Memorialismo antifranquista y republicano más allá del Pirineo
Acacio Puig
Colectivo Anticapitalista de Burgos
No podía ser de otro modo porque la gesta que constituyó la Guerra de España fue el gran aldabonazo que en la década de los 30 del pasado siglo conmovió las conciencias progresistas del mundo de entonces.
No podía ser de otro modo porque la gesta que constituyó la Guerra de España fue el gran aldabonazo que en la década de los 30 del pasado siglo conmovió las conciencias progresistas del mundo de entonces.
Su eco lo encontramos en decenas de miles de libros que analizan aquellos años y lo acontecido durante 1936-1939 en los que la defensa popular armada de la segunda República se entrelazó con la aspiración a la Revolución Social al menos durante el primer año de la contienda; (Revolución Social que defendieron anarcosindicalistas de CNT y marxistas opuestos a la política soviética como el POUM).
La Guerra de España constituyó el prólogo de la segunda guerra mundial, aunque las democracias occidentales quisieran ignorarlo y optasen por “la neutralidad” como modo de evadir el conflicto (acuñando la llamada Política de No Intervención). Pero la realidad era tozuda en sus hechos y el apoyo internacional reaccionario de quienes preparaban la segunda Gran Guerra se barruntaba desde los años del llamado bienio negro republicano; entonces proliferaron los contactos de los futuros golpistas españoles con la Italia fascista de Mussolini y la Alemania nazi de Hitler. Ellos ni fueron neutrales, ni escatimaron medios militares para garantizar la victoria en aquel combate contra la República de Trabajadores de todas clases, combate ciertamente muy desigual. Cuando estalló el golpe militar fascista del 17-18 de julio de 1936 contra la legalidad republicana, el apoyo militar de Italia y Alemania estaba ya bien atado por las huestes reaccionarias que acabarían ganando aquella guerra. Datos hay de sobra sobre ese apoyo que además sirvió como banco de pruebas, como entrenamiento de las temidas aviaciones –cazas, bombarderos, transporte militar- de los ejércitos de Hitler y Mussolini en territorio ibérico.
Brigadistas y Exiliados: las retiradas.
El escasísimo apoyo militar internacional a la República (solo y limitadamente la URSS) contó sin embargo pronto con la generosidad de las Brigadas Internacionales, los “combatientes de la libertad”, unos 35.000 hombres dispuestos a recibir instrucción militar y hacer la guerra defendiendo la república o como enfatizó en 2012 el periodista Félix Población en Público (18-01-2012) gentes que creyeron al pie de la letra las palabras que Cervantes puso en voz de Alonso Quijano: “la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida”. Polacos, franceses, estadounidenses, italianos, austriacos, alemanes, ingleses…combatieron en España y los que no murieron aquí, se llevaron consigo la memoria de su solidaria lucha. La enternecedora imagen del entierro de un viejo brigadista inglés (los nietos depositando la bandera republicana y un puñado de tierra española en su tumba) imagen que integró Ken Loach en su película Tierra y Libertad, es un grandioso símbolo de esa memoria y fidelidad que los brigadistas llevaron en su existencia hasta el fin de sus días.
Son muchas las Asociaciones de Brigadistas que hoy mantienen vivas sus descendientes y ellas han extendido internacionalmente en el tiempo, la memoria antifranquista. Añadimos aquí el portal elaborado en 2003 por Juan Carlos Ocaña que da cuenta de una larga lista de conexiones de enorme interés:
El último gobierno republicano, presidido por Negrín, usó el término militar “Retirada” cuando derrotados los restos del ejército popular, cruzaron la frontera pirenaica camino del exilio. Confiaban en una intervención liberadora de los aliados que no se produjo. Ni entonces ni al concluir la guerra mundial con la derrota de las potencias del Eje.
Francia: el destino más próximo y masivo de nuestros exiliados.
Más de 500.000 personas, hombres, mujeres y niños pasaron a Francia y fueron recluidos en Campos (de Internamiento, de Concentración, campos que en muchos casos fueron antesala del traslado a los campos de la muerte como Mauthausen). Pero también gentes españolas que a veces lograron incorporarse en Francia (o desde África) a la Resistencia.
Sin embargo no todo el recorrido de nuestro exilio en Francia fue sencillo. Más bien una larga marcha jalonada desde 1941 por detenciones y también torturas de militantes- gentes que ya habían logrado trabajo en Francia y con ello salir de los Campos- y que se agruparon en clandestinidad para proseguir la acción política volcada hacia la recuperación de las libertades en España. También es el período de reclutamiento forzoso de españoles en Campos de Internamiento para su traslado a fábricas de la Alemania nazi. Por eso una de las actividades de nuestros colectivos de exiliados militantes fue el sabotaje de aquellos trenes y la campaña en contra de aquellos desplazamientos (1).
Perseguidos pues en la Francia del mariscal Pétain pero hay que decir que incluso más tarde, en la Francia Liberada y bajo presidencia De Gaulle, las primeras Asociaciones de españoles republicanos fueron suspendidas en los años 50 y la persecución de “rojos” prosiguió puntualmente en diferentes redadas. Una larga marcha por tanto hasta esclarecer e imponer como Verdad el rol español en la lucha antifascista en nuestro país y después en la Resistencia francesa, hasta el reconocimiento de los guerrilleros españoles como FFI (Fuerzas Francesas del Interior).
El resultado de ese esfuerzo es que hoy su memoria permanece viva en Asociaciones sitas en Francia y cuya gestión pasó de padres a hijos y hoy, a nietos. Los Campos se han transformado ya en Lugares de Memoria. A lo largo del año se suceden las conmemoraciones memorialistas y el broche de oro en Paris es la participación española en la Tribuna de Honor de las conmemoraciones de la Liberación que recuerdan la entrada allí de nuestros tanques y 3000 voluntarios españoles acompañando a la2ª división de Leclerc. Además, como reseña el reciente libro Le sang des Espagnols, Mourir a Paris (2) placas conmemorativas se extienden por la ciudad recordando el heroísmo de nuestro combatientes muertos en la Resistencia.
Campos como el de Gurs, Septfonds, Vernet d’ Ariege, Memoriales como el situado en Castelnau-sur-l’Auvignon o el específico dedicado a los guerrilleros españoles en Prayols forman parte del mapa de Lugares oficiales de Memoria y en ellos, como en el Museo de la Deportación y Resistencia de Tarbes, la presencia del recuerdo de nuestros exiliados y combatientes es enorme.
Desde el año 2011 la Estación de Borredon, lugar al que llegaban los españoles con destino al Campo de Concentración de Septfonds, fue adquirida por la Asociación MER 82 (Memoria de España Republicana de Tarn y Garonne) con la ayuda de AAGEF-FFI (Amical de Antiguos Guerrilleros Españoles en Francia). Se instaló allí el CIIMER (Centro de Interpretación e investigación de la Memoria de España Republicana), espacio pilotado por asociaciones memorialistas republicanas, con sede en Francia y en España además de en Bélgica, que realiza actividades constantes y que los meses de marzo de cada año organiza una gran Marcha Memorialista desde la estación de Borredon hasta el Campo de Septfonds en memoria de nuestros exiliados del ejército republicano que fueron allí confinados.
(1) L’Affaire Reconquista 1942-1944. (Charles y Henri Farreny) Ed. Espagne au cœur
(2) Mourir en Paris. (Henri Farreny) Ed. Espagne au cœur.
Fuente → canticapiburgos.blogspot.com
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