Olvido Fanjul, la española víctima del nazismo que salvó a mil niños y se llevó su historia hasta la tumba
olvido fanjul de joven

Olvido Fanjul, la española víctima del nazismo que salvó a mil niños y se llevó su historia hasta la tumba / Karen Méndez Loffredo:

Un 30 de abril de 1945, hace ya 75 años, el Ejército Rojo liberó el campo de Ravensbrück, el mayor campo de concentración donde los nazis confinaban a las mujeres. Olvido Fanjul Camín fue una de las tres primeras españolas en ser deportada a este lugar.

Olvido Fanjul


El 8 de agosto de 2001, Manuel, Eloína y Amelie despedían a su madre, Olvido Fanjul Camín, quien había muerto a los 90 años de edad en Gijón, Asturias, su tierra natal.

Jamás imaginaron que ese día no solo enterraban a quien les dio la vida, sino a una de las mujeres que en 1937 ayudó a salvar a unos 1.000 niños españoles y a una de las supervivientes del campo de concentración de mujeres de Ravensbrück.

"Hasta esa fecha no sabíamos prácticamente nada. Conocíamos que había estado en un campo de concentración, pero ni siquiera sabíamos muy bien el nombre ni lo que había pasado allí. Nosotros pensábamos que un campo de concentración era un poco más que un campamento de reclutas como los que uno va cuando hace el servicio militar. Cuando fallece mi madre es cuando nos empezamos a enterar de la historia", confiesa Manuel Blanco Fanjul, hijo de Olvido.

La investigación sobre la vida de su madre comenzó de forma casual, o causal, un día cualquiera cuando Manuel se tropezó con el libro de Neus Catalá, otra superviviente española del campo de Ravensbrück.

"En ese libro la autora hablaba de nuestra madre. Decía: conocí a una mujer llamada Olvido Fanjul, que estuvo en Pushkin (Rusia). Allí cuidaba a los niños españoles, se casó, tuvo un niño, la detuvieron los alemanes y la llevaron a una cárcel en Estonia. Allí tuvo un niño y se lo quitaron”, recuerda Manuel.

Impactado con ese relato que hablaba de una mujer con el mismo nombre de su madre, Manuel llamó inmediatamente a sus hermanas.

"Le pregunté a mi hermana mayor si sabía algo y me dijo que no sabía nada. Llamé a mi hermana menor, que vive en Francia desde 1977, y le pregunté si sabía si nuestra madre había tenido un hijo antes que a nosotros y mi hermana me dijo que ella sí lo sabía".

"Me contó que una vez ella le preguntó a mi mamá si era cierto lo que alguna vez había dicho mi tía, de que había tenido un niño; y mi madre dijo: "Sí, y me lo quitaron". Entonces, mi hermana le dijo "te prometo que no se lo voy a decir a nadie. Y así quedó", explica Manuel.

En ese momento Manuel recordó una petición que su madre le había hecho, poco antes de morir, y a la que él no había puesto mayor atención.

"Un día que se sentía mal, como dos o tres años antes de morir, me dijo: 'yo ya estoy muy mayor y antes de morir me gustaría contar mi historia. Quisiera que buscaras a alguien para que la escriba'. Pero yo no le hice mucho casi y ni siquiera le dije que me la contara a mi. Yo sabía que había estado en un campo de concentración, pero jamás pasó por mi mente una historia como la que descubrimos luego. Jamás. Y la pobre se murió llevándoselo al otro mundo; cosa que me ha pesado muchísimo el resto de mi vida", lamenta con la voz entrecortada Manuel.

¿Quién fue Olvido?

Olvido Fanjul era una joven gijonesa del barrio obrero de La Calzada, que trabajaba en una fábrica de textil cuando estalló la Guerra Civil española.

Lo primero que hizo para colaborar con la causa republicana fue hacer un curso de enfermería para atender a los heridos junto al Socorro Rojo Internacional.

Tenía 27 años cuando la madrugada del 24 de septiembre de 1937 subió a un barco francés en el puerto de El Musel  junto a unos 1.000 niños y un grupo de cuidadoras para partir a la Unión Soviética. Salvar a los niños era, en ese momento, la prioridad de los republicanos.

