
Investigación judicial y bloqueo político
La negativa de los principales dirigentes del PSOE a que las
Cortes tomen en consideración la grave situación política arrastrada por
los presuntos delitos políticos y económicos, continuados en el tiempo,
que se le imputan al Rey emérito, impidiendo -por lo pronto- que se
tomen las decisiones que democráticamente correspondan por los
representantes elegidos por los pueblos, vuelve a llevar el conflicto
político al terreno judicial. Mas cabe no abandonar el terreno político,
acompañando la misma investigación judicial, mediante la movilización
popular, articulando y fortaleciendo el movimiento republicano con las
demandas democráticas que corresponda llevar adelante ante los diputados
y senadores electos de las Cortes Generales, con resoluciones en los
parlamentos nacionales y en los mismos ayuntamientos.
Damos conocimiento, por ello, de que la asociación cultural catalana
vinculada al movimiento soberanista, ante la impunidad oficial del
régimen político español, ha tramitado en paralelo una querella criminal
como acusación popular ante la sala de lo penal del Tribunal Supremo
español, y, llevado ante el Consejo Federal Suizo un informe político
jurídico, a tramitar la petición de bloqueo de fondos del emérito,
alegando que hay “indicios suficientes para iniciar una investigación por corrupción”. Señalando que “es
necesario terminar con la impunidad y el juego sucio con el que actúa
la monarquía española y la anomalía que supone para cualquier democracia
moderna”.
La querella criminal como acusación popular se ha presentado por los
posibles delitos de negociación prohibida a funcionarios, cohecho
pasivo, tráfico de influencias, fraude a la Hacienda Pública y blanqueo
de capitales.
El ahora querellado, que fue nombrado Rey de España por sucesión del
dictador Franco a tenor de la Ley de Sucesión de 1947 y de la
designación en 1969 como príncipe de España, jurando lealtad como Rey a
las leyes fundamentales del Reino y a los principios del Movimiento
Nacional en 1975, se mantuvo en la cúpula del poder hasta el año 2014,
fecha en la que abdicó en favor de su hijo varón mediante un movimiento
palaciego en el que participaron los máximos dirigentes tanto del PSOE
como del PP, siendo por ello la situación legal hoy de Juan Carlos la de
Rey emérito.
Se le denuncia por el aumento de su patrimonio personal, con
supuestos negocios privados altamente lucrativos, aprovechando para ello
la superioridad y singularidad que le confería su condición de jefe de
Estado.
Se le relaciona con operaciones económicas de intermediación, tanto
nacionales como internacionales, con resultado de suculentos pelotazos.
Se señalan solo alguno de los más conocidos, que han sido secreto a
voces durante años: como la estafa de la compraventa del Banco
Zaragozano por el Barclays y la adjudicación de la construcción del AVE
de la Meca en Arabía Saudí (por un importe de 6.300 millones de euros),
realizada por un consorcio de empresas españolas encabezadas por el
exministro franquista, presidente de OHL.
Han sido numerosas las operaciones fraudulentas de intermediación
realizadas por el querellado con las monarquías sanguinarias de los
petrodólares del Golfo Pérsico, ocultando en todos los casos descritos
los capitales obtenidos, utilizando diferentes paraísos fiscales, sin
haber declarado de su existencia a la administración española, ni a
ninguna otra.
El mismo hijo del
querellado ha reconocido explícitamente el pasado 15 de marzo ante
Notario la existencia de fondos ilícitos en el patrimonio de su padre,
manifestando su voluntad de renunciar a la herencia por no estar en
consonancia con la legalidad. Retirándole por ello la asignación fijada
en los presupuestos del Estado.
Desde entonces el emérito está oculto, parece ser en sus aposentos de
la Zarzuela, con la consiguiente parálisis del gobierno y de la Casa
Real, que no saben qué hacer con él; en tanto que su presencia con la
actual familia real, en su condición de Rey emérito, contamina con sus
supuestas corruptelas todo el sistema político e institucional.
Como señala la querella, no cabe duda la condición de autoridad o
funcionario público del querellado, como la máxima institución
constitucional, y por tanto sujeto activo de los delitos de cohecho, tráfico de influencias, de delito contra la Hacienda Pública y blanqueo de capitales …
El antecedente de la sentencia del caso Noos puso ya de relieve cómo
la jefatura del Estado puede ser utilizada como instrumento de
enriquecimiento ilícito. Entonces de personas de la familia real, y
ahora del mismo ex jefe de Estado en persona.
Día a día, los medios públicos españoles han comenzado a publicar
capítulos de toda una serie interminable de pelotazos económicos
realizados por el emérito (después de un largo silencio), que pueden
alargar el procesamiento judicial; más aún cuando la investigación se
lleva a cabo en diferentes países, habida cuenta de que solo puede haber
un juicio y la prioridad del mismo la tiene la justicia española por
tratarse de su exjefe de Estado.
La inviolabilidad que el gobierno del PSOE reclama en el terreno
político para el jefe de Estado se traslada también en lo judicial al
Tribunal Supremo, pero con una jurisprudencia contraria a la
inviolabilidad absoluta: “En el sistema de monarquía parlamentaria
de la Constitución del 78, el rey no puede actuar autónomamente y
carece, en principio, de facultades propias de decisión, por lo que no
puede producir, por su sola voluntad, actos políticos vinculantes”.
Si todos los actos del Rey han de ser refrendados, y de todos los actos
de enriquecimiento ilícito que se le acusa no hay refrendo alguno de
ningún gobierno, no cabe obstáculo para que el Tribunal Supremo haga
suya la causa tras la investigación de la fiscalía suiza, británica y
española.
La Casa Real tiene la responsabilidad de informar de los viajes,
contactos y reuniones que tuvieron lugar con autoridades de otros
países, y qué empresarios y funcionarios españoles acompañaron al
emérito en estas actividades ilícitas; así como poner a disposición de
la Fiscalía del Tribunal Supremo toda la documentación relativa a dichos
asuntos y de las cuentas corrientes, fundaciones o empresas
constituidas a fin de ocultar los pelotazos antes señalados.
La impunidad política y jurídica, que afecta en particular en el caso
de España a las más altas autoridades del Estado, puede comenzar a
romperse, después de más de cuarenta años de impunidad pactada por el
consenso izquierda-derecha, y ello con las iniciativas que se puedan
establecer a partir de la combinación de las acciones políticas y
judiciales, por la soberanía popular de los pueblos contra la corrupción
de Estado. El referéndum contra la corrupción monárquica, para que sean
los pueblos los que decidan sobre su futuro, se constituye en exigencia
democrática clave de las próximas acciones generales a llevar adelante.
La movilización republicana debe poner a los trabajadores y pueblos de
España, a la juventud, a la altura de sus compromisos históricos en la
lucha contra la corrupción y para acabar con el clientelismo y el
consiguiente despotismo político.
Fuente → elespacioindependiente.wordpress.com
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