El Primero de Mayo en el reinado de Alfonso XIII
Eduardo Montagut
La celebración del Primero de Mayo en la España del primer cuarto del siglo XX se desarrolló entre la autorización y la prohibición gubernamentales. A comienzos del siglo fue autorizada por el gobierno, pero las autoridades provinciales no siempre fueron favorables a las manifestaciones. El gobernador civil de Madrid no permitió la celebración en el año 1903. Esta cierta descoordinación entre lo dispuesto por el gobierno y algunos gobernadores civiles motivó que el ejecutivo aprobase una disposición en 1906, por la que se pedía a los gobernadores que autorizasen los actos de celebración del Primero de Mayo, siempre y cuando fueran pacíficos. Se permitirían la Fiesta del Trabajo y la tradicional marcha a las autoridades para la entrega de las reivindicaciones obreras.
Esta situación de relativa normalidad se mantuvo hasta el año 1917. La situación de crisis en los ámbitos político, militar y social de ese crucial año provocó que el gobierno clausurase las Casas del Pueblo, y se desatase la represión. Tenemos que tener en cuenta que la UGT y la CNT habían firmado un acuerdo por el que suscribían un manifiesto convocando la huelga general. Como bien sabemos, la huelga estallaría en el mes de agosto, aunque de forma precipitada.
A partir de entonces y hasta la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera se alternaron años en los que se autorizó la celebración con otros de prohibición. El Primero de Mayo de 1919 fue tranquilo en Madrid. Se desarrolló la manifestación desde la plaza de Isabel II hasta la plaza de la Independencia, y por la tarde los obreros y sus familias merendaron en la Dehesa de la Villa. Pero al año siguiente hubo incidentes en la manifestación madrileña porque hubo disparos en la calle Arenal, aunque no pasó nada más. En ese año, en las peticiones al gobierno se solicitó el restablecimiento de las garantías constitucionales, una reducción del ejército y que se reconociera al gobierno de la URSS. No pudieron faltar las reivindicaciones obreras: el cumplimiento de la legislación social y el abaratamiento de los precios de los alimentos. La celebración del año 1922 coincidió con un paro de un día. Las peticiones siguieron mezclando lo sindical con lo político, destacando la protesta contra la guerra de Marruecos. En esos años, Largo Caballero desempeñó un gran protagonismo en el Primero de Mayo.
En la Dictadura, en el año 1924, fueron prohibidas las manifestaciones y la celebración, pero se permitió que los socialistas realizasen actos de tipo cultural en recintos cerrados, como conferencias. También se permitieron las reuniones de ocio y deporte en el campo: en la Dehesa de la Villa y en Puerta de Hierro siguieron desarrollándose. Pero el gobierno siempre desplegó muchas fuerzas para evitar manifestaciones y concentraciones de otro tipo. Eso no fue obstáculo para que se diesen paros, especialmente en el comercio.
Primo de Rivera nunca quiso reprimir con dureza a los socialistas, dentro de su estrategia para que colaborasen en el sistema corporativo, frente a la represión sin miramientos que sufrieron los anarquistas.
La celebración del Primero de Mayo en la España del primer cuarto del siglo XX se desarrolló entre la autorización y la prohibición gubernamentales. A comienzos del siglo fue autorizada por el gobierno, pero las autoridades provinciales no siempre fueron favorables a las manifestaciones. El gobernador civil de Madrid no permitió la celebración en el año 1903. Esta cierta descoordinación entre lo dispuesto por el gobierno y algunos gobernadores civiles motivó que el ejecutivo aprobase una disposición en 1906, por la que se pedía a los gobernadores que autorizasen los actos de celebración del Primero de Mayo, siempre y cuando fueran pacíficos. Se permitirían la Fiesta del Trabajo y la tradicional marcha a las autoridades para la entrega de las reivindicaciones obreras.
Esta situación de relativa normalidad se mantuvo hasta el año 1917. La situación de crisis en los ámbitos político, militar y social de ese crucial año provocó que el gobierno clausurase las Casas del Pueblo, y se desatase la represión. Tenemos que tener en cuenta que la UGT y la CNT habían firmado un acuerdo por el que suscribían un manifiesto convocando la huelga general. Como bien sabemos, la huelga estallaría en el mes de agosto, aunque de forma precipitada.
A partir de entonces y hasta la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera se alternaron años en los que se autorizó la celebración con otros de prohibición. El Primero de Mayo de 1919 fue tranquilo en Madrid. Se desarrolló la manifestación desde la plaza de Isabel II hasta la plaza de la Independencia, y por la tarde los obreros y sus familias merendaron en la Dehesa de la Villa. Pero al año siguiente hubo incidentes en la manifestación madrileña porque hubo disparos en la calle Arenal, aunque no pasó nada más. En ese año, en las peticiones al gobierno se solicitó el restablecimiento de las garantías constitucionales, una reducción del ejército y que se reconociera al gobierno de la URSS. No pudieron faltar las reivindicaciones obreras: el cumplimiento de la legislación social y el abaratamiento de los precios de los alimentos. La celebración del año 1922 coincidió con un paro de un día. Las peticiones siguieron mezclando lo sindical con lo político, destacando la protesta contra la guerra de Marruecos. En esos años, Largo Caballero desempeñó un gran protagonismo en el Primero de Mayo.
En la Dictadura, en el año 1924, fueron prohibidas las manifestaciones y la celebración, pero se permitió que los socialistas realizasen actos de tipo cultural en recintos cerrados, como conferencias. También se permitieron las reuniones de ocio y deporte en el campo: en la Dehesa de la Villa y en Puerta de Hierro siguieron desarrollándose. Pero el gobierno siempre desplegó muchas fuerzas para evitar manifestaciones y concentraciones de otro tipo. Eso no fue obstáculo para que se diesen paros, especialmente en el comercio.
Primo de Rivera nunca quiso reprimir con dureza a los socialistas, dentro de su estrategia para que colaborasen en el sistema corporativo, frente a la represión sin miramientos que sufrieron los anarquistas.
Fuente → elobrero.es
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