En la escuela, en Historia nunca estudiamos la Guerra Civil española
ni otros hechos históricos que mostraran revueltas populares, guerrillas
de liberación o luchas contra el poder hegemónico, contra el
capitalismo.
Tuve la suerte de que en Estudios de la Realidad Social Argentina
(ERSA), esa materia que reemplazó en 1973 a la “Educación Democrática”
de la dictadura de Agustín Lanusse, una profesora nos hablara e hiciera
investigar sobre la guerra de Camboya, Vietnam y algunos movimientos
revolucionarios de Latinoamérica. Y comencé a tomar real conciencia de
las desigualdades en el mundo, de que había explotadores y explotados,
de que era posible cambiar el mundo aunque la forma de hacerlo tenía
grandes costos humanos. Pero que ese era el camino. Sin dudas, mi
historia familiar también estuvo presente.
***
Este 26 de abril se cumplieron 83 años del bombardeo a Guernica, en
el marco de la Guerra Civil Española, por parte de la aviación de la
Alemania nazi. La ciudad vasca fue sometida a un feroz ataque aéreo con
bombas explosivas, incendiarias y ráfagas de ametralladoras lanzadas
contra la población civil desde los aviones.
El 31 de marzo de 1937 había comenzado la ofensiva franquista contra
la Euskadi autónoma, que -desde la aprobación del Estatuto de autonomía
en octubre de 1936- resistía casi aislada del resto de la España
republicana, con un gobierno de coalición entre el católico Partido
Nacionalista Vasco (PNV) y el Frente Popular, presidido por el
lehendakari José Antonio Aguirre, del PNV.
El Gobierno de Euskadi había enviado trenes especiales a fin de
abastecer de comida a la masa de refugiados de Bilbao, que sufría los
efectos del bloqueo naval. Ello explica la masiva afluencia de gente al
mercado. En Bilbao había hambre y en Guernica había comida, de modo que
se enviaba fundamentalmente a mujeres y niños a comer a estos mercados
situados en áreas rurales con abundancia de huertas y campos de siembra.
En poco más de tres horas cayeron un total de 1.300 kilos de bombas
según las fuentes más moderadas, 40 mil según otras, inaugurando una
nueva categoría de destrucción total que sería replicada durante la II
Guerra Mundial. España se convirtió en un laboratorio militar para
probar el armamento más nuevo en condiciones de batalla.
Mediante este bombardeo se pretendió sellar la guerra en Euskadi pero
al mismo tiempo el mando alemán y, en particular el coronel Wolfram von
Richthofen, experimentaron en Guernica un nuevo modelo o estrategia de
bombardeo consistente en inmovilizar a las víctimas dentro de un anillo
de fuego generado por bombas explosivas de gran tamaño y una
extraordinaria proporción de bombas incendiarias. No fue éste el único
experimento de la Legión Cóndor y Richthofen. Durante la campaña de
Polonia redujo la ciudad mercado de Frampol a cenizas en el curso de
otro experimento de guerra.
Más de dos mil personas perdieron la vida en Guernica el 26 de abril.
Las tropas franquistas cercaron la ciudad, pero no recuperaron ni
identificaron los cuerpos. Lo que hicieron fue borrar cualquier indicio
material del bombardeo.
Se borró todo, se rasgaron páginas de registros y se tacharon nombres
de los libros parroquiales. Pero fundamentalmente, tal como expresaron
algunos de los prisioneros de guerra obligados a llevar a cabo las
labores de desescombro, cuando encontraban cadáveres los obligaban a
continuar trabajando, sin dejarlo asentado en ningún lado.
Los cuerpos de las víctimas fueron retirados con el resto de los
escombros a los depósitos de despojos. De hecho, las tareas de la
primera fase de desescombro de la villa comenzaron recién el 21 de
febrero de 1939, casi dos años después del bombardeo, y el 24 de
diciembre de 1941 no se había concluido ni siquiera la limpieza del
casco antiguo.
Tras haber retirado 91 mil m3 de escombro durante más de tres años de
trabajo no se registró ni una sola muerte y hablar del bombardeo fue
durante mucho tiempo delito.
