Tres figuras del Real Madrid republicano
 De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda escarbar en un período especialmente brumoso del pasado del Real Madrid. 
 
Tres figuras del Real Madrid republicano:
Existen muchos interrogantes acerca del club durante los años de la Segunda República, y, en estas fechas conmemorativas, parece oportuno recordar varios nombres propios.

Rafael Sánchez-Guerra Sainz (1897–1964)

Rafael Sánchez-Guerra, concejal del Ayuntamiento de Madrid por la coalición republicano-socialista, vicesecretario de Presidencia de la República y correligionario de Niceto Alcalá Zamora, ganó las elecciones a la presidencia del Madrid en mayo de 1935. Sus esfuerzos en la defensa de los intereses del club, cuando salvó la expropiación del campo de Chamartín por parte del ministro de Obras Públicas Indalecio Prieto, fueron recompensados por los socios merengues. Hay cierto consenso acerca de que la máxima de “un socio madridista, un voto” se inició bajo su mandato. El estallido de la Guerra Civil hizo que la Junta directiva fuese sustituida por un Comité el 4 de agosto de 1936, previa negociación entre los socios y la Federación Deportiva Obrera –organismo del Frente Popular dedicado a incautar instituciones deportivas–. 

Rafael Sánchez-Guerra permaneció en el Madrid asediado durante toda la Guerra Civil y, a pesar de que se le ofreció la huida de la capital en el avión en el que Segismundo Casado partía para Valencia, prefirió quedarse junto a su compañero Julián Besteiro. Ambos acabarían detenidos en los sótanos del ministerio de Hacienda en marzo de 1939. Juzgado por “crimen de auxilio a la rebelión militar”, fue condenado a cadena perpetua, aunque unos años después su pena fue conmutada —probablemente gracias a su amistad con la familia Barroso—. En 1946 pasó a Francia clandestinamente y lo nombraron ministro sin cartera del gobierno en el exilio presidido por José Giral.

Su vida tuvo un desenlace peliculero. Viudo desde finales de los cincuenta, Sánchez-Guerra regresó a España e ingresó, acaso por una promesa, en el convento de los Padres Dominicos de Villava (Navarra). Hasta su fallecimiento se dedicó a la escritura y la reflexión, recibiendo la visita de los jugadores del Real Madrid aprovechando un partido contra Osasuna, lo que supuso una de sus últimas alegrías.

Juan José Vallejo González (1912–1978)

La incautación del club del 4 de agosto de 1936 antes mencionada constituyó un proceso complejo. La Federación Deportiva Obrera negoció con el Madrid sustituir la junta directiva, ya bastante afín a la República, por un Comité en el que abundaban los socios izquierdistas. El Comité incluía entre otros a Leandro Sechí Andía —socio madridista y representante de Amigos de la Unión Soviética—, Alfonso Reyes —socio madridista y miembro de Izquierda Republicana—, Vicente Veres —socio madridista y de UGT—, Pablo Hernández Coronado —representante de la junta directiva anterior, mantenido en virtud de sus conocimientos técnicos—, y estaba presidido por Juan José Vallejo González. La prensa republicana, como el diario Informaciones, celebró en sus páginas el acuerdo entre el Madrid y el Frente Popular: “Habían corrido rumores alarmantes, ¿no? Pero no había caso. Un club democrático, como el Madrid, con un plantel de socios netamente republicanos de izquierda, no podía temer nada. La Federación Deportiva Obrera, que tiene un gran concepto de los principios deportivos, encontró justos los razonamientos de algunos socios, y juntos concibieron un plan, que ha sido puesto en práctica y aprobado, sin excepción alguna, por todos los sectores deportivos de Madrid». {5 DE AGOSTO DE 1936}

En la dirección del Comité, Juan José Vallejo intentó orientar la marcha del club en un sentido popular sin desvirtuar la estructura profesional del mismo, tal y como se había rubricado en el pacto. Así, el campo de Chamartín pasó a convertirse en centro deportivo para los ciudadanos y base de entrenamiento del Batallón Deportivo de Madrid. Además, se celebraron festivales deportivo-militares, y el propio Vallejo, según publicaba El Liberal el 11 de agosto, entregó en nombre del Madrid la cantidad de 5.000 pesetas al gobierno de Giral. Hernández Coronado ejercía como asesor omnisciente, y valoró inscribir en octubre al Madrid en el campeonato catalán, algo que, aunque fue acogido entusiásticamente por el Sindicato de Futbolistas profesionales en pro de la buena solidaridad republicana, terminó siendo vetado por el F.C. Barcelona.

Antonio Ortega Gutiérrez (1888 – 1939)

Se desconoce la fecha exacta, pero entre 1937 y 1938 Juan José Vallejo dejó paso al coronel Antonio Ortega Gutiérrez, del PCE, en la presidencia del club. Terminaba así una etapa de dirección de tintes anarcoides para iniciar una composición más jerárquica —no en vano Ortega era Director General de Seguridad del gobierno de Negrín—. Sus declaraciones al semanario Blanco y Negro eran prueba de una mentalidad prácticamente espartana: “La nueva práctica del deporte aplicada a la guerra ha evitado, en primer lugar, el preciosismo y la exhibición, y ha conseguido que los soldados, libres de antaños prejuicios, fortalezcan sus músculos, alimenten sus pulmones y posean una resistencia esencial hoy en cualquier clase de combate (…) El Madrid, y yo estimaré que así sea, debe conseguir el mayor campo deportivo de España, el más importante estadio. La ciudad, que se ha ganado heroicamente su capitalidad, debe tener todo aquello que poseen otras ciudades que han sido más frívolas con relación a la guerra”. Hernández Coronado continuaba con su papel de intendencia en la secretaría técnica, y, siguiendo las órdenes de Ortega, coordinó la gestación del Trofeo del Ejército del Centro. Del mismo modo, permaneció en su labor organizativa cuando Ortega fue relegado de su posición en la Dirección General de Seguridad y se le mandó de nuevo al frente de batalla.

El papel más oscuro de Ortega tuvo que ver con su supuesta implicación en la desaparición de Andreu Nin, auspiciada por la NKVD (policía secreta soviética). Independientemente de si intercedió o no en el asunto, Ortega fue apartado de sus responsabilidades tras triunfar la insurrección de Casado contra el gobierno de Negrín, con la que se intentaba finalizar la Guerra Civil por medio de un enjuague entre militares. Detenido el 13 de abril en Alicante mientras trataba de escapar, se le aplicó un consejo de guerra y el franquismo no le concedió siquiera el honor del fusilamiento. Acabó asesinado por garrote vil, como correspondía a los delincuentes.

Estos tres ejemplos constituyen algunos de los puntales que soportaron el peso del club en una época turbulenta, en la que nadie sospechaba que en el futuro la institución alcanzaría la mayor de las excelencias. Resulta de justicia señalar que el mérito de un proyecto no solo pertenece a quien lo desarrolla en tiempos prósperos, sino también a quien permite su supervivencia en los instantes más aciagos


Fuente → alacontra.es

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