"La ofensiva franquista en el norte de España empezó en abril de 1937 con el bombardeo de Guernica y terminó con la caída de Gijón, que fue la última ciudad republicana del norte de España que cayó en manos franquistas. En esos meses, miles de niños del País Vasco, Cantabria, Asturias y León salieron del país hacia Francia, Inglaterra, Bélgica, Dinamarca y otros países. De Gijón salieron unos 1.000 niños a la Unión Soviética", explica el historiador español Antonio Muñoz Sánchez.


Llegaron a Leningrado (ahora San Petersburgo) el 4 de octubre de 1937 y fueron alojados en las llamadas Casas de los Niños, desplegadas por el Gobierno soviético en distintos puntos de la URSS. Olvido Fanjul quedó al cuidado de una de esas residencias infantiles en Pushkin, una ciudad al sur de Leningrado donde se encuentra el majestuoso Palacio de la Catalina Grande. Allí conoció y se casó con un soldado del Ejército Rojo de nombre Dimitri y poco tiempo después salió embarazada. La felicidad de ella y de los niños se vio nublada con el avance de las tropas nazis sobre Leningrado en el verano de 1941.

"Este muchacho Dimitri desaparece, creemos que murió como tantísimos millones de soldados soviéticos en la guerra. Olvido, a su vez, pensando que las tropas alemanas no alcanzarían Puhskin, se quedó. El ejército alemán la coge y la lleva a una cárcel en Tallín, capital actual de Estonia y que en ese momento era territorio ocupado por los alemanes, donde es obligada a trabajar de manera forzosa. Entre febrero y marzo de 1942 da luz a un niño al que llama Dimitri, como su padre. Está tres meses con él, pero se lo quitan y nunca más supo de su hijo", indica Muñoz Sánchez.

Hundida en el dolor, el 26 de marzo de 1943, Olvido es deportada al campo de concentración de mujeres de Ravensbrück, ubicado a unos 90 kilómetros al norte de Berlín, donde los nazis encarcelaron a unas 130.000 mujeres, de las cuales 92.000 fueron asesinadas.

"Olvido Fanjul es un caso extraordinario porque no fue deportada desde Francia, como prácticamente sucedió con todas las españolas que estaban en los campos de concentración alemanes. Ella no. Ella fue deportada desde la Unión Soviética y figuraba en las listas como rusa", detalla Muñoz Sánchez.

Olvido Fanjul en Pushkin (URSS, 1939)

  • Olvido Fanjul, 1ª por la derecha (Gujan-Mestras, 1946)
    Olvido Fanjul, 1ª por la derecha (Gujan-Mestras, 1946)

  • Carnet de Olvido Fanjul de de pertenencia a la Federación Nacional de Deportados
    Carnet de Olvido Fanjul de pertenencia a la Federación Nacional de Deportados

La prisionera 18.217

En Ravensbrück, Olvido era para los nazis la prisionera 18.217. Pero para las demás presas, Olvido era una compañera a la que había que ayudar de forma urgente.

"Olvido se estaba dejando morir, no tenía ningunas ganas de vivir, le habían robado el niño, se supone que su marido había muerto. Estaba desesperada. Sus compañeras empezaron a darle la poca margarina que les quedaba, pero ella seguía sin querer comer. Entonces, entre todas le tapaban la nariz y le introducían pequeñas cantidades de comida para alimentarla y mantenerla viva. Así consiguieron salvarla", relata Muñoz Sánchez.


Ya en pie, Olvido, como todas las demás mujeres de los campos de concentración nazis fue obligada a hacer trabajos de guerra. En una carta que escribió, Olvido contó:

"Aquí hice los trabajos de peonaje más duros que puedan existir para una mujer. Más tarde me pusieron a trabajar en los talleres del campo, para la industria Siemens. Hacíamos trabajos de guerra. Se puede constatar por los obreros civiles que nos dirigían, que llevaban lentes mientras nosotras soldábamos a la autógena sin nada. Al ser puesta en libertad no volví a recuperar la vista nunca más".

Tampoco la audición de un oído pudo recuperar después de una golpiza de las guardianas de las SS.

