1936: ¿Un nuevo relato? 80 años, entre Historia y Memoria
 

1936: ¿Un nuevo relato? 80 años, entre Historia y Memoria:
Grupo HISTAGRA

HISTAGRA (Historia Agraria e política do mundo rural. Séculos XIX e XX) es un grupo de investigación de la universidad de Santiago de Compostela (USC), compuesto por 25 miembros y dirigido por el profesor del Departamento de Historia, Lourenzo Fernández Prieto. Desde 2006 HISTAGRA es Grupo de Referencia Competitiva reconocido por la Xunta de Galicia, condición que ha renovado sucesivamente en 2010, 2013 y 2017. HISTAGRA coordina la red REVOLTA de Agroecología e Historia. http://histagra.usc.gal/es

Este vídeo forma parte de la exposición 80 años. Santiago 1936 producida por HISTAGRA en colaboración con el Concello de Santiago de Compostela. En él pretendemos explicar cómo, en pocos días, Santiago pasó de ser una ciudad en plenas fiestas del apóstol, en la que todavía se festejaba el estatuto de autonomía de Galicia, al triunfo del golpe de estado. Cómo las calles de Compostela pasaron de ser un espacio de convivencia, pugna y pluralidad democrática, a convertirse en el escenario del miedo, de la persecución y de la matanza. Y queremos hacerlo con un nuevo relato elaborado a 80 años de aquel pasado incómodo, hecho desde la historia y marcado por  la memoria.

Electores de un colegio de Santiago de Compostela esperando para votar en el referéndum del Estatuto (foto: memoriasdecompostela.blogspot.com)

Qué vemos en el vídeo:

La Compostela de la década de 1930 es la ciudad central y la capital de una Galicia moderna, en la que los campesinos ya son propietarios y las casas hidalgas buscan en el estado una nueva fuente de rentas. La república se proclama con la alegría social de recuperar las libertades de la democracia pluripartidista y constitucional. Después de la dictablanda, los republicanos, los liberales y conservadores coinciden en la aspiración a la democracia liberal republicana. Partidos y sindicatos de clase se alían con los republicanos burgueses en conjunción de gobierno reformista.


Noticia de la toma de posesión de la nueva corporación municipal, presidida por Ánxel Casal, tras la victoria del Frente Popular en las elecciones generales (imagen: El Pueblo Gallego)

Las calles compostelanas son compartidas: “pugna” y convivencia. Las viejas formas clericales y aristocráticas deben aprender a convivir con otras ideas en un espacio de libertad por veces disputada —atacada, defendida—. Los promotores del civilismo laico, herederos de Montero Ríos, tienen un amplio espacio de acción de la mano de nuevos movimientos políticos. Los católicos se presentan como tales con nuevos líderes y sin el amparo de la monarquía. Los operarios, los agricultores piden paso, al igual que las mujeres que avanzan tanto ahora como antes fueran contenidas.

La pluralidad republicana se adivina en las elecciones: no resulta difícil imaginar hoy, pese a la historia que nos contaron de bandos rojos y azules, matices y diferencias mínimas, ellos y ellas usaban su voto tan libremente por lo menos como nosotros.

Solo veinte días antes de la tormenta, el 28 de junio de 1936, Santiago igual que toda Galicia votará a favor del estatuto de autonomía. La ciudadanía expresará de nuevo una opción política que ningún supuesto plebiscito armado pudo borrar. ¿Qué pasó en esos veinte días? Nada que los golpistas no vinieran preparando desde el mes de mayo. La del estatuto fue una de las muchas movilizaciones que conocieron los años republicanos; una de las muchas de una democracia que, como en Europa y América, estaba ampliando derechos sociales y políticos.


