestra vivienda familiar, dejándonos en la más absoluta indigencia, es decir, en la calle”, añade la desgarradora historia.
“Mi padre siempre fue una persona enamorada de su padre, era un
ferroviario asesinado. Mi abuelo era comunista pero militaba en la CNT,
porque UGT le parecía light. Trabajaba en los caminos del
hierro del Norte de España. Él era maestro de talleres y fue asesinado,
como persona activa. Mi padre siempre le llevaba a todas las tertulias y
reuniones. Se fijó mucho en los pocos años que estuvo con él. Estaba
muy dolido, lo abocaron a la lucha, de no haber vivido esas circunstancias no hubiera sido tan activo”, explica su hijo, Luis, a este medio.
El manuscrito también se adentra en su primera experiencia en prisión, con solo 16 años.
Un ejemplo: "Para el resto de los presos, debido a mi corta edad, era
prácticamente un juguete para ellos, siempre encontraban una excusa para
sacarme de mi encierro, y me cuidaban como auténticos padres. La gran
mayoría eran la flor y nata de la intelectualidad del pueblo español,
maestros, músicos, pintores, escritores, médicos, poetas, etc. Estas
gentes eran para el régimen elementos subversivos y peligrosos, que
ironía, qué peligroso que puede llegar a ser un libro".
Publicación del diario YA del 16 de enero de 1977
Luis Carballo nació en 1965. En un “Valladolid muy fascista”. Y un año después de la detención en Madrid de su padre. Su madre, Juana, estaba embarazada cuando Fernando fue encarcelado. Era el segundo hijo de la familia. “En casa fue un dramón, en la familia por parte de mi madre eran conservadores, se ocultaba, nunca se hablaba de mi padre...", explica. Conforme fue creciendo fue "pillando" algunas cosas aunque sin atreverse a preguntar demasiado.
Luis recuerda de aquellos años "la presión tanto de la familia y del entorno". Su madre se marchó a Alemania a trabajar unos meses. Por fin, durante unas navidades, con 7 u 8 años, Luis fue llevado por su madre a la cárcel. Era la única época del año en la que dejaban entrar a los niños. "Yo aluciné, era en Burgos y estaba lleno de personalidades políticas y artistas. Era como un juguete para todos los presos, fue uno de los días más felices de mi vida. Uno se preguntaba cosas,
porque en la calle siempre decían que los malos están en la cárcel y
los buenos fuera. Entonces claro, decía que mi padre era de los buenos y
toda esa gente era genial", señala Luis.
A la salida de Fernando de la cárcel, en enero de 1977, en Alicante, muchos medios de comunicación se fijaron en su historia. Se hicieron eco de la noticia periódicos como Diario 16: "En libertad el más viejo prisionero del franquismo", titulaba en su edición del 15 de enero; El País: "Cuando me detuvieron yo no podía fabricar explosivos" o La Verdad de Alicante, entre otros: "El preso común necesita más ayuda que el preso político", señalaba este diario local. Esa reivindicación sobre la mala situación de los presos fue una constante en sus intervenciones en libertad.
Su llegada a Madrid, donde fue
recibido por una comitiva de la CNT, que desembocó en una manifestación y
algún detenido por la policía, también fue cubierta en medios como el
diario Ya. De ahí volvió a Valladolid, donde la prensa local como El Norte de Castilla
recogió el acontecimiento. "La reconciliación nacional depende de lo
que hagan quienes tienen el destino del país en sus manos", declaraba a
ese medio. Los días posteriores Carballo fue objeto de varias
entrevistas en profundidad en revistas como Triunfo, Interviu, Gaceta Ilustrada, Cambio 16, Cuadernos para el diálogo o la prestigiosa publicación satírica Ajoblanco.
Años después, en 1993, el programa documental emitido por TVE, Objetivo, matar a Franco, recordaba
también su historia junto a la de Christie. Después de eso, poca cosa.
Parece que su historia se esfumó del recuerdo mediático.
Primer mítin de CNT, San Sebastián de los Reyes
El único registro audiovisual de Fernando Carballo disponible pertenece a una fecha histórica para la CNT. Es el 27 de marzo de 1977. Ese día, en la plaza de toros de San Sebastián de los Reyes,
tuvo lugar el primer mítin de la organización anarcosindicalista tras
la muerte de Franco. Y Carballo intervino entre tremendos aplausos de
los asistentes:
"Me voy a dirigir con dos palabras a esta plaza, a esta placita llena de furia libertaria.
A vosotros esos jóvenes libertarios que habéis sido capaces de vencer
al fascismo franquista (...) vosotros sois los que tenéis que liberar a
la España, los que tenéis que hacer una Confederación potente, los que
tenéis que hacer un movimiento libertario capaz de arrasas al fascismo y
al capitalismo (...) Compañeros españoles, compañeros del universo que
es nuestra patria, no destrocéis vuestras manos aplaudiendo al orador, destrozad vuestras manos para destruir al fascismo internacional".
"Desde la CNT se le prestó apoyo, ayudándole a él allí dentro y a su familia fuera". Quien habla es Miguel Mulet, un antiguo militante anarcosindicalista de aquellos años. Estuvo en Madrid en el recibimiento organizado. "Él salió como habría salido cualquier persona, aturdido. Salió a un mundo que no era el que él había conocido antes de entrar en la cárcel. A pesar de eso se adaptó bastante bien. Conoció la realidad del momento, le ayudamos en lo que pudimos económicamente como montando un taller para que tuviera ocupación", recuerda Mulet a este medio. El sindicato distribuyó también campañas pidiendo su liberación. Carballo se había afiliado a principios de los años 60.

Cartel pidiendo la liberación de Carballo. / Fundación Anselmo Lorenzo
Esa "voladura" de CNT tiene dos palabras clave: "Caso Scala".
Un polémico caso judicial tras un incendio en una discoteca de
Barcelona que provocó cuatro muertes en enero de 1978. Se detuvieron
varios destacados sindicalistas ese mismo día y los meses posteriores,
acusando directamente al movimiento libertario. Numerosos testimonios e
historiadores señalan la implicación infiltrados policiales, destacando
el nombre de Joaquín Gambín. El documental El Entusiasmo, de Luis E.Herrero y realizado en 2018, narra con profundidad todo estos años.
El hijo de Fernando Carballo destaca el bajón que hubo en la
militancia a nivel general tras estos acontecimientos. Y recuerda el cansancio de un padre que se había pasado la mitad de su vida
en la cárcel. Aún en Denia, ciudad donde se trasladó poco después,
mantuvo contacto con el movimiento laboral de los pescadores.
Luis tiene claro que la historia de su padre, en comparación con la
de otros luchadores, está olvidada. “Me da mucha rabia que haya caído en
el olvido un luchador por la libertad así. Los anarquistas somos la
gente más olvidada, no le interesamos a nadie, a ningún régimen ni
sistema. Los anarquistas siempre son los grandes olvidados de la historia.
Como mi padre hubo bastante gente, por ejemplo Ángel Rodríguez, que
pasó 20 años en la cárcel seguidos por repartir propaganda”, explica.
Reclama, además, que dentro del movimiento anarcosindicalista se
reivindique mucho más la memoria de la gente que estuvo ahí luchando
contra el franquismo.
Fuente → cuartopoder.es
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