El exilio sumió a las escritoras en el olvido

Mª Luisa Balaguer: «El exilio sumió a las escritoras en el olvido» : La magistrada del Tribunal Constitucional, Mª Luisa Balaguer, acaba de publicar un ensayo biográfico sobre Iris Zavala, ‘Que nadie muera sin amar el mar’ (Huso, 2020), título que nos acerca a una de las voces más personales e interesantes del siglo XX, cuyo corpus está conformado por esferas que señalan hacia lo fronterizo, hacia el margen, allí donde la idea crece y no se somete al pensamiento oficial. Voz crítica, inquieta, incendiaria y desplazada por las coordenadas hegemónicas de un tiempo. ‘Que nadie muera sin amar el mar’ no sólo nos acerca a la producción de Zavala, nos permite aproximarnos a la experiencia de una vida propia, de huella y riesgo.

Tal como se refleja en el prólogo, Iris Zavala fue escritora, crítica literaria, poeta, cultivaba múltiples facetas relacionadas con el ejercicio de la palabra. Este libro ayuda a dar a conocer su voz y huella intelectual. La aproximación a su obra, ¿qué crees que puede aportar a este presente?

Ciertamente, en el prólogo – que agradezco a la generosidad de la vicepresidenta del Gobierno de España, Carmen Calvo, amiga y compañera de la militancia feminista-, se hace una reflexión sobre el exilio y sus consecuencias personales y políticas para muchas personas que se vieron obligadas a dejar su país, sus familias y su vida. Pero a la vez, la intelectualidad española de la II República, tuvo una importancia decisiva en la formación de generaciones de jóvenes en los países receptores que, como Iris Zavala, pudieron abrir sus ojos a nuevos mundos y en su caso venir a España y doctorarse en la obra de Miguel de Unamuno, y satisfacer la inquietud que tenía por las referencias de Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y otros exiliados que fueron profesores de la Universidad de San Juan de Puerto Rico.

La aportación de la obra de Iris a la literatura actual sigue estando vigente porque una buena parte de su obra es atemporal. La perspectiva de la crítica literaria, como la de la literatura de cordel para expresar en España el paso de una sociedad casi estamental a la ruptura social en clases sociales del siglo XIX, o la relectura del Quijote en términos del papel de las mujeres en la obra de Cervantes, proporcionan elementos muy actuales para la visión actual de la crisis del Estado Social, o el feminismo, en cuanto que ponen de relieve aspectos de la desigualdad que son inmutables a los largo de la Historia: la desigualdad social y el patriarcado.

En este proceso de revisión de su trayectoria, ¿cuál ha sido el principal horizonte que has perseguido?

Me interesé por la obra de Iris cuando estudiaba la II República y su incidencia en la formación de las mujeres. Es en la primera mitad del siglo XX cuando figuras como Carmen de Burgos, Victoria Kent, Clara Campoamor en la política, o Rosa Chacel, Carmen Conde, Ernestina de Champurcí, Teresa León, y otras muchas mujeres que luego hubieron de exiliarse, afloran intelectualmente a la vida pública más allá de sus predecesoras, como Concepción Arenal, Rosalía de Castro y algunas otras que de manera individual habían sido las pioneras de una escritura de mujeres. Al conocer la obra de Iris se me hizo consciente un aspecto del exilio muy interesante que es su influencia en los países de destino. Ella era tributaria del pensamiento de Francisco de Ayala, de Zenobia Camprubí o de José Gaos, y este resultaba un aspecto muy poco visto por la literatura del exilio.

Además, estaba también el interés por su obra feminista, que muestra la gran influencia de Zenobia. Iris presentaba en su obra un feminismo muy poco estudiado todavía en España, y que en los últimos años presenta perfiles muy alejados del feminismo llamado de estado, y es el feminismo colonial. Iris es sobre todo una mujer de fronteras, como ella misma se define, situada en los márgenes y luchadora contra toda forma de colonialismo.

Escribir sobre una mujer que a pesar de su obra apenas ha tenido visibilidad y que ahora pueda ser valorada en su aportación a tantos ámbitos literarios, me ha gustado y me ha proporcionado momentos de mucha gratitud en el aprendizaje que he tenido en todo este proceso.

Iris Zavala tuvo un especial vínculo con la literatura del exilio y con sus intelectuales. En relación con la visión del exilio, ¿qué huella dejó esta literatura?

