La gripe española, la pandemia que casi mata al rey de España
 

El virus de 1918 dio la vuelta al mundo en cuestión de meses. Se contagiaba en personas jóvenes y sanas y condicionó por completo el final de la Guerra Mundial. Su origen, aún hoy, es incierto.

La gripe española, la pandemia que casi mata al rey de España
Jose Carmona

Era mayo de 1918 y Alfonso XIII, con 32 años recién cumplidos, pasó enfermo su aniversario. Para controlar la rumorología, la corona transmitía a la prensa que la dolencia "era del todo benigna", aunque seguro que los acólitos al monarca planificaron el futuro de los Borbones en caso de que las toses y estornudos del abuelo de Juan Carlos I terminaran por encharcarle los pulmones.

El detalle de informar sobre una dolencia en el más alto mandatario de Estado tuvo un efecto dominante en la Historia, ya que provocó que se acusara a España de ser el lugar donde se originó la gripe que asedió el mundo durante los años venideros. La "gripe española", escribió la Royal Academy of Medicine de Gran Bretaña en un alivio de responsabilidades. Ninguna nación implicada en la Gran Guerra, próxima a su fin, quiso reconocer que también padecía aquella pandemia. España, ajena al conflicto, cargó con la cruz.

La segunda década del siglo XX acababa, aunque en realidad suponía el comienzo de los tiempos modernos. La I Guerra Mundial languidecía con el amerizaje del ejército de EEUU en Europa, Lenin lideraba la revolución rusa e inspiraba a medio continente y el taylorismo se expandía por las industrias del mundo capitalista. Un año después se formaba la fracasada Sociedad de Naciones, surgida para evitar un nuevo conflicto internacional.

Si la guerra se cobró 20 millones de vidas, las víctimas de esta gripe, pese a ser más del doble, no suelen recordarse en los libros de Historia, más allá de alguna frase a caballo entre el Pacto de Versalles y el periodo de entreguerras. Beatriz Echeverri, historiadora y divulgadora de este periodo, propone 40 millones de muertos, mientras que los investigadores Neil Johnson y Juergen Mueller estiman que pudieron ser hasta cien millones, dado que las víctimas solían fenecer por causas derivadas o patologías previas.


Hospital militar durante la gripe española, 1918.

¿Cuál es el origen de esta gripe?

Nadie ha sido capaz de proyectar luz sobre esta pregunta, una de las más importantes sin respuesta del siglo XX, aunque a lo largo de los años se han propuesto y desechado varias teorías. Durante mucho tiempo, y tal y como refleja Historia y cronología del mundo de Isaac Asimov, se creyó que el origen de la pandemia estaba en Asia. Las calamidades provocadas por la peste bubónica durante el s.XIV lograron que, para siempre, oscilase sobre Oriente la duda en torno a su fiabilidad.

La teoría que más aceptación ha recabado es que fue transmitida por los estadounidenses que viajaron hasta Europa para combatir en la guerra, contagiados por empleados asiáticos en una base militar.  Por contra, otra corriente defiende que nació en el viejo continente y que los soldados de EEUU lo trasladaron a su vuelta.

La teoría con más apoyos es que fue transmitida por los estadounidenses que viajaron hasta Europa para combatir en la guerra

La llamada gripe española saltó a las portadas el 1 de abril de 1918, y el 20 de mayo ya había aterrizado en España. Consta de tres picos de contagio, de tres olas: la primera, entre junio y julio; la segunda, en septiembre, y una tercera entre enero y mayo de 1919. Si el salto a la fama de este virus se produjo en primavera, en junio ya se diagnosticaron casos en India, un dato que confirmó el alto riesgo que este virus suponía para las clases bajas y los más desfavorecidos. Si en los países europeos hizo estragos, en territorios como Camerún diezmó a la mitad de la población. Los pobres, como suele ser costumbre, padecieron más que los ricos.

La política no desaprovechó la oportunidad para hacer de la la gripe un escenario de disputa, al igual que ocurre en la actualidad con el coronavirus en la mayoría de países afectados. Francisco Largo Caballero, histórico líder del PSOE, proclamó desde el Congreso de los Diputados que era el momento, tras varios miles de muertos, de que España reformara su sistema sanitario y lo basara en un sistema de "seguros sociales" para que los más desfavorecidos protegieran su salud. EEUU, en cambio, algo más beligerante debido a la guerra, sencillamente culpó a Alemania de contagiar la gripe a todo el continente.

Erich Ludenfordd, general alemán durante la I Guerra Mundial y posteriormente aliado de Hitler durante su golpe de Estado en 1923, como respuesta al agravio norteamericano, restó importancia a la entrada de EEUU en el devenir de la guerra, pues para este general ultranacionalista, Alemania pereció debido a las bajas relacionadas con la gripe.

¿Cómo llegó a España?

Si se desecha la teoría de que la gripe vio la luz en la Península Ibérica, el camino recorrido hasta España pasa por los soldados y trabajadores españoles en el extranjero. La guerra provocó un vacío en la mano de obra francesa, por lo que los propietarios agrícolas de Francia contrataron hasta medio millón de jornaleros españoles. A su vuelta, y gracias a los avances tecnológicos del ferrocarril, ya ramificado por toda España, la enfermedad se propagó con enorme celeridad. Unas 270.000 personas perecieron por culpa de esta gripe, lo que supuso el 12% de la población nacional. Una verdadera masacre.

