
El 7 de mayo moría por coronavirus uno de los principales miembros de
la Brigada Político Social, la policía política de la dictadura
franquista, Antonio González Pacheco, alias “Billy el Niño”, conocido
por este sobrenombre porque le gustaba sacar la pistola en los
interrogatorios y amenazar de muerte a los interrogados. Gracias a las
víctimas, a las asociaciones memorialistas y a la presión popular en los
últimos años hemos conocido los malos tratos que este policía realizaba
a sus víctimas. Fue incluso intentado entrevistar por una televisión,
de la que huyo despavorido.
Sin embargo, González Pacheco no era una excepción dentro de las fuerzas de orden público franquista, sino que era la norma.
Era un aprendiz de unos jefes que habían realizado también torturas y
que se las enseñaban a sus nuevos pupilos. Era un sistema que permitía
la represión contra los que hacían oposición a la dictadura. En nuestra
región, también hubo personajes como González Pacheco. Algunos muy
conocidos entre los militantes antifraquistas, como Claudio Ramos
Tejedor. Algunos también denunciados en la Querella Argentina contra los
crímenes del franquismo, como Billy el Niño. Este es el caso de Pascual
Honrado de la Fuente.
Claudio Ramos Tejedor.
Nacido en Arrabalde, un pueblo de Zamora, donde su padre era
Secretario de Ayuntamiento. A los 17 años se incorporó a la Guardia
Civil, y el 25 de junio de 1945 ingresó en el Cuerpo Superior de
Policía, siendo trasladado a Lérida, donde recibió felicitaciones por su
lucha contra los guerrilleros y por la detención de una banda dedicada
al tráfico de oro. Después solicitó ser destinado en Asturias. Llego a
Oviedo en 1946 y se le dedicó a trabajos burocráticos. Pidió su
trasladado a la Brigada Político-Social. Ese mismo año le incluyen en
dicha División.

Junto con otros tres agentes del Cuerpo fue agregado a la Brigadilla
de Orden Público, dependiente del Gobierno Militar, cuyo jefe era
Carroquina, Coronel de la Guardia Civil. Participó en la lucha contra la
guerrilla, sobre todo, en los últimos zarpazos, como la detención de
“El Peque” y “El Tranquilo” en 1951, como declara en su libro
Clandestinos, Jose Ramón Gómez Fouz. Uno de sus maestros fue el
Inspector Francisco España Losada. Su trabajo consistió sobre todo, en
conseguir confidentes y delatores dentro del movimiento guerrillero, a
través de detenciones y torturas.
En 1955, se estrelló una avioneta pilotada por el alemán Kilber,
cerca de Llaranes. En ella encontraron documentación en la que había
implicaciones económicas del gerente económico de ENSIDESA,
Félix Aranguren Salas. Se la dieron a Claudio Ramos para que investigara
el asunto. Para ello utilizó a uno de los trabajadores, Diego O´Neil.
Este hombre formó una auténtica oficina de información para controlar
todos los movimientos de comunistas y socialistas dentro de la fábrica
avilesina. Uno de los conserjes, de nombre Granda, ayudaba en
las tareas de “chivatazo” hablando con los militantes de las
organizaciones clandestinas, como recoge en su libro Gómez Fouz.
En los años 60, se convirtió en uno de los principales cabecillas en
la represión contra los obreros durante las huelgas mineras en 1962 y
1963. Son diversos los testimonios que hablan de Claudio Ramos y de sus
métodos de tortura:
“Me detuvieron el 17 de febrero de 1960, a las dos de la mañana,
mientras estaba trabajando en la mina. Ese día detuvieron a unas 39
personas más. Me tuvieron tres días en la Comisaría de Oviedo. Me subían
y bajaban todo el rato. La celda era una gorrinera, estaba sucia. Me
dieron una mantona que en fin. Me hicieron preguntas de todo tipo, sobre
el trabajo clandestino, sobre Horacio. Me dieron de ostias por arriba y
por abajo, rodillazos, patadas y puñetazos en el hígado, en la cara. Me
rompieron un diente, que me arreglaron después en la Unión Soviética.
