
Huelva,
con al menos 10.199 víctimas en 126 fosas, es una de las provincias más
afectadas por el terror franquista. Al menos, 1.437 ejecutados por el
franquismo y arrojados a una fosa según el informe ‘Las fosas comunes
del cementerio de La Soledad y la represión militar en Huelva
(1936-1944)’ del historiador José María García Márquez y el
investigador Miguel Ángel Harriero Capilla. La mayor parte de las
víctimas tenía entre 21 y 50 años. Hay 2 menores de 13 años y 47 con más
de 60. De otros países, 4 de Portugal y una de Alemania, Estonia y
Polonia.
El estudio del terror franquista abarca desde el 29 de julio de 1936, al 31 de diciembre de 1944. Hasta febrero del 37, hubo 907 ejecuciones. Desde esa fecha la barbarie fascista produjo 530 asesinatos. La
violencia franquista se desató con la ocupación por los golpistas de la
ciudad de Huelva el 29 de julio de 1936. A partir de ahí, en la
provincia onubense hubo 10.199 víctimas de la represión rebelde arrojadas a 126 fosas comunes, según la cifra estimada que aporta el Mapa de Fosas
de la Junta de Andalucía. En Huelva, más de 60 municipios sufrieron el
terror franquista. El rastro aparece en casos como la fosa de Modestita
en Zalamea la Real. En Huelva la de Pedro
Masera, el anarquista que Franco mató por leer a Nietzsche. O una de las
mayores de la guerra de España en zona rural, en Nerva.
Y en Camas (Sevilla), con los mineros que iban a cambiar el curso de la
historia. Todos los nombres aparecen en el informe en un listado anexo.
También de otras provincias españolas, caso de 23 asesinados de Badajoz
y 17 de Sevilla. O 3 de Vizcaya y 2 de Almería, Cádiz, Guipúzcoa o
Málaga, además de una de Burgos, Cáceres, Ciudad Real, Huesca, León,
Oviedo, Pontevedra, Tenerife y Toledo.
Del total de identificados, 499 aparecen como ‘asesinados por
bando de guerra’. Otros 267 fueron ‘ejecutados por sentencias de
consejos de guerra’, 249 ‘muertos en prisión’ y hay 50 ‘desaparecidos’. A
estos números hay que sumar, entre otros, 15 muertos ‘al salir de
prisión’, 12 en la ocupación de la ciudad, 3 ‘por la fuerza pública’ y
un ‘suicidio’. De las 1.437 ejecutados por el franquismo, solo en 1936
quedaron enterradas y registradas 843 como “desconocidos”. Las víctimas
no eran anotadas en el libro de registro del cementerio de La Soledad de
Huelva “para ocultar la represión contra población civil”, indican los
autores del informe. Los golpistas seguían un sistema similar al usado
en el cementerio de San Fernando en Sevilla.
Estos números sitúan a la provincia como una de las más
afectadas por la violencia golpista de toda España. Andalucía, de hecho,
fue la zona más castigada por el franquismo. La región cuenta al menos
45.566 asesinados en 708 fosas. Son las cifras de la “matanza
fundacional del franquismo”, describen historiadores como García Márquez
o Espinosa Maestre. La matanza estaba dirigida bajo mando del militar
golpista Gonzalo Queipo de Llano. Como muestra, los historiadores
reseñan algunos bandos de guerra. “Queda totalmente prohibido todo
intento de huelga; los inductores serán pasados por las armas sin previo
aviso”, decía uno. “Será pasado por las armas todo aquel que en el
plazo de DOCE horas no entregue las armas, municiones o explosivos que
tenga en su poder”, amenazaban los golpistas. Y más: cualquier
resistencia al golpe de Estado fascista “será castigada en el acto con
fusilamiento sin formación de causa”.
Por esto, “escuchar aún decir que ‘lo mismo hicieron unos que
otros’ es, aparte de falso, atentar contra el más mínimo rigor
histórico”, señala José María García Márquez. “Sobre todo en una ciudad y
una provincia, Huelva, donde la represión franquista alcanzó una de sus
más altas cotas”, continúa. El cementerio de La Soledad, como
paradigma, reseña 1.437 ejecutados por el franquismo. La represión
izquierdista, de otro lado, “acabó con la vida de 6 personas en la
ciudad de Huelva” que fueron registradas “con sus respectivos nombres (y
debidamente inscritas en el Registro Civil) y, todos, enterrados en
nichos”. Con una excepción, un derechista “del que se nos escapa el
motivo por el que fuera llevado a la fosa común”.
María Luisa Masera, nieta de Pedro Masera, junto a la fosa
abierta: “Los que no saben, por la desmemoria o porque no lo han
padecido, lo mejor que podían hacer es no hablar”.
Original en Eldiario.es (Juan Miguel Baquero). Y el libro de José María García Márquez y el investigador Miguel Ángel Harriero Capilla, ‘Las fosas comunes del cementerio de La Soledad y la represión militar en Huelva (1936-1944)‘
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