
La actriz María Botto (Buenos Aires, Argentina, 1974) ha participado esta semana en la campaña ¿Dónde está Bassiri? impulsada por el 50 aniversario de la masacre de Zemla
y la desaparición del primer líder independentista saharaui. Aquel 17
de junio de 1970, el ejército español disparó contra una manifestación
de saharauis en El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, y un número
indeterminado de personas sigue desaparecido desde entonces. Botto,
además, como familiar de desaparecido, pues su padre fue secuestrado por
la dictadura argentina en 1977, habla de la necesidad de las políticas
de verdad, justicia y reparación para las víctimas. También analiza cuál
es la situación del teatro, en crisis por la pandemia.
- ¿Qué te ha llevado a participar en la campaña ¿Dónde está Bassiri?
-
Me lo ofrecieron, y la persona que me lo ofreció me permitió tener unos
días, antes de dar respuesta, para informarme bien del tema. Cuando leí
sobre Zemla, tuve la sensación de que desde mi perspectiva, como hija
de desaparecido, podía aportar una visión clara y un punto de vista
sobre las desapariciones. Además, vi la oportunidad de contextualizar el
tema de los desaparecidos internacionalmente. Tengo la sensación de que
cada uno de nosotros se va quedando en las desapariciones de una forma
local, Argentina, Chile, Uruguay, y las desapariciones en los 70 fueron
un modus operandi del fascismo. Se trataba de eliminar la
posibilidad de que hubiera referentes en la izquierda. Eso fue lo que me
interesó de Bassiri, de repente se eliminaba un movimiento e hicieron
desaparecer y borraron del mapa una manifestación de intelectuales del
Sáhara.
- ¿Qué te ha aportado participar en esta campaña?
-
Estaba al tanto del conflicto saharaui, pero no estaba informada tan
concretamente. No conocía nombres de los luchadores, no tenía datos
específicos. Viendo las charlas que se han llevado a cabo por esta
campaña, siento que es un tema del que me gustaría mucho seguir
aprendiendo, de la historia y la lucha saharaui. Es una lucha que está
abierta, no está cerrada, todo lo contrario. Esta campaña ha abierto un
camino que muy difícilmente se va a cerrar.
- El Estado español es responsable del devenir del pueblo saharaui. ¿Qué reclamarías al Gobierno?
"El movimiento Black Lives Matter está planteando una cuestión: ¿qué hace cada país con su historia"
-
Creo que el movimiento Black Lives Matter está planteando una cuestión:
¿qué hace cada país con su historia, con su colonialismo e
imperialismo? Todo tiene que ver con el racismo. Los países, hasta
ahora, no se han hecho cargo de las atrocidades que han llevado a cabo.
El
Estado español tiene que asumir que ha tenido colonias y que hay gente
damnificada por ello. Estos días hemos conocido que, a pesar de que los
saharauis nacidos antes de 1975 tienen carnet español, eso no les da la
nacionalidad española, según el Supremo. El Estado español ha de asumir
que ha sido colonialista y las atrocidades que ha acometido. Si no,
vivimos una mentira.
- En este sentido, tienes un vínculo
personal con estas atrocidades por la historia de tu padre, desaparecido
por la dictadura argentina. ¿En qué momento ves la lucha de familiares
de desaparecidos argentinos?
- Siento, no lo asevero, que
Argentina es de los países latinoamericanos que antes ha abierto causas
en contra de las atrocidades de la dictadura. Hay juicios y causas,
entre las que se encuentra la de mi familia, que todavía están abiertas,
pero siento que es algo que ya no se puede cerrar, no hay marcha atrás.
El Gobierno de Macri intentó hacer una especie de perdón y un punto
final, pero cuando se da un paso en la justicia es muy difícil volver
atrás.
Sí que creo que en España, por lo que me une a muchas
familias que tienen familiares en las cunetas, todavía hay mucho miedo a
un levantamiento. Hay muchísimo más miedo al fascismo, por esos 40 años
de represión. Después de más de 80 años de la Guerra Civil hay
familiares que siguen sin saber el paradero de sus desaparecidos, hay
familiares que se han muerto sin saberlo y otros a los que les queda
poco tiempo de vida. Al igual que en Argentina creo que los hijos de
desaparecidos sí que veremos esa justicia, en España llega ya tarde para
muchos. La justicia nunca llega tarde, porque es justicia y reescribe
la historia, pero esos hijos o nietos morirán, en España, sin saber
dónde están sus padres o abuelos.
- ¿En qué momento se encuentra el caso de tu padre?
