Los
republicanos no existimos para sus majestades los reyes católicos de
España, que Dios guarde muy bien guardados. Ni siquiera deben de sa-ber
que existimos. Probablemente porque los secretarios que les facilitan
diariamente los recortes de Prensa con las noticias censuradas no tienen
en cuenta a los republicanos, ellos no pierden el tiempo leyendo
periódicos, no ven los telediarios, y cuando acuden a cualquier acto
callejero los gorilas guardianes mantienen a los manifestantes alejados,
para que no puedan es-cuchar sus gritos de protesta ni ver sus
pancartas insultándolos.
A los reyes les importamos un carajo
Arturo del Villar
Desde que el Gobierno confinó en sus casas a todos los
españoles que las tenemos, y en las calles a los que no, ellos dan
ejemplo quedándose en su palacio, en donde disfrutan de jardines,
piscinas, bodegas, salas de proyec-ciones, y hasta biblioteca, aunque no
la visiten. Para que los vasallos no pensemos que van a
necesitar solicitar un ERTE, ya que ahora tampoco desarrollan ningún
trabajo, la Casa Real publica diariamente la agenda vir-tual de sus
actividades, realizadas por videoconferencias desde sus despa-chos, en
donde mantienen sus reales culos pegados a las costosísimas sillas de
diseño mientras contemplan cómodamente las pantallas.
En los primeros diez días hábiles del mes de mayo de 2020 han
demos-trado ser capaces de realizar un trajín agotador, manteniendo
audiencias virtuales con Carmen Iglesias, presidenta del Instituto de
España; los hospi-tales universitarios de León, Burgos, Doctor Peset de
Valencia, Virgen de las Nieves de Granada, Virgen de la Luz de Cuenca,
Juan XXIII de Tarra-gona, y Ramón y Cajal de Madrid; con representantes
de las asociaciones Plataforma Estatal de Personas con Discapacidad
Física, Agenda Digital e Inteligencia Artificial, Consejo General de
Gestores Administrativos, Fun-dación de Microfinanzas del BBVA, Empresa
Municipal de Transportes de Madrid, Cercle d’Economía, Confederación de
Familiares de Personas Sordas, Parques Nacionales, hospitales
universitarios de Santiago de Com-postela y Bellvitge, Federación
Española de Daño Cerebral, Corporación Alimentaria Peñasanta, Grupo
ANECOOP, Unión de Empresas Siderúrgi-cas, Asociación de Líneas Aéreas,
los colegios oficiales de Médicos, En-fermería, Farmacéuticos y de
Psicólogos, y últimamente las asociaciones de Profesionales de Servicios
Funerarios y Contra el Cáncer, por separado, aunque sus trabajos
coinciden en una fase.
Todo ello en diez días hábiles de mayo. Se comprende que estén
cansa-dos, o agotados más bien, los pobres monarcas. Especialmente si se
consi-dera que nada de lo que les hayan comentado sus interlocutores
les interesa ni tiene importancia para la marcha del reino. Todas
esas conversaciones virtuales son inútiles, una apariencia de trabajo en
momentos de paro.
Cierto que pueden pertenecer a la Confederación de Familiares de
Perso-nas Sordas, porque el rey decrépito no oye ni con el sonotone que
lleva siempre puesto, así que no se entera de los gritos de sus vasallos
para que entregue al reino las comisiones almacenadas en sus cuentas
suizas: esos millones pueden paliar en buena medida el déficit impagable
que arrastra-mos. Un déficit del que es culpable en parte él mismo, ya
que hemos debi-do sobornar con millones a sus barraganas para que no
contasen intimida-des vergonzosas.
Pero al leer ese listado se comprueba que entre tantas asociaciones
vario-pintas de las más diversas ocupaciones no figura ninguna
republicana. Ni ahora ni nunca durante el reinado de Felipe VI. Y no
será porque resulte difícil encontrar alguna entre las más de doscientas
registradas en el Minis-terio del Interior. Para él no existimos. No se
le ocurre conversar siquiera con una para conocer nuestras comunes
dificultades económicas, ya que los millones regalados anualmente por el
Estado a las múltiples asociaciones registradas no destinan ni un
céntimo siquiera a una agrupación republica-na. Somos invisibles para
los monarcas.
Debemos hacer algo para que conozcan nuestra existencia. Algo de lo
que se hable durante mucho tiempo. Algo que se haga notar en la
historia. Y hacerlo ya, ahora mismo. Hay que actualizar el silogismo
cartesiano para que se convierta en: soy republicano, luego existo y lo demuestro en las ba-rricadas.
ARTURO DEL VILLAR
PRESIDENTE DEL COLECTIVO REPUBLICANO TERCER MILENIO
ARTURO DEL VILLAR
PRESIDENTE DEL COLECTIVO REPUBLICANO TERCER MILENIO
Fuente → extremaduraprogresista.com
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