"Ellas se quedaron mirando a las guardianas comiendo naranjas por el hambre que tenían. Las guardianas se dieron cuenta y les empezaron a golpear. A mi madre le dieron varios golpes y uno de esos fue tan fuerte, con la mano abierta en el oído, que mi madre dice que la había dejado parcialmente sorda. Y era cierto, porque después, con el paso de los años quedó sorda al 100% de ese oído. Ella decía: 'me dieron tal tortazo a mano abierta que del impacto nunca más volví a oír bien por ese oído', relata Manuel. Olvido y otras 300 mujeres fueron rescatadas por la Cruz Roja Sueca el 23 de abril de 1945, una semana antes de que el Ejército Rojo liberara este y otros campos de concentración nazis que mantuvo el III Reich por Europa.

La vuelta a la tierra

Tras recuperar la libertad, Olvido se fue a Francia y allí conoció a Gerardo Blanco, un vecino de su barrio de Gijón, ex combatiente republicano y exiliado que había sido trabajador forzado de los alemanes en Bretaña, donde construyó bunkers del Muro Atlántico con el que los alemanes esperaban contener a los Aliados.”

"Él tampoco contaba nada. Ninguno de los dos. Creo que no contaban nada porque como sabíamos que era doloroso para ellos nosotros no mostrábamos interés, no preguntábamos. También porque en tiempos de Franco había mucho miedo. Nosotros, sus tres hijos y ellos, volvimos a Gijón, su tierra, en 1963, entonces estaban muy vigilados, todos sabían que eran republicanos, exiliados y que podían ser fusilados por el régimen franquista. Hasta que no murió Franco no contaron nada y ya cuando murió Franco en 1975 nosotros estábamos grandes, cada uno con su vida y nadie preguntó, ellos no contaron", explica Manuel.

Manuel dice que uno de los mayores deseos de sus padres era volver a su tierra, pero para lograrlo debían presentar varios avales al Gobierno español, entre ellos, un certificado de buena conducta de la Guardia Civil, un certificado de la Falange, que era el partido franquista, y un certificado de la Iglesia Católica. Gerardo los obtuvo todos ¿cómo? Aún es un misterio.

"Nunca lo sabremos. Sospechamos que logró los certificados a través de su hermano que era un poco menor, que trabajaba en los astilleros y era un jefazo ahí, conocía a mucha gente en toda La Calzada. Su cuñado también era una persona muy conocida en el barrio. Supongo que ellos les ayudaron a conseguir esos avales, del cura diciendo que era un creyente tremendo, de la Falange diciendo que era un buen falangista, siendo un comunista sindicado en el Partido Comunista hasta el día de su muerte en 2005", dice entre risas Manuel.

Otro de los momentos que Manuel, a sus 68 años, recuerda con mucha claridad fue el día cuando sus padres volvieron a pisar Gijón casi 30 años después.

"Recuerdo que cuando llegamos estaba nevado en Gijón. Yo era muy chiquillo, pero sí veía temor tanto en mi padre como en mi madre. Vi temor y también emoción porque llevaban muchos años sin ver a sus familias. Luego, ese temor fue desapareciendo con el paso de los años. Sin embargo, ahora me doy cuenta de esa tristeza que había en la cara de mi madre”.

Para poder reconstruir la historia de Olvido, sus tres hijos e historiadores como Antonio Muñoz Sánchez se han dedicado durante los últimos años a investigar sobre ella. Muñoz ha escudriñado en cientos de archivos dentro y fuera de España. Los hijos de Olvido han viajado a Rusia, donde han contactado a los Niños de la Guerra que ella cuidaba y al campo de concentración de Ravensbrück.

“Nos gustaría saber qué pasó con ese soldado Dimitri que se casó con Olvido Fanjul, posiblemente en Leningrado, en algún momento entre los años 1938 y 1940. Los hijos de Olvido Fanjul tendrían interés en conocer a la familia de Dimitri porque no sabemos si él sobrevivió, si murió, dónde está enterrado. Queremos avanzar e intentar encontrar al hijo de Olvido con él. Queremos saber si ese niño vive todavía porque no sería imposible que se lo hubieran quedado los alemanes o, incluso, que los alemanes se lo hubieran entregado a los fascistas españoles y lo dieran a una familia profranquista", explica el historiador Muñoz Sánchez, quien resalta la importancia de esta investigación.

"Estamos intentando a través de esta historia, que trasciende el interés de la familia Fanjul, salvar la memoria de un exilio español y de la solidaridad del pueblo soviético con el pueblo democrático español que llegó a tal punto, de forma simbólica, que se unieron en un matrimonio y tuvieron un niño".


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