"Es la imposibilidad de poder cerrar una herida, hacer duelo"
-
Declararon algunas personas que lo habían visto. Tienen que declarar
casi 1.000 personas, es un juicio que va para largo. Sigue declarando
gente. Está abierto el caso. Otra cosa es que lo lleguemos a encontrar.
Esa atrocidad de crear una nueva entidad que es ni vivo, ni muerto,
desaparecido. Eso es la imposibilidad de poder cerrar una herida, hacer
duelo. Creo que es una perversión de las dictaduras y del fascismo hacer
daño creando esta nueva entidad.
- Antes hablabas de
Macri. ¿Qué sensaciones tiene de la nueva etapa en Argentina con la
llegada del Gobierno de Alberto Fernández?
- Me alegra.
Me resulta lejano, me siento española, llevo viviendo desde los cuatro
años aquí. Lo veo con romanticismo. Pero me alegró mucho, siento que no
han tardado tanto en darse cuenta con Macri como pasó con Ménem. Lo viví
con alegría, pero no te puedo decir mucho más, no sigo muy de cerca la
actualidad de Argentina en ese sentido.
- Has hecho
referencia a cómo parece que con el estallido antirracista en Estados
Unidos y en otros países se pide reconsiderar la historia. ¿Qué
importancia tiene, en esta labor de mirar al pasado para entender el
presente, el teatro y la ficción?
"Sin una buena lectura del pasado, no se puede crear presente sano"
-
Sin una buena lectura del pasado, no se puede crear presente sano. El
presente lo creamos, pero creo que cada vez más enfermos. Tenemos que
fijarnos que, desde la crisis del 2008, han pasado cosas parecidas a lo
que sucedió después del crack del 29. Parecía que la izquierda iba a
subir, después se alzó el fascismo. Se parece al presente. Honestamente,
creo que tenemos que estar preparados. Siempre que hay movimientos
sociales, como el 15M y los movimientos que hubo entonces a nivel
mundial, la oligarquía se rearma y contraataca muchísimo más fuerte.
Están habiendo grandes avances desde la izquierda, pero hay que estar
preparados para cuando la ultraderecha contraataque.
En este
sentido, la cultura y el arte para contar historias van a estar
preparados. En los últimos años, han salido magníficas películas
contándonos las grandes mentiras de Wall Street, las preferentes... El
cine se ha adelantado y, seguramente, cuando tengamos que contar una
historia de lo que está pasando, se contará desde el cine y el teatro.
Igual que Chaplin hizo con El gran dictador. También es cierto
que hay cosas que no se ven en el momento. Uno puede valorar obras de
arte, películas u obras de teatro que anunciaron algo después de años.
Creo que el arte siempre da pistas.
- ¿Cómo ha vivido el confinamiento?
"No sé si es mundial, o es cosa de España, esa incapacidad de cerrar la tragedia"
-
Tengo la sensación de que como estamos encerrados, no hemos tomado
consciencia de lo que ha pasado. No ha pasado nada grave en mi entorno
más cercano y con la familia y seres queridos hemos estado muy
comunicados. Ahora puedo salir de casa, pero no quiero salir de casa.
Creo que todo el mundo va a tener que enfrentarse a nuevos miedos. Lo
que sí que tengo claro es que no quiero volver a la normalidad, ni a esa
nueva normalidad de la que nos hablan. Durante esta pandemia ha habido
muchos llamamientos a un cambio. Quiero salir a otro sistema, quiero
cambiar de sistema.
Por otro lado, otro gran mal que tenemos es la
incapacidad que tenemos de cerrar heridas. ¿Por qué no tenemos
capacidad para hacer bien los duelos, para sanar? No sé si es mundial, o
es cosa de España, esa incapacidad de cerrar la tragedia.
- Como actriz y también desde la gestión de la Sala Mirador, ¿cómo prevés la vuelta a los escenarios en la actual crisis?
-
Bastante negra. Ahora mismo, en la sala hay que hacer una inversión
para que la gente tenga su gel cuando llegue al teatro, tenemos que ver
la capacidad y distribuir los asientos. Hay que hacer una inversión para
acondicionar al teatro esa nueva forma de existir. Todavía no sabemos
cuáles son las consecuencias económicas, sabemos que va a ser difícil,
pero no hemos contabilizado las pérdidas. En relación a otras salas,
cada una se ha planteado las cuestiones de diferente manera. Hay algunas
que, como nosotros, han hecho un plan para que lo apruebe Sanidad,
otras salas por cuestiones económicas no lo pueden afrontar, otras van a
ver qué sucede y decidirán más adelante. Cada sala hace lo que puede,
como cada uno de nosotros hemos hecho esta pandemia.
Fuente → cuartopoder.es
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