
Aquí la Fiscalía también dice estar investigando los posibles delitos fiscales y de blanqueo de dinero de Juan Carlos I
Una corona inviolable e impune
Rafa Esteve-Casanova
Rafa Esteve-Casanova
Durante casi cuarenta años, todos los que duró el franquismo, España
fue un Reino sin Rey. Franco así lo había decidido a la hora de redactar
las Leyes Fundamentales del Movimiento, una especie de Constitución,
que en las Facultades de Derecho por aquellas calendas se estudiaban
bajo el epígrafe de “Derecho Político”, asignatura que en la tan manida
Transición pasó a llamarse “Derecho Constitucional” aunque, como pasó
con la Justicia, perdonen la metáfora, siguieron al frente del País
“los mismos perros con distintos collares”. Nunca se hizo limpieza, y
así nos ha ido y nos va. Los jueces que juzgaban disidentes en el
Tribunal de Orden Público pasaron de la noche a la mañana a seguir
juzgando disidentes desde los mullidos sillones del Tribunal Supremo. Y
los catedráticos que impartían el conocimiento de la legislación
franquista no tuvieron ningún inconveniente ni traba alguna para, con
camisa de demócratas, pasar a impartir las enseñanzas de la nueva
Constitución, esa que para disfrazarla dicen que “nos dimos entre
todos”, y en la que, de refilón, España pasó a ser un Reino, ahora sí,
con Rey. Un rey impuesto por Franco, y una saga familiar, los Borbones,
volvía a España sin devolver ni un céntimo de los millones de pesetas
que Alfonso XIII, bisabuelo del Rey actual, llevó consigo al exilio
cuando salió huyendo de España a uña de caballo. Ya lo dijo Valle
Inclán, “los españoles han echado al último Borbón no por Rey, sino por
ladrón”.
Pero Don Ramón María del Valle Inclán erró en su
vaticinio, aquel no era el último Borbón, y con el paso de los años y
gracias al dedo de Franco otro Borbón volvió a regir los intereses de
España, al tiempo que iba aumentado los suyos. El amor al dinero, la
buena vida y las mujeres debe estar incrustado en lo más hondo de los
genes borbónicos, y un día salen a la luz pública, porque en democracia
no se puede tener oculta la vida privada del Jefe del Estado, que como
la mujer del Cesar debe ser honrado y parecerlo. Durante años la prensa
sabía y conocía los amoríos del rey que Franco nos impuso y la
Constitución nos coló de rondón, pero callaba, no quedaba otro remedio.
Quien no lo hacía podía tener problemas para encontrar trabajo. Incluso
en algunos medios de comunicación tenidos por serios existía, y existe,
una figura periodística a la que podríamos llamar “corresponsal de
Corte”, naturalmente con el oportuno “plácet” de Zarzuela e incluso, a
veces, con un empujoncito desde Casa Real para acceder al puesto.
Los
llamados “padres” de la Constitución, hicieron un trabajo de encaje
para que esta tuviera todas las bendiciones “urbi et orbi” necesarias, a
pesar de que en el redactado de alguno de sus puntos intervinieran los
militares para que en ella se dejara, como decía el viejo dictador, todo
“atado y bien atado”. Y así nos resultó una Constitución disfrazada de
abierta, pero cerrada a cal y canto a las reformas del articulado más
importante. Y, naturalmente, para que todo quedara igual se impuso en su
artículo 56.3 que “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a
responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados en la forma
establecida en el art. 64, careciendo de validez sin dicho refrendo”. Y
en el artículo 64.2 se dice “De los actos del Rey serán responsables
las personas que los refrenden”. El Rey nunca.
La inviolabilidad
del Rey le debería proteger en aquellos actos que tengan relación con
sus funciones como Jefe de Estado pero no cuando como cualquier otra
persona y aprovechando su preeminencia como máxima autoridad del Estado
ejecute actos que pueden entrar dentro del ámbito del Código Penal. En
España en estos momentos se ha extendido un tupido manto protector
alrededor de la figura de Juan Carlos I con el que tapar toda una
conducta indigna de quien era el Jefe del Estado. Desde los letrados del
Congreso hasta partidos políticos como PSOE, PP y VOX, y la Brunete
Mediática con ABC a la cabeza, han hecho piña al grito de “salvar al
soldado Juan Carlos” y, de rebote salvar a una Monarquía, presidida por
su hijo, que desde hace un tiempo está cayendo en picado en el aprecio
de los españoles y ante los ojos de la prensa mundial más
representativa. Sin el menor ápice de sonrojo vergonzante esta cohorte
de cortesanos han convertido la inviolabilidad en simple y pura
impunidad, todo para salvar las trapisondas amatorias, sin ninguna
importancia penal, del Rey conocido como “el campechano” y los devaneos
económicos con viajes a Suiza paseando por las calles de Ginebra con un
maletín con casi dos millones de dólares con destino a algún paraíso
fiscal.
Hace unas semanas el diario Le Monde pintó un Juan Carlos
I decrepito y ansioso de mujeres y dinero, y también la radiotelevisión
francesa le calificó de “gánster de serie B”. La fiscalía suiza está
trabajando para averiguar lo sucedido con millones de euros, al parecer
provenientes de comisiones por el AVE a la Meca y que pueden haber
pasado por cuentas y fundaciones a nombre del Rey emérito, acabando, en
algún caso en la cuenta corriente de Corina, durante un tiempo amante
visible y conocida de Juan Carlos I y hoy amenazada y acosada por
agentes españoles para hacerla callar, como denunció en una emisión del
programa “360 grados” de la cadena oficial vasca. Por cierto este
esplendido reportaje ha estado silenciado por las televisiones
generalistas españolas y por la cadena oficial TVE. La mano de la
Monarquía es larga y llega a todas partes, menos allá donde hay
periodistas valientes.
Aquí la Fiscalía también dice estar
investigando los posibles delitos fiscales y de blanqueo de dinero de
Juan Carlos I, pero no pasará nada. Ya nos están diciendo desde todos
los altavoces del oficialismo que es inviolable hasta que muera aunque
hay penalistas y constitucionalistas que estiman que jamás la
inviolabilidad tiene que convertirse en impunidad. Hay que salvar la
Monarquía, y si para ello les es necesario estirar la legislación como
un chicle e interpretarla a su mejor favor lo harán, no les quepa duda.
El General de la voz aflautada y los sellos de correos ya lo dijo “está
todo atado y bien atado”. La familia del dictador Franco ha continuado
por España como si de su “cortijo” se tratara, los torturadores de la
policía franquista han muerto con las medallas puestas y las cuentas
bancarias llenas, y la familia Borbón continuará como siempre, viviendo
de los impuestos, y cuando Juan Carlos muera tendrán una suculenta
herencia que repartir, porque el paripé que a mediados de Marzo hizo
Felipe VI de renunciar a la herencia paterna fue eso, un brindis al Sol.
Renunció a unos pocos millones, los que Corina había denunciado que
existían en una cuenta en un paraíso fiscal, pero no renunció a la
Corona, que también es herencia paterna ni al resto del dinero acumulado
por su padre en su trabajo pluriempleado de Jefe del Estado y viajante
de comercio, especialmente entre sus muy “demócratas” amigos árabes.
Alguien puede creer que la familia desconocía los trapicheos del cabeza
de casa? Yo no. Y uestedes?.
Fuente → diariosigloxxi.com
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