Nuevo ataque a las 13 Rosas Rojas en Móstoles
 
El monumento ha aparecido, por segunda vez en menos de un año, con la placa que recoge el nombre de las víctimas manchado de pintura. 
  
Nuevo ataque a las 13 Rosas Rojas en Móstoles
Federación de Republicanos (RPS)

Comunidado de la Agrupación Republicana de Móstoles (ARM):

El pequeño y recóndito monumento dedicado a las 13 Rosas Rojas en Móstoles ha vuelto a sufrir un ataque de la ultraderecha. Si en septiembre de 2019 la placa que recoge el nombre de las 13 militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, asesinadas en agosto de 1939, apareció manchada con los colores de la bandera de sus asesinos (es decir, la bandera rojigualda) y una cruz celta (símbolo del neonazismo), en este mes de mayo nos la volvemos a encontrar tachada con simple pintura roja.

A pocos días de celebrarse el 75º aniversario de la victoria aliada sobre el nazi-fascismo (el 9 de mayo), parece que aquella derrota sigue escociendo a los hijos y nietos del “superhombre” alemán, reconvertidos hoy en su mayoría en forofos y militantes de “respetables” partidos políticos, que tienen la cínica desvergüenza de presentarse como defensores de la libertad y la democracia al tiempo que hacen suyos los principios y valores del fascismo puro y duro. No en vano uno de los máximos representantes de esa indigna posición política, Javier Ortega Smith, respaldó abiertamente el proceso y la ejecución de las 13 Rosas Rojas en octubre del año pasado repitiendo las acusaciones que contra ellas se vertieron en la farsa judicial a las que fueron sometidas.

Por nuestra parte, no podemos dejar de lamentar este repugnante ataque, que describe a la perfección lo que siempre ha representado y representa hoy el fascismo: la barbarie, el vandalismo y la cobardía de temer a sus enemigos incluso después de haberlos asesinado.

También reiteramos nuestra petición al Gobierno de Móstoles para que garantice la seguridad de los monumentos a nuestra maltratada memoria democrática, periódicamente atacados con impunidad por el vandalismo fascista aprovechando su mínima iluminación y protección.

“Que mi nombre no se borre de la historia” fueron las últimas palabras escritas por la joven de 19 años Julia Conesa en la carta dedicada a su madre antes de ser asesinada, en la tapia del cementerio de La Almudena, el 5 de agosto de 1939. Desde entonces hasta hoy el esfuerzo por mantener su nombre y el de sus camaradas bien visible en la historia ha sido siempre más fuerte que los esfuerzos de sus verdugos por borrarlo de la historia, y así va a seguir siendo.



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