Otro Borbón a la fuga

Otro Borbón a la fuga
Iñigo Landa


Siguiendo la tradición familiar, nos vamos a encontrar con otro Borbón a la fuga, En cualquier Estado democrático de Derecho que se precie de serlo (no de boquilla) ya se habría dictado una orden de prisión preventiva ante el riesgo de fuga.

La decisión de la Fiscalía del Tribunal Supremo de investigar el presunto cobro de una comisión ilegal de 100 millones de euros por parte del «Emérito» procedente de Arabia Saudí es un indicio de que la citada Fiscalía empieza a enterarse, por fin, de lo que es una convicción general en gran parte de la opinión pública estatal e internacional.

Parece que en esta ocasión, que no es la única en la que Juan Carlos Borbón haya podido meter la mano, el empuje de un fiscal suizo (que tiene alguna documentación facilitada por alguna amiga del heredero del genocida Franco), ha obligado al apresurado movimiento del fiscal del Supremo para tratar de evitar que, una vez más, quede en evidencia la parcialidad y complicidad de la Justicia «Marca España».

Muchas y variadas publicaciones de todo signo apuntan que el sátrapa Juan Carlos tendría todo dispuesto para trasladarse a vivir a una lujosa residencia en la la República Dominicana. Un rey a la fuga sería como dar continuidad a una vieja tradición de la familia de los Borbones, y este parece ser un escenario cercano a día de hoy.

La historia del «Emérito» es la de un Jefe de Estado que no solo se instaló en el poder bañado por la sangre de la represión del enano dictador Franco, sino que en el ejercicio de sus funciones protagonizó todo tipo de escándalos que los chapuceros «Servicios Secretos Marca España» y la conchabada Prensa le tapaban una y otra vez: Juergas de todo tipo, amantes amenazadas por los aparatos del Estado cuando trataron de contar sus aventuras, golpes de Estado y un largo etcétera jalonan la historia de su Jefatura durante casi cuarenta años.

Una actuación en la que no ha hecho más que dar continuidad a la a las tradiciones más arraigadas de sus antecesores, con ejemplos tan representativos como Felipe V o Fernando VII, que manejaron su país como finca propia, en la que robar, asesinar o mantener a una corte de vividores, cortesanas y parásitos era lo más normal en la vida.

El próximo lunes termina el Estado de Alerta. El cutre juego de Zarzuela ya no sirve bajo confinamiento y, desde la exitosa cacerolada desde balcones y ventanas, queda pendiente una gran movilización social (ya en las calles) para exigir el procesamiento y la prisión inmediata para Juan Carlos I, por este último presunto robo y por todos los presuntos anteriores. También, para no dejar el trabajo a medias, lo mismo para exigir responsabilidades a su cómplice hijo Felipe. Se acerca el momento de que la Sociedad organizada exija que se haga justicia y se le condene junto a todos los vividores con apellidos nobiliarios que han actuado como sus tapaderas durante todos estos años y para forzar, mediante voluntad popular, la celebración de un referéndum y el consiguiente exilio de toda la familia Borbón. Sería el momento previo a la devolución de todo aquéllo que no es suyo y para crear la condiciones que permitan llegar a proclamar la República sobre la base de un nuevo proyecto histórico de Estado.

Tampoco sería nada nuevo. La última vez que ocurrió tuvo como protagonista al bisabuelo del actual monarca (Alfonso XIII) que no era más que un putero, vividor, comisionista en las carreras de galgos (en vez de «Aves») y, posiblemente, el primer productor de películas porno en «Marca España» sin terminar suministrando vapores de sapos.


Fuente → blogs.deia.eus

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