El fallecimiento a los 74 años de edad, por coronavirus, del policía franquista y “presunto” torturador José Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, deja sin posibilidad de justicia a su víctimas; en cambio, hay muchos otros sobre los que la justicia puede posar la vista antes de que mueran sin pagar por sus crímenes
Tras la muerte de Billy el Niño sin pagar por sus crímenes, quedan muchos represores franquistas a quienes juzgar en vida: Conocido por su sadismo y crueldad a la hora de torturar a estudiantes y obreros antifranquistas en los años 70, ha muerto antes de la resolución de la querella cuyas víctimas habían presentado ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU, después de que la demanda no prosperase en ningún tribunal español. Ninguno de los gobiernos españoles ha facilitado las cosas para que se juzgara a este siniestro personaje, a pesar de la multitud de testimonios a su contra, una muestra más de la impunidad de los crímenes fascistas.
El agente de la Dirección General de Seguridad ha muerto con las distinciones que ha recibido por su expediente policial, cuatro medallas, de las que 3 las ha recibido por parte de los gobiernos “democráticos”, y cuyos beneficios económicos (que representaban un 50% más en su pensión) fueron fijados y reconocidos en el 2010. En febrero de este mismo año el voto conjunto de Unidas Podemos, PSOE, PP, Ciudadanos y Vox en contra de hacer público su expediente policial ha permitido que viviera hasta el último día en libertad, con honor, medallas, condecoraciones y pagas del estado.
La muerte de Billy el Niño recalca la necesidad y urgencia- de reclamar justicia sobre todos los represores que durante la dictadura española han ejercido en Asturies y hoy siguen su vida con absoluta impunidad. Entre ellos el policía Pascual Honrado de la Fuente, mano derecha en la Brigada Político-Social de la dictadura en Asturies, y el Teniente coronel de la Guardia Civil Fernando Caro Lería, investigados en la querella Argentina, o el cabecilla sindical minero del SOMA-UGT y hombre fuerte del PSOE en Asturies durante la Transición, José Ángel Fernández Villa, reconocido chivato y delator ante el jefe de la Brigada Politico-Social de Asturies, Antonio Garrido Fernández, policía del Político social y infiltráu en la UGT, Julio Aventadura, de la Brigada Político-Social, o Palacios, también policía de la Brigada Político social, todos ellos con una vida tranquila y apoyada por el estado español, que se ha encargado de facilitarles buenos puestos y pensiones para el resto su vida.
La lista podría seguir, pero el resumen seguiría siendo el mismo. Los asturianos nunca han visto ni siquiera reconocidos los crímenes que contra ellos se han cometido. Cuarenta y cinco años después, la dictadura española está vigente y sus leales mantienen la impunidad ante cualquier tipo de crimen; los fieles y sus sucesores son incluso parte importante de los pilares sobre los que se apoya la democracia española y se encuentran en todos los ámbitos de poder. Franco, como bien dijo, lo ha dejado todo atado y bien atado.
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