Las causas de la guerra civil

 
Las causas de la guerra civil
Xavier Tornafoch


Hace muchos años acudí a una conferencia en el Ateneo Barcelonés que pasó casi inadvertida para la prensa del momento. El ponente era el malogrado profesor Josep Termes, catedrático de historia contemporánea de la Universitat de Barcelona, más tarde de la Universitat Pompeu Fabra. La cosa iba de las causas de la guerra civil española. Durante casi dos horas, Termes repasó todos los problemas de la España republicana, la mayoría de mucha enjundia, y que formaban parte estructural de la España de la Restauración. Ahí estaban la cosa territorial, la cuestión agraria, la conflictividad en las zonas industriales y mineras, los problemas institucionales, la cuestión religiosa. Todos ellos, asuntos que se habían ido gestando a lo largo de mucho tiempo y con los cuales España había entrado en la modernidad. El profesor Termes concluyó el repaso de todos y cada uno de los temas asegurando que ninguno de ellos podría haber originado una guerra civil, sin negar tampoco su gravedad. En cambio, señaló una causa como claro desencadenante de la violencia, esto es, la actitud de los militares africanistas. Para el ponente, las características de buena parte de la oficialidad formada en África fueron decisivas para que un grupo de ellos decidieran resolver los conflictos en que se veía inmersa la República a través de un golpe de Estado, que al fracasar no tuvieron ningún inconveniente en transformar en una terrible guerra que devastó el país durante treinta y dos meses.

Mientras tanto, se produjo una revolución obrera, la disolución del Ejército, la persecución religiosa en la retaguardia republicana y el apoyo de los fascismos europeos a los sublevados. Insistió Termes en que fueron los africanistas el factor diferencial. Esta teoría ha sido impugnada a lo largo de los años, especialmente por la historiografía conservadora, que desde el primer instante atribuyó la insurrección militar a la ineptitud del Gobierno republicano para atajar la violencia política y el descontrol en las calles. Algunos han llegado a afirmar que el Gobierno era una marioneta de Moscú, olvidando que antes de la guerra civil el movimiento obrero era mayoritariamente anarquista y socialista, y que fue precisamente la guerra la que hizo que la URSS se interesara por el conflicto español. Otros historiadores, no necesariamente conservadores, han discutido la teoría de Termes matizando sus contundentes afirmaciones y centrando su atención en el Frente Popular, y en los errores que cometió.

En cualquier caso, una cosa que no alberga dudas es que fue uno de los militares africanistas, quizás el más popular de ellos, el general Francisco Franco, el que acabó encabezando el movimiento, maniobrando para apartar del poder a otros insurrectos que venían de la trama civil, muchos de ellos falangistas o tradicionalistas, o que tenían in mente una restauración monárquica. Este militar, además, fue el encargado de dirigir la guerra y de establecer la estrategia, que según los entendidos tenía mucho de colonial, por la crueldad con la que se desarrolló. En no pocas ocasiones, Franco explicó que consideraba la guerra en África su verdadera escuela y que no se podía entender a sí mismo sin lo que significó esa guerra colonial. Incluso llegó a decir que lo que aprendió en África tenía mucho a ver con la manera en el alzamiento. De hecho, fue la rebelión de las tropas africanas y su traslado a la península, gracias a la ayuda italiana y alemana, lo que decantó el carácter de la contienda.

Poco antes de morir en su exilio de Collonges-sous-Salève (Francia), Manuel Azaña, el expresidente de la República española, escribió un conjunto de artículos sobre las causas de la guerra civil. En sus escritos, Azaña puso el acento en los aspectos de política internacional que incidieron en la cuestión española, subrayando la presencia de tropas extranjeras en suelo español, refiriéndose al CTV italiano y a la Legión Cóndor alemana, para ejemplificar que la República fue una pieza más del tablero europeo, sacrificada por las potencias continentales y por Gran Bretaña para no molestar a Hitler y a Mussolini, de igual manera que fue sacrificada Checoslovaquia. Al final, para apoyar su teoría, Azaña afirmaba que «aunque hubiesen sido ciertos todos los males que se le cargaban a la República no hacía falta la guerra». Azaña, como Termes cuarenta más tarde, aseguraba que la guerra civil «era inútil para remediar aquellos males, los agravaba todos, añadiéndoles los que resultaban de tanto destrozo». Fue la estrategia de unos cuantos la que causó la contienda.

Xavier Tornafoch i Yuste (Gironella [Cataluña], 1965) es historiador y profesor de la Universidad de Vic. Se doctoró en la Universidad Autónoma de Barcelona en 2003 con una tesis dirigida por el doctor Jordi Figuerola: Política, eleccions i caciquisme a Vic (1900-1931) Es autor de diversos trabajos sobre historia política e historia de la educacción y biografías, así como de diversos artículos publicados en revistas de ámbito internacional, nacional y comarcal como History of Education and Children’s Literature, Revista de Historia Actual, Historia Actual On Line, L’Avenç, Ausa, Dovella, L’Erol o El Vilatà. También ha publicado novelas y libros de cuentos. Además, milita en Iniciativa de Catalu
 

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