También me esposaron a un radiador y me tuvieron varias horas así. De
las torturas también me dejaron mal un oído, porque el que aún tengo que
seguir tomando una medicación, eso les pasaba y pasa a todos los
detenidos. También me pegaron con una correa. Ese fue Claudio Ramos, que
era un mal bicho, un acomplejado.” Testimonio de Vicente Gutiérrez
Solís, militante del PCE, cuando le detuvieron en 1960.
“El día 17 viene a por mí Arce en persona. Dejaron un Land Rover
delante de mi casa. No me esposaron en casa. Tenía un perro que no les
dejaba entrar. Me llevaron a la comisaría. No me pegaron, pero Arce me
golpeó contra una puerta, que me jodió en la espalda. Me interrogaron
todo lo que quisieron. Y me llevaron a Oviedo. Allí estaba Tino el del
Alto. Nos llaman a declarar de noche, a las tres. Te trataban como te
trataban. Estaba Ramos allí. Había algún policía que se hacía el bueno.
Había uno que llamaban Palacios que primero me trato de buenas pero
luego de malo. Un día abrieron la puerta y era Ramos que preguntaban si
había cantao [sic]. Y si no cantaba, a la nevera con él. Y como no
canté, me mandaron quitar las gafas, porque las gafas no tenían la
culpa, me decían. Y comenzaron a pegarme de hostias. Me intentaron pegar
una patada en los huevos. Y para la celda. Los compañeros me decían que
tenía la cara hinchada, encarnada por los golpes. A las 72 horas nos
soltaron, no tenían otro remedio, no tenían causa por la que juzgarnos.”
Declaración de Aquilino de Polio, tras ser detenido después del Asalto a
la Comisaría de Mieres en 1965.
A pesar de todas estas torturas, que llegaron a ser denunciadas por
unos estudiantes ante Gobierno Civil en 1968 (denuncia de la que
salieron absueltos) Claudio Ramos tuvo una carrera fulgurante durante la
dictadura franquista y en los primeros años de la Transición. En 1972
sería ascendido a jefe de Policía de Asturias. En dos ocasiones, entre
1971 y 1972 en San Sebastián y el 20 de noviembre de 1974 siendo
nombrado jefe superior de la Policía de Bilbao hasta 1976, estuvo en el
País Vasco, dedicando a la lucha antiterrorista. Según el propio Ramos,
el fenómeno de ETA era “algo minoritario”, de un grupo “intoxicado por
el separatismo”, que lanzaba campañas de anti-represión para “lanzar
bulos”. Sin embargo, un informe realizado por el Gobierno vasco y la
Universidad del País Vasco publicado en 2014, estableció que entre 1974 y
1975 hubo en dicho territorio 359 casos de tortura contra presos
políticos, de los cuales 210 han sido corroborados por los
investigadores.
El 21 de febrero de 1976 Claudio Ramos sufrió un accidente en la
autopista entre Bilbao y San Sebastián, al salir de la carretera cuando
otro vehículo intentaba realizar un adelantamiento. En aquella época se
pensó que podía ser un intento de asesinato por parte de ETA, perpetrado
por un etarra apodado Fitipaldi, pero jamás se demostró que
fuera verdad dichos hechos. En marzo de 1976 fue nombrado Inspector
General de personal y servicios de la Dirección General de Seguridad.
Antes de marchar para Madrid, concedió una entrevista a ABC en
Oviedo, donde se recuperaba de las heridas del accidente, donde declaró
que “ETA desaparecería antes de que pasase una generación”. Sin embargo,
ETA duró tres décadas más.
En 1977 lo mandan a Canarias, donde se convertirá en delegado de la
DGS. Allí participará en las detenciones de miembros del MPAIAC. En su
etapa durante la isla investigó el atentado contra dos policías en
Tenerife protagonizado por este grupo independentista en diciembre 1977.
