
Una pareja fue agredida ayer en el barrio de Carabanchel por un grupo de jóvenes fascistas. La llamada a la ‘revuelta’ de la ultraderecha está provocando una gran crispación en varios barrios de Madrid
“Os vamos a matar”: un grupo de fascistas agrede a una pareja en Madrid /
El paseo de confinamiento, ese que en Madrid solo puede darse
de momento a partir de las ocho de la tarde, acabó para Sonia y Marcos
(nombres ficticios para preservar su anonimato) a las tres de la mañana
en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Parte de lesiones y
denuncia mediante. Volvían a su casa, en el distrito de Carabanchel,
cuando se toparon con una de las concentraciones, teóricamente
improvisadas, que la extrema derecha lleva días promoviendo en muchas
ciudades del Estado español. En la Plaza Pedro Almodóvar, decenas de
personas se concentraban para pedir la dimisión del Gobierno de
coalición entre el PSOE y Unidas Podemos con banderas españolas y
cacerolas. El camino a casa de esta pareja fue interrumpido por un: “¡A
por ellos!”.
Sonia y Marcos corrieron sin saber con exactitud qué estaba
pasando: “No sabía si me estaba montando una película”, dice ella desde
el otro lado del teléfono. Los golpes que el grupo de fascistas
propiciaron a su pareja evidenciaron que no estaba equivocada. “Os vamos
a matar”, decían, mientras Marcos era golpeado. Ha salido, dentro de lo
que cabe, bien parado de esta agresión, que demuestra que el alboroto
que está provocando la extrema derecha en el Parlamento español tiene
consecuencias directas en la calles. El parte de lesiones recoge, sin
mucha literatura, el final de esta historia. No fue fácil recibir la
valoración médica. Acudieron a dos centros de salud de urgencia,
cerrados por la crisis de la Covid-19, antes de ser derivados a un
hospital privado con el que la Consejería de Sanidad firmó un “acuerdo millonario” con una duración de 30 años.
Jule Goikoetxea, filósofa y profesora de la Universidad
del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, asegura que nos
enfrentamos a una lógica previa al confinamiento: “Las cuatro elecciones
al Congreso español ya demostraban una polarización de la sociedad. La
gente se está organizando para demandar acciones más radicales de las
que se venían demandando en los últimos 20 años”. Este proceso de
polarización está relacionado, en algunos casos, con la extensión de la
pobreza, con las privatizaciones, con el enfado que producen las
políticas neoliberales, los recortes. En otros, se resume como pérdida
de privilegios. “Ante estas pérdidas se refuerzan las ideologías que ya
convivían en la sociedad, pero que, por determinadas circunstancias,
llevaban décadas aceptándolas en las estructuras políticas y el sistema
económico”. Ahora, ante la pérdida de confianza democrática, tanto en el
sistema como en las instituciones, la sociedad se radicaliza:
“Volveremos a tener grupos armados en Europa, vinculados a la extrema
derecha”, dice Goikoetxea. “Esto va para largo –sigue– porque es algo
estructural. No es un hecho concreto, es un cúmulo de decisiones
políticas que se han tomado en Europa en las últimas décadas”.
El ambiente está especialmente crispado en Madrid. Violeta Assiego,
abogada, cree que la situación no extrapolable a otros territorios,
pero sí muy preocupante: “La Comunidad de Madrid es ahora mismo el
baluarte de la extrema derecha, que está provocando una escalada de
violencia contra todo lo que puede representar el sanchismo y
Podemos. Están tratando de provocar una revuelta, en palabras literales
de Abascal”. Las vecinas y los vecinos que están saliendo a las calles
en Madrid parecen totalmente entregados a un discurso que asegura que el
Gobierno está vulnerando derechos y limitando libertades. La gente está
abrazando ese discurso para defender lo suyo y está sirviendo de
cortina de humo para que haya grupos radicales, organizados, que se
infiltran entre esa multitud de votantes de derecha para elevar el
tono”. La crisis económica a la que nos enfrentamos, que deriva no solo
de la crisis sociosanitaria de la Covid-19, sino que está completamente
atravesada por las políticas neoliberales que llevan años aplicándose en
Europa, favorecerá, aún más, el extremismo de la derecha en todo el
mundo: “Están llamando a la revuelta, al golpismo; buscan generar un
estallido social, una inestabilidad política que permita que gobierne la
derecha. Tienen una estrategia clara, a nivel mundial. Cuentan con
financiación, con parte del poder económico. Nos enfrentamos a un
Goliath, pero también hay un David”.
“Nos salvaron los vecinas”
El David son todas esas vecinas que se están organizando para
hacer frente al fascismo. Sonia y Marcos lo tienen claro: fueron los
gritos de sus vecinas y vecinos los que hicieron posibles que el grupo
de jóvenes fascistas dejasen de golpearle. Uno de ellos, además, pudo
grabar a los agresores. La abogada Violeta Assiego tiene claro que es
precisamente ahí, en la resistencia vecinal, donde tenemos que poner el
foco, aunque nos falta “la versión política, que potencie y lidere el
movimiento de cuidados que puede contrarrestar la ideología fascista que
está tomando forma en la calle”. Necesitamos, en torno a los cuidados y
a los barrios, una movilización que ponga en valor otra fórmula de
afrontar esta crisis. Frente a las banderas y las cazuelas. “Están, por
un lado, los que defienden sus privilegios y salen a la calle pasando
por alto el ordenamiento jurídico, los que se pasan por alto las pautas
de convivencia que garantizan la salud de todas las personas. Ellos
priman sus ideas por encima del bien común. Por otro lado, hay
muchísimas redes vecinales que están privando lo colectivo por encima de
cualquier otra cosa”. El movimiento feminista puede ser ese eje
vertebrador: “No aceptamos violencia en nuestros barrios. Estamos
fuertes. La violencia fascista es violencia patriarcal, racista,
LGTBfóbica”.
Pablo Santos vive en Carabanchel y forma parte de
los movimientos vecinales del barrio. Lamenta que las protestas están
llegando a los barrios con mucha fuerza en muy poco tiempo: “Diría que
hemos tenido dos fases. Primero, las protestas en uno de los barrios más
ricos, probablemente, de España. La gente rica protestando, pues
fenomenal. Claro que me preocupa y está alentado desde las élites
políticas, pero son los que son. Me parece bien que el conflicto de
clases se evidencie, pero el problema es que este ciclo de protestas
está aterrizando en los barrios de manera más organizada. La gente tiene
miedo y la patria se presenta como una garantía de supervivencia, pero
España son los servicios públicos y las vecinas saliendo a la calle.
Tenemos que insistir en eso y construir un nuevo marco antifascista
desde otros paradigmas”. ¿Por ejemplo? La plataforma del Orgullo crítico
o las redes del vecindario. Fueron precisamente los gritos de las y los
vecinas alertaron a los fascistas: “¡Vámonos!”, gritó uno de ellos. No
volváis nunca.
Fuente → pikaramagazine.com
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