 
La realidad vivida por los represaliados y sus 
asesinatos por parte de la represión franquista vuelven a ser los 
protagonistas del reportaje de ‘Memoria Democrática’ esta semana. Para 
poder leer más información al respecto se puede visitar en Facebook el 
grupo ‘MEMORIA DEMOCRÁTICA’.
La represión franquista asesinó a 60 maestros en la provincia de Sevilla
Tras el golpe militar de 1936, el Ejército sublevado tuvo una 
obsesión por controlar el sistema educativo, consciente de la “decisiva 
influencia” que los profesores “pueden ejercer a través de las jóvenes 
generaciones sobre el porvenir de la Patria”. Se trataba de barrer los ideales del laicismo, la igualdad de oportunidades y la solidaridad y extender los valores del nacionalcatolicismo. Por ello, desde muy pronto, en noviembre de 1936, el régimen franquista comenzó la “caza de brujas” contra los maestros que habían mostrado cualquier atisbo de colaboración con la República.
1152 maestros fueron investigados y a 170 se le imputaron delitos tan vagos como “las acciones que implicaron una significación antipatriótica”
En Sevilla, 1152 maestros fueron investigados y a 170 se le imputaron delitos
 tan vagos como “la pasividad evidente de quienes pudiendo haber 
cooperado al triunfo del Movimiento Nacional no lo hubieren hecho” o 
“las acciones u omisiones que implicaron una significación 
antipatriótica”, como no “delatar” a compañeros. Al final, 151 fueron 
apartados definitiva o temporalmente de la carrera docente; trasladados 
de colegio o provincia o inhabilitados para cualquier cargo en 
instituciones de enseñanza.
El historiador José María García Márquez ha llevado a
 cabo una amplia y exhaustiva investigación para determinar el censo de 
víctimas de la provincia de Sevilla. Su trabajo sobre la represión ha 
permitido saber que 55 maestros y 5 maestras fueron asesinados tras el golpe militar:
 “la sangría que se produjo entre los maestros, con asesinatos en 32 
pueblos, aparte de la capital, tuvo un marcado cariz político. La 
persecución buscó su militancia política y sindical y, además, el 
carácter laico que, conforme a la ley, imprimieron muchos de ellos a la 
enseñanza en sus clases”.
“Cuando se produjo el golpe militar los maestros estaban de 
vacaciones, de tal forma que muchos de ellos no pudieron ser capturados 
en los primeros momentos. Eso llevó a buscar a muchos de ellos en sus 
pueblos de origen o allí donde se encontraran”, informa José Mª García 
Márquez. Destaquemos a María Esperanza Fernández Sánz, de La Campana, asesinada aquel trágico 2 de agosto de 1936 en el Pilar, junto a más de 100 vecinos. O Carmen Lafuente Tirado, en Cantillana cuando tenía 41 años, junto al cementerio de Alcalá del Río. También cabe mencionar la alevosa muerte de Joaquín León Trejo, maestro de Castilleja del Campo, asesinado como sus hermanos José y Manuel.
Especialmente sentidas fueron algunas muertes de enseñantes que eran muy queridos y considerados en sus pueblos, como José María Infante Franco,
 natural de Cantillana, asesinado en agosto, a los 70 años de edad, y 
que había sido alcalde de Utrera entre 1931-1934: ya en 1931 había sido 
declarado Patriarca de los Republicanos Españoles y en 1936, al 
jubilarse, el Gobierno le otorgó la Medalla de Oro de la República; 
También ejecutados, Manuel Espinosa Valdivieso, de Villanueva del Ariscal y el maestro de Arahal Jorge Florez Díaz, asesinado en Espartinas el 26 de agosto de 1936. Lo mismo que en el caso del maestro de Marchena, Santo Ruano Mediavilla, asesinado el 24 de agosto de 1936 en el “Lavadero”.
También cayó el maestro Baldomero García Puyol, natural de Tocina, de 29 años de edad, en su pueblo natal; Francisco Romero Cortés,
 de Brenes, presidente de la Agrupación Socialista de la localidad, en 
noviembre de 1936, después de haber estado preso en el barco Cabo 
Carvoeiro. A José del Río Plasencia, que había sido 
maestro en Guadalcanal y destacado socialista, lo detuvieron en 
Villaverde del Río y fue llevado a Sevilla, donde le instruyeron un 
procedimiento sumarísimo y lo ejecutaron cuando se cumplía el 
aniversario de la proclamación de la República, el 14 de abril de 1937, 
formando parte de un grupo de 20, que fue la forma que buscaron los 
sublevados para conmemorar dicho día.
Otros maestros murieron en la Prisión Provincial. La represión 
alcanzó no solamente a maestros oficiales de la escuela primaria, sino también a maestros “laicos”, que llevaban sus enseñanzas por barrios, campos y cortijos y
 a los que una gran parte de la población jornalera y campesina les 
debía haber aprendido a leer o escribir, como al anarquista José Sánchez Rosa y al comunista Roque García Márquez. O el maestro socialista Mariano Medina Muñoz, “en paradero desconocido”.
Documentos: Público. Unidad cívica por la República (Laura Blanco). Europa Press. De la clandestinidad a la Libertad (Ramón Barragán Reina)
Fuente: Tulio Riomesta
 


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