También en aplacar las movilizaciones estudiantiles que se dieron por
el asesinato a manos de la policía del estudiante de 22 años de Biología
Javier Fernández Quesada. También participa en la detención de 6
militantes de la Confederación Canaria de Trabajadores y 2 abogados
laboralistas, que después se descubrió en la prensa que habían sufrido
torturas en comisaría.
El 4 de abril de 1978 Claudio Ramos, sin mucho éxito en sus
indagaciones sobre el MPAIAC, fue cesado de su puesto. También se cree
que su destitución fue porque sus hijas insultaron a Gutiérrez Mellado,
Vicepresidente del Gobierno, en una visita a Canarias. La revista
Policía Española, del Ministerio del Interior, elogió a Ramos en su
número de agosto de 1978. Después de todo esto, Ramos fue nombrado jefe
de Seguridad del Metro de Madrid y vivió un retiro tranquilo, en el
anonimato, hasta su muerte en 1997. Él único que le entrevistó para un
libro fue José Ramón Gómez Fouz, que en su libro Clandestinos habla de
las andanzas de Ramos y sus pupilos.
Pascual Honrado de la Fuente.
“Pascualón”, como era conocido entre los militantes antifranquista, fue uno de los principales discípulos de Claudio Ramos.
Entró de la mano de este en 1954 y se convertiría en su mano derecha a
lo largo de toda la dictadura. Por su labor policial durante la
dictadura ostenta una condecoración por su labor en el cuerpo armado
durante la dictadura. Se trata de una Cruz al Mérito Policial, con
distintivo blanco. Le fue concedida, junto a otros agentes, según el Boletín Oficial de Estado
(BOE) del 31 de julio de 1967, “en atención a los méritos que concurren
en los interesados, que se han destacado por su entrega al cumplimiento
del deber y por sus condiciones de preparación, acrecentando con ello
el prestigio corporativo, y con el propósito de fomentar la interior
satisfacción y estímulo de los funcionarios dependientes de la Dirección
General de Seguridad”, según el texto de la resolución. Después le
darán otra condecoración en 1969.
En cuanto a las torturas, era igual de sádico que su maestro:
“A mí la primera vez que me detuvieron me sacaron de la cama a las
tres de la mañana en la aldea donde yo vivía. Me trajeron a Oviedo al
cuartel de la Policía Nacional y me encontré con que había cientos de
detenidos porque habían hecho una redada. De ahí me pasaron a manos de
la Brigada Político-Social, frente al Hotel Reconquista. Allí estaba
Pascual Honrado de la Fuente, cuyo nombre era una ironía. Formaba parte del grupo de Claudio Ramos, jefe de la Brigada. Era uno de los torturadores más terribles. Estaba
especializado en tumbarte al suelo dándote puñetazos en el hígado. Te
daban patadas, hostias de toda clase, sufrías todo tipo de
ensañamientos, aparte de humillaciones. El sistema que seguían era darte
una buena paliza, bajarte al calabozo, y sin que te hubiera dado tiempo
a enfriar, te subían nuevamente. Era una técnica para situarte contra
las cuerdas. Yo era un niño la primera vez que me detuvieron, tenía
dieciséis o diecisiete años, y con esa edad me dieron muchas palizas.
Fueron cuatro días en comisaría recibiendo” Gerardo Iglesias, dirigente
de CCOO y el PCE, testimonio de las torturas que sufrió en su primera
detención, en 1963.
“El que más me dio fue Pascualón [sic] (Pascual Honrado de la Fuente)
que tenía unas manos enormes, como un oso, y daba una de osties”
Vicente Gutiérrez Solís, militante del PCE, testimonio de las torturas
que sufrió en 1970.