Más allá de Madrid -que tras la primera ola, en la que registró hasta 30.000 contagios oficiales solo en una semana, no volvió a sufrir de forma tan aguda-, Andalucía, Extremadura, la zona occidental de Castilla-La Mancha y el sur de Castilla y León fueron las que sufrieron mayores consecuencias por la incursión de la gripe.

Unas 270.000 personas perecieron en España por culpa de esta gripe, lo que supuso el 12% de la población

Después de cien años de estudios, ningún científico ha sido capaz de descubrir el porqué de las particularidades de su alta mortalidad. A diferencia de la covid-19, esta gripe era extremadamente virulenta entre los jóvenes y adultos de entre 15 y 45 años y apenas afectaba a los mayores de 65. Esta característica, que agravó su número de contagios, dista de la actual pandemia, propensa a contagiar a la tercera edad.

Según los estudios en casos diagnosticados, el 99% de los muertos en EEUU fueron menores de 65 años, lo que lleva a elucubraciones como que la gripe rusa, que azotó el mundo entre 1889 y 1890, generara en los recién nacidos y jóvenes de la época una "inmunidad cruzada", que provocó un desajuste genético y una respuesta no defensiva ante la cepa de 1918, según recoge Echeverri Dávila en su estudio En el centenario de la gripe española: un estado de la cuestión.

Cómo se vivió en España

Las medidas de contención se emitían aunque nadie tuviera idea de cómo frenarla. El tiempo ha demostrado que las ciudades que fueron más tajantes con el virus fueron las que antes pudieron volver a la normalidad y no estancarse económicamente, según un estudio de la Reserva Nacional de EEUU publicado en The Economist.

Pese a los muertos, las crónicas de la época revelan cómo el carácter español no ha perdido la capacidad para reírse de todo. Si ahora no falta espacio para las bromas sobre la covid-19, en la España de 1918 "la gripe se convirtió en uno de los temas preferidos de chistes y chascarrillos a la vez que llenaba las páginas de los diarios de divertidas caricaturas alusivas", rememora José Luis Betrán Moya en su investigación, titulada The Spanish Lady, nombre con que el que se conoció la gripe en Reino Unido.

Igual que ahora El Jueves o El Mundo Today son las revistas que siembran de humor el presente asediado por el coronavirus, hace cien años, el ilustrador Salvador Batozolli dibujó en el diario El Imparcial las viñetas del virus, tituladas El microbio fanfarrón.


Viñeta publicada en 1918 en 'El Imparcial' sobre la llamada gripe española.

El fugaz Gobierno de Antonio Maura promovió el cierre de teatros e instó a los Ejecutivos provinciales a que limitaran el aforo de los eventos públicos, así como a su cancelación, lo que provocó enfrentamientos con la Iglesia. El obispo de Zamora y el de Valladolid, entre otros, organizaban misas multitudinarias para rogar a los santos que extinguieran la gripe, bajo amenaza de excomunión a las autoridades si prohibían los actos.

En varias regiones de EEUU se prohibió toser y estornudar en el transporte público

"De este fuego bíblico que ha venido a torturar a todo Madrid y cuyas chispas ya empiezan a producir efectos en otras ciudades no se salva nadie por su bella cara", imprimía el diario ABC el 28 de mayo de 1918 para transmitir el cierre de teatros. Algunos establecimientos, algo reacios a clausurar, reducían sus funciones o mantenían las que menos reparto necesitaban. Las medidas, sin embargo, carecían de unidad nacional (mucho menos internacional) y eran tan contundentes como aleatorias. Por ejemplo, en varias regiones de EEUU se prohibió toser y estornudar en el transporte público, mientras que en Granada se cerraron los teatros, mientras a la vez se celebraban funciones a las que acudían cientos de personas para recaudar fondos. Lo comido por lo servido.

Y como vino, paulatinamente desapareció. El calor frenó las oleadas de gripe y la vida, poco a poco, volvió a la normalidad. Hubo torneos deportivos cancelados, como la Copa América de fútbol, pero el malestar no es eterno. En 1920 hubo un inesperado rebrote durante los meses de enero a abril, pero la primavera zanjó del todo la crisis. La gripe desapareció de España y poco a poco se difuminó. El virus deambuló por el globo con baja intensidad, dicen, hasta 1947, fecha en la que salió de las calles para entrar en los libros de Historia.

"Este desastre también fue un factor importante para entender los aires aislacionistas que se impusieron en el periodo de entreguerras. Europa y sus asuntos solo traían desastres", analiza Carmen de la Guardia, historiadora especializada en EEUU y profesora de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). En cambio, el viejo continente no necesitaba de pandemias para demostrar hostilidades entre naciones. La falta de solidaridad se adueñó de Occidente, que entre crisis sanitarias, políticas y económicas se enredó de manera silenciosa y escalonada hasta la inevitabilidad bélica y temporal de los años 30, cuando el ser humano reveló su hasta entonces inédita capacidad de autoexintición.


Fuente → publico.es

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