Los franquistas hicieron desaparecer a cerca de 400 republicanos arrojándolos a muerte al fondo del Pozu Fortun


Los franquistas hicieron desaparecer a cerca de 400 republicanos arrojándolos a muerte al fondo del Pozu Fortuna (turón, asturias) 

Noviembre de 1938, El pequeño Florentino González baja solo por el camino que une San Justo con Villandio, donde vive con su familia. Ya está casi abajo, en la explanada donde se abre el Pozu Fortuna (Pozu Rincón), un enorme agujero de 30 metros de profundidad y un diámetro de 4. Ahora oye con claridad el sonido de un motor y se esconde rápidamente. A las 2 de la madrugada distingue las luces de una camioneta que sube desde Turón. De la caja descienden un grupo de hombres y mujeres; después, por el sentido contrario otros 2 camiones dejan también allí su propia carga humana. Está oculto, y tiene la desgracia de contemplar una espantosa escena:

El niño, paralizado por el horror puede ver como uno tras otro y sin que medien disparos, aquellos infelices son arrojados vivos al pozo; ni sus gritos de súplica ni su llanto hacen mella en los asesinos, vestidos de paisano, que no respetan edades e incluso se jactan de su acción cuando una mujer embarazada les hace saber su condición pidiendo clemencia. Cuando Florentino llega a casa, el miedo le gana la partida y se impone el silencio. Lo mismo que sucede con los testigos de otras noches similares y con aquellos que cuando vuelve la luz de la mañana evitan pasar por el lugar para no oír los estremecedores lamentos que a veces lanzan algunos moribundos desde su agonía en las profundidades. El infierno no puede ser peor que eso.

El grupo Fortuna en el valle de Turón (Mieres), era una explotación minera propiedad de Hulleras de Turón, que comenzó a profundizar el Pozu Fortuna en 1931, pero se interrumpió con la guerra. El lugar fue elegido a partir de 1937 para hacer desaparecer a un número indeterminado de Republicanos. Muchos vecinos vieron desde el año 1937, hasta pasado el inicio de los 40, camiones procedentes de Mieres y de municipios próximos, incluso Langreo, Gijón o Grado, arrojaban cuerpos a esta fosa.

El pozo de carbón se transformó en una de las mayores fosas comunes de España, símbolo de la represión fascista en Asturias, los franquistas arrojaron allí entre 300 y 400 personas. Al inicio de la década de los 40, apareció el cadáver de una mujer flotando en el agua que en aquel momento anegaba el pozo. El cuerpo no se había hundido porque la habían arrojado allí con un tronco atado en la parte posterior de las rodillas, a consecuencia de alguna tortura y fue enterrado apresuradamente a pocos metros de donde fue encontrado.

Cuando acabaron las matanzas la empresa Hulleras de Turón selló el pozo, cerró la explotación y no pensó nunca más en su apertura. Luego llegaron décadas de miedo, silencio y olvido, hasta el punto de que la mayor parte de quienes trabajaban en las instalaciones de Fortuna, a pocos metros del pozo de la infamia, conocían su historia pero desconocían el lugar exacto en el que se encontraba.

En 2003, Alfredo Valles «Audaz», se empeñó en sacar a la luz el lugar exacto de la caña del pozo Rincón, para honrar la memoria de los asesinados y convertir la fosa en una tumba digna donde se pudiese recordar su tragedia. En mayo aparecieron los restos humanos de una vecina de Urbiés, aquella mujer que había sido sepultada al lado del pozo. A pesar de que durante el franquismo la carretera se había desviado intencionadamente de su trazado original para que pasase por encima de la caña, un plan de ocultación perfecto, en diciembre de aquel año la ARMH pudo por fin sacar a la luz el reborde del pozo.

Un examen directo evidenció que, dada la cantidad de restos y su pésimo estado de conservación, la identificación era imposible. Se convirtió al propio pozo en un panteón colectivo, en recuerdo común a todos los que fueron asesinados allí. Hoy el pozo está dignificado con un monolito. Anualmente un premio cuyo renombre traspasa nuestras fronteras, distingue a personas o colectivos destacados en la lucha por la paz, la concordia y la defensa de la justicia. Las víctimas del Pozu Rincón dieron sus vida por conseguir las libertades que hoy disfrutamos todos. Uno de los premiados, el catedrático Vicenç Navarro, aseguraba con su vista puesto en aquel monumento que “La guerra no ha terminado, porque siguen controlando España los hijos de los vencedores”.



Documentos: La Nueva España (Ernesto Burgos). Viajando por Nenyure (Aida Fernandez Canga). Sound Cloud. El Blog de Antón Saavedra (Antón Saavedra)

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