Tanto Gerardo Iglesias como Vicente Gutiérrez Solís han denunciado
ante la justicia argentina las torturas que sufrieron. Aún están
esperando que Pascual Honrado se siente en un banquillo. Hay otros
muchos nombres de policías asturianos que participaron en la represión
franquista: Rafael Nuñez Ispa, Luis Alberto Valverde López, José Ramón
López Martín, Severino Álvarez Azcano, José Fernández Rallo, Antonio
Sandoval Romero, Gabriel López Palacio, también miembros de la Guardia
Civil como el cabo Blanco o el cabo Pérez, pero que sin embargo han
pasado a un total anonimato, a pesar de haber participado en las
torturas a militantes antifranquistas asturianos.
Pascual Honrado de la Fuente.
“Pascualón”, como era conocido entre los militantes antifranquista,
fue uno de los principales discípulos de Claudio Ramos. Entró de la mano
de este en 1954 y se convertiría en su mano derecha a lo largo de toda
la dictadura. Por su labor policial durante la dictadura ostenta una
condecoración por su labor en el cuerpo armado durante la dictadura. Se
trata de una Cruz al Mérito Policial, con distintivo blanco. Le fue
concedida, junto a otros agentes, según el Boletín Oficial de Estado
(BOE) del 31 de julio de 1967, “en atención a los méritos que concurren
en los interesados, que se han destacado por su entrega al cumplimiento
del deber y por sus condiciones de preparación, acrecentando con ello
el prestigio corporativo, y con el propósito de fomentar la interior
satisfacción y estímulo de los funcionarios dependientes de la Dirección
General de Seguridad”, según el texto de la resolución. Después le
darán otra condecoración en 1969.
“Pascualón”, como era conocido entre los militantes antifranquista, fue uno de los principales discípulos de Claudio Ramos
En cuanto a las torturas, era igual de sádico que su maestro:
“A mí la primera vez que me detuvieron me sacaron de la cama a las
tres de la mañana en la aldea donde yo vivía. Me trajeron a Oviedo al
cuartel de la Policía Nacional y me encontré con que había cientos de
detenidos porque habían hecho una redada. De ahí me pasaron a manos de
la Brigada Político-Social, frente al Hotel Reconquista. Allí estaba
Pascual Honrado de la Fuente, cuyo nombre era una ironía. Formaba parte
del grupo de Claudio Ramos, jefe de la Brigada. Era uno de los
torturadores más terribles. Estaba especializado en tumbarte al suelo
dándote puñetazos en el hígado. Te daban patadas, hostias de toda clase,
sufrías todo tipo de ensañamientos, aparte de humillaciones. El sistema
que seguían era darte una buena paliza, bajarte al calabozo, y sin que
te hubiera dado tiempo a enfriar, te subían nuevamente. Era una técnica
para situarte contra las cuerdas. Yo era un niño la primera vez que me
detuvieron, tenía dieciséis o diecisiete años, y con esa edad me dieron
muchas palizas. Fueron cuatro días en comisaría recibiendo” Gerardo
Iglesias, dirigente de CCOO y el PCE, testimonio de las torturas que
sufrió en su primera detención, en 1963.
“El que más me dio fue Pascualón [sic] (Pascual Honrado de la Fuente)
que tenía unas manos enormes, como un oso, y daba una de osties”
Vicente Gutiérrez Solís, militante del PCE, testimonio de las torturas
que sufrió en 1970.
Tanto Gerardo Iglesias como Vicente Gutiérrez Solís han denunciado ante la justicia argentina las torturas que sufrieron.
Aún están esperando que Pascual Honrado se siente en un banquillo. Hay
otros muchos nombres de policías asturianos que participaron en la
represión franquista: Rafael Nuñez Ispa, Luis Alberto Valverde López,
José Ramón López Martín, Severino Álvarez Azcano, José Fernández Rallo,
Antonio Sandoval Romero, Gabriel López Palacio, también miembros de la
Guardia Civil como el cabo Blanco o el cabo Pérez, pero que sin embargo
han pasado a un total anonimato, a pesar de haber participado en las
torturas a militantes antifranquistas asturianos.
Fuente → nortes.me
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