El exilio borbónico y el republicano

El exilio borbónico y el republicano
Félix Población

Por no emplear el verbo huir, que es el que toca -aunque haya sido con permiso de La Moncloa-, los medios de comunicación cortesanos, aquellos que siguen bebiendo los vientos por la figura del emérito como si de ello dependiera la democracia que no le debemos, han utilizado cualquier otra expresión verbal que evitara la pertinente.

Si eso ofende y certifica el descrédito y falta de credibilidad de los medios de comunicación españoles entre los medios europeos -como está probado-, hubo no pocos periodistas que calificaron la huida del rey padre como retiro o exilio voluntario, aunque su lugar de destino pueda ser a la postre un país centroamericano en el que, por sus livianas normas de extradición, quienes delinquen suelen encontrar confortable acomodo.

La vicepresidenta primera del Gobierno ha tenido la desfachatez de afirmar en Asturias, con motivo de los actos del bicentenario del nacimiento de la monarquía constitucional que costó a su forjador (el general Rafael de Riego) la horca, que el rey emérito "no huye de nada porque no está inmerso en ninguna causa", aun a sabiendas de que ningún español de a pie podría hacer lo que el Borbón en sus circunstancias. El papel jugado por el "PSOE de la Moncloa" en connivencia con la Corona ha sido en este sentido bochornoso y está siendo criticado desde el interior del propio Partido Socialista.

Para muchos republicanos de libro y convicción -entre los que creo encontrarme por haber documentado mis razones- , la utilización del término exilio para con Juan Carlos I es especialmente insultante. Sobre todo si a mi republicanismo uno mi admiración por Antonio Machado, uno de los poetas mayores de nuestra literatura, cuyas penalidades y muerte en Collioure representan la máxima desolación del exiliado (expatriado por razones políticas).

Don Antonio se fue de España con su anciana madre, su hermano José, la mujer de este y una maleta vieja con dos mudas de ropa, en muy mal estado de salud, abatido por la pena y por la rabia ante la barbarie fascista y el trágico éxodo de miles de compatriotas. Apenas sobrevivió un mes en su nuevo destino, donde falleció el 22 de febrero de 1939, después de haber asegurado en una entrevista en Barcelona, camino de la frontera, su certeza de que el extranjero significaba para él la muerte, como lo fue para tantos. También representó hacer cruda realidad lo que había escrito en la última estrofa de su autorretrato: Y cuando llegue el día del último viaje/ y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo, ligero de equipaje/, casi desnudo, como los hijos de la mar.

Las ideas y el sentimiento republicano de muchos españoles se basan en buena medida en ejemplos de vida y obra como el del poeta de Campos de Castilla, frente a huidas tan vergonzosas como las de Alfonso XIII (que se fue al "exilio" con una fortuna de 85 millones de pesetas de la época) y su nieto Juan Carlos I, investigado por presuntos delitos de corrupción casi noventa años después, luego de casi cuarenta de ensalzado reinado.

El 14 de abril de 1931, militantes de la Federación de Juventudes Socialistas -no de otro partido- formaron una barrera humana alrededor del Palacio Real para proteger a la familia de Alfonso XIII, según se puede leer en las memorias de Largo Caballero. "Como ministro de Hacienda, Indalecio Prieto se aseguró de que la familia real dispusiera de tiempo e instalaciones para que sus pertenencias fueran debidamente embaladas para su envío desde el Palacio Real", leemos en Paul Preston (Un pueblo traicionado. España desde 1874 a nuestros días. Corrupción, incompetencia política y división social. Editorial Debate).


 


Fuente → laultimahora.es

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