El Estatuto de Autonomía votado el 28 de junio de 1936 es presentado en Madrid al presidente de la República. En la imagen aparecen los alcaldes de Ferrol y Santiago, José López Bouza y Ánxel Casal (también presidente y vicepresidente de la Diputación), que serían asesinados pocas semanas después (imagen: Galicia Ártabra digital)

Sin embargo, existían en la ciudad espacios fascistas: “puños y pistolas”. Los extremistas de derecha y el fascismo significaban poco en la Compostela anterior a julio de 1936. Un año antes las autoridades municipales de la derecha gobernante cerrarán el recién inaugurado local de Falange y en la primavera siguiente el comisario de seguridad metió a varios escuadristas en los calabozos.
El Golpe de Estado: Quién fue quién en el golpe
Conocer a las víctimas no es suficiente. Aquellos muertos no lo hicieron en la guerra aunque así nos lo repitieran insistentemente: fueron asesinados lejos del frente. No hay víctimas sin verdugos. Para saber por qué, hay que saber quién. Es bien sabido que este es un pasado incómodo, pero nada traumatiza más que la ignorancia. No es fácil matar vecinos, no es fácil multar, dejar en la ruina, perseguir, rapar, violar o maltratar a hombres y mujeres con las que se convive. Primero hay que deshumanizarlos. El terror fue el arma del golpe y se selló en un pacto de sangre que quiso implicar a todos y diluir en el tiempo y en la sociedad las responsabilidades de cada quién.

Visita de Millán Astray y Moscardó a Compostela, 1937 (foto: Proxecto Nomes e Voces, Fondo Dionisio Pereira 5032)

Por lo tanto se llevó la expresión “facendo o que nunca se fixo”, adquiere todo su sentido en el verano de 1936 mediante las distintas expresiones de la violencia. Desde finales del mes de julio se suceden las detenciones y comienzan los procesos militares contra los detenidos y los huidos. La única ley que prevalece es la de los golpistas, que persiguen a todos aquellos que consideran enemigos: autoridades civiles y militares opuestas a la sublevación, miembros de partidos políticos, sindicatos, asociaciones de todo tipo, personas que consideran contrarias al nuevo orden que quieren imponer.

Santiago de Compostela se convierte en una ciudad de cruzada. Las milicias de Falange, requetés y las Juventudes de Acción Popular inician una actividad frenética. Proliferan las subscripciones populares, los funerales por los primeros “caídos”, desfiles militares, desagravios religiosos, reposición de crucifijos, quema de libros, izada de banderas… Las plazas emblemáticas del Obradoiro y de la Quintana son el escenario de la unión entre los sublevados y la iglesia en la reinstaurada ofrenda al Apóstol en 1937 con la presencia del Cardenal Gomá, o en la salida bajo palio de Franco en diciembre de 1938.

Santiago de Compostela, 5 de diciembre 1938 (foto: EFE)

En abril de 1939 Santiago de Compostela se define, al igual que el resto del país, en vencedores y vencidos. Con el final de la guerra civil, la ciudad de cruzada da paso al Santiago da posguerra, que era también el de las cárceles, los batallones de trabajo, los campos de concentración. Trabajadores esclavos encargados de construir las pistas que convirtieron en transoceánico el aeropuerto de Lavacolla. Las condiciones de vida de los presos, humillados en su condición de “rojos”, eran inhumanas. La nueva ciudad la representan los muchos veteranos heridos de la guerra que se curaban en el hospital militar de San Caetano, mientras vuelve la actividad académica en la universidad después de tres cursos cerrada, con un personal depurado y nuevo, dispuesto a seguir viviendo, o sobreviviendo, con franquismo.

Para concluir, queremos definir al interlocutor a quién nos pretendemos dirigir. Tenemos claro a quién no se debe dirigir: no es un relato para que entiendan solamente los especialistas, aquellos que manejan unas supuestas claves que permiten entender el juego de discursos contrapuestos que desde franquismo y antifranquismo hicieron la reconciliación de la Transición. No es, por tanto, un discurso de consenso, porque no surge en primera instancia de una prerrogativa ideológica, sino que procede de la investigación histórica y del imperativo de la memoria.




Portada: Santiago de Compostela en 1936 (foto: HISTAGRA)
Ilustraciones: Conversación sobre la historia


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