España: memoria, presente y ¿futuro?
  
No es otra cosa que el miedo a ver descubierto su juego y desenmascarados su innobles propósitos lo que empuja a los sectores conservadores y de la derecha extrema a buscar el modo de amordazar a los medios de comunicación libres
 
España: memoria, presente y ¿futuro?
 
Por Patrocinio Navarro.
 
Para no perder el hilo de la memoria histórica, tengo que recordar –yendo a los hechos que todos conocemos pero no es bueno olvidar– que la monarquía fue abolida en España el 14 de Abril de 1931 porque la mayoría de nuestros abuelos quería una República, y que esta fue liquidada por un levantamiento militar fascista que tras ganar la guerra, y no contento con ello, inició el exterminio sistemático de alrededor de cien mil personas, persiguió a sangre y fuego todo lo que tuviera que ver con el pensamiento libre, inventó argumentos falsos para condenar la memoria histórica de la nación, dejó innumerables huérfanos y viudas y levantó muchos muros de hormigón para encerrar toda disidencia durante muchos años, mientras el hambre, la miseria, el desempleo, el caciquismo y la represión en la España rural no conocían límites.

Tengo que recordar que al morir Franco, como todos sabemos pero no es bueno olvidar, designó a D. Juan Carlos como heredero de su Régimen, restaurando la monarquía que el pueblo ya había repudiado en 1931.

¿Defensor de la democracia?

El rey, por su parte, nunca ha hecho nada por devolvernos la República (lo que se entiende, aunque no se comparta, porque supondría su autoexclusión como monarca). Lo que no se entiende tanto y menos puede compartirse, porque jamás se produjo, es que no haya criticado nunca al régimen fascista de Franco después de tantos años, pudiendo haber apoyado con todo el peso político de la monarquía la Ley de la Memoria Histórica contra los sectores recalcitrantes de la extrema derecha, evitando así, entre otras cosas, el espectáculo vergonzoso de que un juez como Garzón se vea perseguido por investigar los crímenes del dictador a instancias de los que le apoyaron y que siguen en las mismas.

Y ya que Juan Carlos se presenta ante los españoles y el mundo como un defensor de la democracia, esta hubiera sido una buena ocasión para reforzar su imagen de demócrata convencido después del intento golpista del 23-F. Entre tanto, y sigue siendo bueno recordar, es la justicia argentina, y no la española, la que investiga hoy los crímenes del franquismo, para vergüenza general del gobierno de este país y de los jueces que obstaculizan sin cesar el conocimiento de la verdad histórica y que siguen añorando a Franco y apoyando a la extrema derecha.

La ética de la república

Aunque muchos estamos a favor de la vía republicana, soy igualmente consciente que la República no es la panacea de nuestros problemas, como no lo es en ningún país republicano, que son la mayoría, porque cambiar de monarquía a república y ver realizada en esta los altos ideales de libertad, igualdad, fraternidad, justicia y unidad, que son ideales cristianos y sociales de las conciencias libres, es algo que no se ve por parte alguna, porque exige cambios que, antes de ser de naturaleza política, son de índole moral. Éticos antes que políticos.

Los cambios nacen en nuestras conciencias antes de convertirse en programas y afinidades ideológicas capaces de verse realizados en la vida social. Así que en las grandes decisiones históricas es el pueblo quien al decidir no puede hacerlo de otro modo que según el nivel de conciencia que prevalezca, que será el que decida la inclinación política del país, inclinándose por aquellas formas de gobierno que se aproximen a esa conciencia general.

En el caso de España, está por ver si tras la muerte del rey, cuando tal cosa suceda, el pueblo español desea continuidad monárquica o, por el contrario, retomar la República que le fue arrebatada por el dictador de El Pardo.

Referéndum

Creo que los españoles tenemos una cita pendiente con nuestra historia y por tanto, llegado el momento, podría plantearse un referéndum donde se pudiera elegir entre esas dos formas de gobierno. Sin menoscabar el papel positivo en su momento de la llamada Transición, creo que esta sólo puede acabar de verdad cuando se pregunte a la nación cómo quiere organizarse libremente de cara a un futuro sin D. Juan Carlos ni Felipe ni monarquía.

Esta sería una extraordinaria oportunidad para recuperar esa memoria truncada tan unida a la dignidad de los españoles como pueblo cuya voluntad fue anulada por el golpe militar fascista, y la ocasión para decidir desde el presente el futuro que un día se le arrebató de tan ignominiosa, dramática y sangrienta manera y por la que aún no se nos ha pedido perdón a los españoles ni siquiera por parte de la Iglesia, cómplice permanente del genocidio de Franco que ha seguido nombrando santos a curas aliados del sanguinario general olvidando la existencia de los que querían un mundo justo como el que propugnaban los sectores sociales y los cristianos más avanzados, donde fuera posible llevar a cabo los ideales de igualdad, justicia, fraternidad y libertad.

Y es que el mensaje de Cristo es visto por la Iglesia con los mismos ojos de miedo que el fascismo mira la memoria histórica de sus víctimas o el pensamiento alternativo, como sigue sucediendo ahora. No es otra cosa que el miedo a ver descubierto su juego y desenmascarados su innobles propósitos lo que empuja a los sectores conservadores y de la derecha extrema a buscar el modo de amordazar a los medios de comunicación libres, mientras la rica Iglesia es cada vez más como sus amigos los ricos políticos y banqueros, sordos la una y sordos los otros ante las necesidades de los pueblos a los que arruinan material y espiritualmente.

Por eso se parecen tanto al fascismo y lo miran con simpatía: es su forma de gobierno preferida. Veremos en su momento cuál es la de los españoles.


Fuente → laultimahora.es

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