
Hace algunos años, durante la presentación de un libro sobre la
represión franquista de posguerra, un catedrático madrileño de Historia
Contemporánea hizo una afortunada comparación: entre los historiadores
profesionales que investigan la República, el franquismo y la guerra
civil por un lado, y por otro, la larga nómina de publicistas
recauchutadores de mitos franquistas, hay la misma distancia que entre
los astrónomos y los astrólogos.
La materia prima es similar, los acontecimientos del pasado. Pero lo
demás difiere radicalmente: honestidad, profesionalidad, formación, metodología de trabajo.. y sobre todo, fines y objetivos…
El estudio de la historia de la 2ª República, la Guerra civil y el
franquismo es el principal campo de batalla entre «astrofísicos» y
«astrólogos». Falsificar la historia, mentir y
calumniar sale gratis en España, especialmente cuando el objetivo de los
ataques son los defensores de la República, los luchadores
antifranquistas, o las víctimas de la dictadura.
No vamos a repetir, por ejemplo, los exabruptos emitidos hace unos
meses por un concejal madrileño de extrema derecha sobre las Trece
Rosas, o por la presidenta de la Comunidad de Madrid sobre la quema de
iglesias, pero no podemos por menos que calificar sus palabras como
expresión de indigencia intelectual y de bajeza moral.
Lo que los demócratas debemos preguntarnos es
¿porqué lo hacen? Y la respuesta es simple: porque pueden. Cuando
hablamos de impunidad no sólo nos referimos a la impunidad penal de los
criminales franquistas; o a que la familia Franco y tantas otras puedan
seguir disfrutando aún del producto del expolio y de la corrupción.
Otra de las formas que adopta la impunidad del franquismo,
consiste en que representantes políticos y publicistas de los mitos
franquistas puedan permitirse decir y publicar esas barbaridades, sin
consecuencias penales ni políticas.
El principal pecado original de nuestra democracia es que la derecha española no es antifascista. Siempre ha considerado que España
es suya en exclusiva, por concesión divina y por derecho de conquista.
La derecha de Europa occidental participó en la lucha y en la victoria
contra el nazismo y los fascismos, y posteriormente, en la construcción
de las democracias de la posguerra y en el proceso fundacional de la
unidad europea. Sus referentes son Adenauer, De Gasperi, De Gaulle,
Monnet…
El referente de la derecha español es Manuel Fraga,
quien, entre otras fechorías conocidas, fabricó un dossier inculpatorio
ad hoc tras la detención de Julián Grimau, para legitimar las torturas,
la defenestración, y finalmente, el asesinato “legal” del dirigente comunista.
Durante más de 40 años el llamado franquismo sociológico ha estado
representado políticamente en exclusiva por el Partido Popular, fundado
como Alianza Popular por los llamados “7 magníficos”, el grupo de exministros franquistas en torno a Fraga.
No es un sector de la sociedad minoritario o marginal: Franco no
hubiera ganado la guerra ni se hubiera mantenido en el poder durante 40
años sin contar con un importante respaldo social. Muchos de aquellos
que vivieron con “extraordinaria placidez” durante la dictadura
lo hicieron gracias al estatus alcanzado mediante su participación o
complicidad con las diferentes formas que adoptó la represión durante la
guerra y la posguerra.
Posteriormente fueron los grandes beneficiarios de un sistema
caracterizado por la corrupción y las redes clientelares a todos los
niveles, y se aprovecharon de las condiciones brutales de explotación a
las que se sometió a la clase trabajadora derrotada y diezmada en 1939.
Hoy, muchos herederos de aquellos franquistas disfrutan de los
réditos y la herencia de lo expoliado durante la dictadura, lo que
explica en buena parte su actual estatus social y económico, así como la
continuidad de tantos apellidos franquistas en la política, la justicia, los consejos de administración…
Actualmente, uno de los principales objetivos a batir por las
derechas como manifiestan sus discursos y las políticas de las
instituciones que gobiernan, junto a los derechos de mujeres, migrantes y
refugiados, es la Memoria Histórica, porque sus
reivindicaciones de Verdad, Justicia y Reparación para las víctimas del
franquismo, señalan simultáneamente a los responsables de los crímenes
cometidos entre 1936 y 1977 y dejan en evidencia el grado de impunidad
del que han gozado.
Cuando las organizaciones de derechos humanos y los
colectivos de memoria histórica habamos del derecho de las víctimas del
franquismo a la Verdad, la Justicia y la Reparación, habitualmente
dejamos a un lado las Garantías de No Repetición, definidas como «el
conjunto de iniciativas y políticas orientadas a la conciencia
colectiva de un pueblo sobre un conflicto ocurrido en su historia, a la
promoción de la convivencia entre los ciudadanos y a la paz«.
El Modelo Español de Impunidad impuesto durante la transición a la
democracia, consistente en la ausencia de cualquier tipo de Justicia
efectiva o recriminación social para los golpistas del 36 y para sus
herederos y beneficiarios, ha dejado claro a las derechas que calumniar y
sabotear al gobierno legítimo, actuar arteramente para
sustituirlo, no sólo sale gratis sino que lleva como premio décadas de
monopolio del poder e inconmensurables beneficios económicos.
Lo que estamos viviendo estos días no deja de tener paralelismos con
el comportamiento de la derecha en la primavera de 1936, tras la
victoria electoral del Frente Popular (salvando las diferencias evidentes).
Los bulos son hoy también el vehículo de transmisión
de la mentira, en una trama expresamente urdida por la derecha española
con el objetivo de convertir el miedo en odio.
La diferencia de actitud y comportamiento con las fuerzas políticas
opositoras de otros países, que apoyan a sus respectivos gobiernos en
estas horas tan difíciles, tiene una explicación: la impunidad del
franquismo como ejemplo y modelo. Aquí no ha habido ni Verdad, ni
Justicia, ni políticas de depuración y lustración, ni por supuesto un Nüremberg.
Al fascismo se le combate con la Verdad. Acabar con
la sensación de impunidad de las derechas españolas, con comportamientos
y políticas incompatibles con los derechos humanos y las
recomendaciones de los organismos internacionales, no tiene una solución
judicial, sino fundamentalmente política.
Sólo el reconocimiento jurídico de las víctimas del
franquismo a partir de una Ley Integral de Víctimas, permitirá que, al
igual que sucede con las víctimas del terrorismo, aquellos que calumnien
o menosprecien a los víctimas del franquismo y a los combatientes por
la democracia, puedan acabar condenados por un tribunal.
Y también es una decisión política la eliminación de todas las trabas
jurídicas que sustentan la impunidad, permitiendo que los responsables
de crímenes contra los derechos humanos que aún viven, se sienten como
acusados en los banquillos de los tribunales españoles.
Fuente → elestado.net
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