Muerto el perro, la rabia continua

Sobre la muerte del torturador "Billy el niño".

Muerto el perro, la rabia continua

MUERE EL PERRO, LA RABIA CONTINÚA 
 
Ha muerto un torturador, el más mediático y uno de los más condecorados. A estas alturas, después de numerosísimas denuncias, peticiones de extradición y bochornosos testimonios por parte de las innumerables víctimas que pasaron por sus manos y sufrieron sus tormentos, poco nos importa que Billy, el perro torturador, haya muerto. Sobre todo teniendo en cuenta que lo ha hecho sin ser juzgado por sus crímenes y manteniendo las condecoraciones y reconocimientos que el Estado español le ha otorgado durante estos 40 años por sus ``servicios´´. Al militante del PCE(r) Juan José Crespo, "Kepa", le torturó en 1979. Se sabía impune, así que no esperaron a que se borraran las marcas de la paliza para la fotografía policial, que apareció en la revista "Tiempo" 3 años después.

Entendemos que su muerte suponga cierto alivio para sus víctimas. Por nuestra parte seguiremos denunciando la continuación de estas prácticas de terrorismo de Estado y a sus nuevos ejecutores. Los cientos de torturadores que desde 1939 hasta hoy han practicado la tortura y todo tipo de maltrato contra los detenidos y presos políticos no son más que empleados a sueldo que se han beneficiado de todo el aparato estatal para cumplir una función: arrancar confesiones y destruir a los detenidos.

Sin quitarles méritos, los torturadores no son nadie sin un Presidente del Gobierno que autorice, sin unos ministros de Interior y Justicia que den la orden, sin unos responsables policiales que supervisen, sin un aparato judicial que ampare, sin un aparato mediático que encubra, sin un cuerpo médico que examine al torturado y diga “todavía puedes aguantar un poco más”…

En definitiva, el torturador es tan solo una pieza más de todo el entramado represivo del Estado, que es sustituido cuando realiza su cometido y, para mayor vergüenza, es colmado con medallas y pensiones vitalicias en agradecimiento por sus horrores.

Esto es el Estado español, un lugar sembrado de fosas comunes que aún esperan ser levantadas y sus cadáveres desenterrados con la dignidad que merecen, y donde los genocidas y torturadores jamás han rendido cuentas por sus crímenes.

Las torturas y el maltrato en cárceles, comisarías y centros de internamiento continúan siendo una práctica sistemática como así atestiguan numerosas denuncias y sentencias de tribunales internacionales.

Por ello, exigimos la prohibición y erradicación del maltrato a los detenidos y de la tortura. Pero sobre todo, exigimos la investigación y la persecución, así como el castigo ejemplar de todos los culpables directos e indirectos, desde el primero hasta el último.

Mientras tanto, no importa que los torturadores vayan muriendo lentamente mientras son reemplazados por otros. El Estado español seguirá siendo el mismo perro, pero con distinto collar.
 


Fuente → madrid.lahaine.org

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