***
En mis clases de Literatura, siempre intenté que se colara la
verdadera historia. Muchas veces con la resistencia de las autoridades
aunque como no siempre conocían a los autores que daba, se colaban
textos mucho más “peligrosos” que los que ellos sentenciaban como
inconvenientes.
A finales de la dictadura, cuando hacía mis prácticas, me dijeron que
no podía dar autores latinoamericanos: ni Gabriel García Márquez, ni
Mario Vargas Llosa (como si ideológicamente fueran lo mismo), ni Julio
Cortázar.
Decidí dar un cuento de la española Ana María Matute, “Pecado de omisión”.
A dos compañeros de escuela les deparaba la vida historias diferentes; a
uno, al quedar huérfano, su tío, el intendente del pueblo, lo había
mandado a cuidar ovejas al monte y no siguió estudiando, el otro se
recibió de abogado. Al encontrarse en el pueblo, la furia lo invade y
con un piedrazo, mata a su tío.
Mucho hablamos, con mis estudiantes, de lo que había llevado a ese
pibe a matar a su tío, de las desigualdades sociales, de la falta de
oportunidades. Como no conocían a la autora ni sus relatos, jamás me lo
cuestionaron.
Un día de abril, llevé una copia del Guernica, de Pablo Picasso.
Investigaron por qué Pablo había pintado ese cuadro y también un poco de
la Guerra Civil Española. Y les acerqué de Manuel Lueiro Rey, “El niño
que tenía un oso de trapo”, cuento dedicado a Picasso, al Guernica, a
sus muertos.
Fuimos redescubriendo cada personaje, cada fragmento de ese horror al
que Pablo había representado en su mural. El toro con el cuerpo oscuro y
la cabeza blanca, parece mostrarse impasible ante lo que ocurre a su
alrededor. La madre con el hijo muerto, con la cara vuelta hacia el
cielo en un ademán o grito de dolor. El guerrero fallecido con sus manos
extendidas. El caballo que ocupa el centro de la composición con su
cuerpo hacia la derecha, pero su cabeza, igual que la del toro, que se
vuelve hacia la izquierda simbolizando a las víctimas de la guerra. Así
con cada una de las terribles imágenes de la masacre.
Manuel Lueiro Rey fue un escritor gallego, periodista, agitador
cultural, militante antifranquista. Con militancia en el Partido
Comunista, estaba convencido de que la creación artística podía
despertar las conciencias y mantener viva esa memoria histórica que la
dictadura de Francisco Franco pretendía borrar.
Cuento, poesía, texto fragmentado en el que la disposición gráfica de
las palabras es tan significativa y trágica como su contenido. Diálogo
del niño que yace en brazos de su madre con su oso. Al igual que en
cuadro de Picasso, sin colores, sólo presentes el blanco y el negro pero
en el cuento la muerte del niño es el centro, un niño que tenía los
ojos de esperanza.
Los muertos de Guernica y de tantas luchas no quedaban impunes.
El niño jugaba en la plaza del pueblo… Sobre a tierra firme de la plaza del pueblo…Gozando del sol claro del sol de abril….
Entre las ramas de los árboles, con la savia nueva, se
oía el piar de pájaros libres…Y el sol batía en el cristal de las
ventanas libres…Y el aire removía los cabellos libres del niño…Y las
mujeres voceaban libremente en el mercado del pueblo…
¡Libre era todo!
¡La voz del hombre!
¡El juego el niño!…
¡El agua!…
¡El viento!…
¡la luz!
¡El sol!….
¡Libre era todo!
De pronto un vuelo de cuervos dejó caer la muerte desde
el cielo. La muerte caía desde el cielo sobre los tejados de las casas
del pueblo en forma de metralla…
…
Al niño lo enterraron sin el oso de trapo. En la tabla
que señala su tumba – un puñado de tierra, un puñado de silencio- se
puede leer:
EL niño
Antonio Zabalagoitta Echevarría
Muerto en el bombardeo
De los aviones alemanes
El día 26 de abril de 1937
GUERNICA
Pero yo sé que si aquel niño hubiese llegado a hombre,
seguiría pisando la tierra con firmeza, buscando los caminos nuevos,
porque tenía los ojos llenos de esperanza.
El conocimiento nos hace libres para construir memoria, para buscar la verdad y perseguir justicia.
No hay comentarios
Publicar un comentario