¿Por qué el Gobierno “más progresista de la historia” no retira la condición de emérito a Juan Carlos I?
  
El historial de escándalos de corrupción del monarca emérito ha llegado a un punto en el que la propia Casa Real y el conjunto del Régimen buscan cortar amarras, como hicieron antes con otros personajes de la familia como Marichalar o Urdangarin. Pero no hay ninguna vocación democrática en esta actitud: no es más que una operación in extremis para salvar a la corrupta Monarquía borbónica. Y el Gobierno de Sánchez e Iglesias es uno de sus principales artífices.
 
¿Por qué el Gobierno “más progresista de la historia” no retira la condición de emérito a Juan Carlos I? / Jaime Castán :

Juan Carlos I ha pasado de ser la figura que los medios de comunicación valoraban casi como el “padre” de la democracia, a ser un viejo mujeriego y corrupto rodeado de escándalos.

En el relato de la Transición Juan Carlos I aparece como el héroe, el artífice del proceso, por encima de las disputas políticas y garante de la “democracia”, legitimado por un 23F plagado de sombras -y en el cual está comprobada su propia participación-, pero con un relato bien construido desde los medios. Un relato que tuvo mucha aceptación pública durante mucho tiempo, pero que ya fue puesto en cuestión desde el primer momento y sobre todo en las últimas décadas. La Transición supuso el “atado y bien atado”, la continuidad institucional del franquismo y un férreo límite a los intentos de transformación social puestos sobre la mesa por el combativo movimiento obrero de aquellos años setenta. Todo esto con la participación del PSOE y del PCE, ya que su rol fue fundamental en el proceso y que, más de cuarenta años después, siguen manteniendo desde el Gobierno.

En verdad, nada ha cambiado durante estas décadas, desde su nombramiento como monarca por Franco hasta su situación actual de emérito. La corrupción y los “vicios” de Juan Carlos I siempre han sido un secreto a voces, sólo que, especialmente a partir de la crisis del 2008, sus escándalos y los de sus familiares, como Urdangarin, al calor de la crisis social y del Régimen político, empezaron a ocupar las portadas tras décadas de silencio mediático y de ocultación de sus negocios sucios.

Tal fue el descrédito que estaba viviendo la Monarquía en aquellos años, además con el movimiento de las plazas del 15M en su contra, que finalmente en junio de 2014 Juan Carlos I abdicó en su hijo, Felipe VI, para tratar de mantener la credibilidad de la institución. En aquel momento, el Gobierno del PP de Mariano Rajoy sacó el Real Decreto 470/2014, por el cual Juan Carlos I pasa a tener el trato honorífico de “rey emérito”. Bastaría con derogar ese decreto para que el monarca emérito pierda tal condición de trato.

Sin embargo, el Gobierno liderado por el PSOE de Sánchez guarda silencio consciente del alcance del problema, esperando que sea la propia Casa Real y Felipe VI busquen una solución para beneficio de la Monarquía, evidentemente. De esta política es corresponsable Unidas Podemos que tan sólo ha lanzado tímidas declaraciones sobre el asunto por boca de sus dirigentes, sin posicionarse en lo más mínimo en contra no sólo del legado de Juan Carlos I sino de la Monarquía misma. De nuevo, el PSOE salvando los muebles de la Monarquía, ahora con la connivencia de Unidas Podemos, como partido plenamente integrado al Régimen del 78 que lo lleva a una lógica constante de aceptación y de “responsabilidad de Estado”.

Pero el problema de la Monarquía no es sólo su profunda corrupción, sino que en sí misma es una institución reaccionaria y antidemocrática. Aunque Juan Carlos I, en lugar de ser un putrefacto corrupto, fuera un austero y comedido monarca, habría que combatirlo igualmente con todas las fuerzas.

La Monarquía no es neutra, es uno de los pilares fundamentales del Régimen del 78, garante de que las familias capitalistas que se enriquecieron y se posicionaron durante la dictadura franquista pudieron seguir haciéndolo tras ella y de que van a seguir enriqueciéndose por años. En definitiva, garante del capitalismo imperialista español, de la represión al derecho de autodeterminación y sus políticas de expoliación de los pueblos de otros continentes. Por eso ha sido apoyada sin miramientos por la gran patronal, los medios de comunicación adictos y los partidos del Régimen.

Esa continuidad desde el franquismo es la que mantiene la Casa Real, ahora con Felipe VI al frente, apartando de la escena a Juan Carlos I. Una continuidad que está apoyando, de nuevo, el Gobierno “progresista” de Sánchez e Iglesias, el rostro “amable” de este podrido Régimen del 78.

Hay que terminar con esta farsa imponiendo mediante la movilización un referéndum sobre la monarquía y la convocatoria de asambleas constituyentes libres y soberanas para decidirlo todo.


Fuente → izquierdadiario.es

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