
En la España más negra, analfabeta y no tanto, germen de maltratos en distintos ámbitos, machista y misógina; parte de los ciudadanos, con la maligna excusa de la tradición que, dicho sea de paso, no conocen porque solo leen las señales de tráfico, resulta que se han encaprichado malvadamente de querer torturar y asesinar a un toro.
«Totalitarismo, machismo y fascismo en la tortura de toros»
Viñeta de Lex - Artículo de Francisca García Algarra
Alguna de las formas más certeras que los humanos tenemos para
definirnos y retratarnos, son los enemigos que elegimos y las causas por
las que luchamos.
Ahí no existe lugar a dudas, somos el significado de cada razón por la que peleamos, y de todas nuestras sinrazones.
El carácter es la educación del temperamento, mas no hay fortaleza de
carácter si no hemos sometido al temperamento a un análisis racional
que controle, adecuándose a la realidad, aquellas irracionalidades
destructivas y caprichosas que tenemos.
En definitiva, en eso consiste madurar.
O eso o la histeria, por ejemplo.
En la España más negra, analfabeta y no tanto, germen de maltratos en
distintos ámbitos, machista y misógina; parte de los ciudadanos, con la
maligna excusa de la tradición que, dicho sea de paso, no conocen
porque solo leen las señales de tráfico, resulta que se han encaprichado
malvadamente de querer torturar y asesinar a un toro.
En la pataleta manifiestan que este crimen con saña es lo mejor de su
idiosincrasia y su mayor diversión anual como “fiesta” popular.
Toma ya.
Qué será lo peor.
Para mayor honor y culto a la inteligencia, sale un dr. Freud rural y
gruñe algo así como que la violencia, inmanente en los del terruño, hay
que ejercerla sobre un animal para que no la sufran después las
mujeres.
Hasta un neardenthal sería menos misógino.
Los gorilas en la niebla selvática son, desde luego, más amorosos e igualitarios.
No digamos un perro, que es el amor y la ternura incondicional con patas.
Quien proyecta su odio hacia las mujeres, las envidia mucho.
Todo este revuelo de azadones se ha producido porque la autoridad
manda ahora que la muerte del pobre toro, medio infartado ya de
barbarie, se produzca en “intimidad” con sus verdugos.
Qué gran corazón alargar su agonía…
Este es uno de los muchos ejemplos en pueblos de España.
Pero como los animales “no sufren”, esa es la mentira que argumentan
todos los matarifes y torturadores, esa subespecie que intenta ocultar
la gran verdad: los que no sufren son ellos, nacidos sádicos que se
divierten con ver correr sangre y lamentos ajenos.
Los maltratadores de animales, también lo son de su pareja y sus hijos.
Esto de las “tradiciones” se estira hasta lo psicótico.
Tradición era o es, quemar mujeres y hombres en la hoguera,
masacrarlos en un potro de torturas, lapidar a una hija, correr por las
calles al cornudo o al tonto del pueblo, bañarse en sangre de vírgenes,
cortar la lengua a los mentirosos y las manos a los ladrones (qué sería
de los políticos), pegar a las mujeres y matarlas…
La Inquisición española nos dejó un florido elenco de tradiciones, a cual más imaginativa.
Se da la circunstancia de que a los fascistas les gusta especialmente
ver la agonía de un noble animal, no es de extrañar, ya que durante la
Guerra Civil, toreros conocidos y asesinos, lo hacían con los rojos.
El Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, en un alarde de suprema
inteligencia y sensibilidad al límite, nos va a quitar el dinero al
resto de contribuyentes, para dárselo a los criminales que se forran
desangrando toros.
Todos misóginos y llenos de odio, los que pagan y los que cobran;
porque eso a lo que llaman arte los catetos, es la fiesta del macho
asesino.
Y es que al fascismo le priva la muerte y el sufrimiento ajeno, exterminan ancianos, luego toros… ¿Qué será lo siguiente?
¿Mujeres maltratadas a la hoguera porque no estaba buena la cena?
Dan asco y son cobardes los que se miden con un indefenso y
aterrorizado animal, al que clavan lanzas en hordas enloquecidas de
rabia y propias de siglos de inmunda oscuridad.
Hay que elegir gobiernos que protejan a los animales y castiguen dura y ejemplarmente a quien lo incumpla.
Los gobiernos que, a través del dinero de nuestros impuestos,
perpetren y mantengan carnicerías, que caigan; porque además de robarnos
para gastarlo en sus sádicos divertimentos, no respetan al segmento de
población que ama a los animales, cada vez mayor y mejor preparado.
Son los mismos desalmados que están destruyendo nuestro planeta por
sus espurios intereses económicos, que a nadie más benefician.
NO EN MI NOMBRE.
NI CON MI VOTO.
Fuente → la-politica.com
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