Aunque su vuelta a Puerto Rico, doctora ya por la Universidad de Salamanca no tuvo el efecto que ella pretendía, vincularse a la universidad de San Juan, que había sido la de su formación académica, Iris siguió siempre manteniendo una importante relación con la intelectualidad de Puerto Rico. Fundamentalmente con Francisco de Ayala, al que le unió una amistad cuasi familiar, al coincidir en Estados Unidos algún tiempo, tener una buena amistad con la hija de Ayala, luego volvieron a verse en Madrid y sostuvieron una importante correspondencia familiar e intelectual. Las tertulias toleradas pero clandestinas en el restaurante Suecia, al que acudían en los sesenta muchos intelectuales que iban regresando del exilio, a la espalda del Círculo de Bellas Artes, son evocadas por ella en su libro “La otra mirada del siglo XX” en el que habla de su amistad con Carmen Martín Gaite, Fanny Rubio o Aurora de Albornoz. Voy a comer con frecuencia de ese restaurante, que todavía conserva la mesa rectangular de aquellas reuniones, y unos estantes con libros, y allí intento imaginar las conversaciones de aquel grupo y el nivel a que estarían.

La literatura del exilio además de las aportaciones propiamente literarias, contiene una importantísima autobiografía o biografía poco explorada, sigue siendo una literatura pendiente en muchos aspectos que hasta principios de este siglo no se ha abordado en las universidades ni en los estudios reglados, y a menudo solo a través de algunas subvenciones oficiales. De ahí también la importancia de la obra de Iris al narrarnos el exilio de personas como Tierno Galván, Raúl Morodo y otros universitarios ya más recientes, que acudieron a Puerto Rico a veces sancionados por sus universidades por pertenecer a partidos políticos clandestinos, y en donde encontraron la forma de subsistir en los años sesenta.

Al margen de la figura y obra de Zavala, desarrollas un amplio análisis sobre el tratamiento literario del exilio en España y aprovechas para reflexionar sobre la indiferencia que recibieron algunos de los intelectuales cuando fueron acogidos tras su regreso, pienso, por ejemplo, en Max Aub… ¿qué variables fueron determinantes para tal falta de generosidad para con quienes no tuvieron otro destino?

Este es un aspecto del exilio también muy atractivo, porque en la década de los cincuenta, empieza a aparecer ya en España un tipo de escritura contra el régimen, más o menos críptica, pero realista, que cuestiona el sistema de manera larvada, pero que consigue así superar la censura, y que se impone en el páramo intelectual del franquismo con obras como ‘Jarama’, ‘Campos de Níjar’, ‘Herrumbrosas lanzas’, ‘Tiempo de silencio’ y cuyos autores representan ya a una nueva generación intelectual. Ferlosio, Goytisolo, Benet o Martín Santos hablan de una España gris, sometida socialmente, pero su literatura es crítica.

Max Aub viene a esta España y cuando se pasea por las calles de Barcelona, nadie lo conoce ni lo saluda. Cuando discute con los jóvenes sobre literatura, encuentra ese conflicto generacional que se produce entre un mundo que él dejó y lo que ahora interesa a los españoles, despolitizados y olvidados ya de la guerra civil. Su decepción es total y se vuelve desencantado. Pero quizá, y siendo cierto que España no ha satisfecho su deuda con la República, no lo es menos que cada generación tiene el derecho de vivir su propia vida y no era posible encontrar veinte años después lo que se había dejado aquí.

El exilio, ¿fue igual para escritores que para escritoras?

No fue ni mucho menos igual. El exilio de las mujeres las sumió en el olvido en la mayor parte de los casos. En el caso de Rosa Chacel, por ejemplo, que fue candidata luego a la RAE en competición con Rosa Conde, siendo elegida esta última, vivió un exilio de privaciones, sobreviviendo de los escasos recursos que le daban algunos artículos que conseguía colocar a través de favores de amigos. En el caso de Gloria Fortún, en su exilio hizo todo tipo de trabajos para sobrevivir y gracias a los cuentos infantiles sobre Celia pudo sobrevivir. Igual la inmensa mayoría, que, frente a las posibilidades de los escritores como Ayala, Gaos, Guillén, y otros tuvieron que devaluar su obra y adaptarla a las exigencias del mercado. Pero además algunas mujeres, tuvieron que soportar divorcios y situaciones humillantes en su matrimonio, por la diferente posición que ocupaban en la sociedad.

Hablemos ahora de la vinculación de Zavala con el feminismo, cómo le sirvió, el movimiento, para señalar al colonialismo como uno de las esferas hegemónicas a derribar. Fue consciente, ya en su tiempo, de las distintas discriminaciones que el feminismo debía desactivar, horizontes de los que debía ocuparse…

El feminismo es otro de los aspectos más interesantes de la obra de Iris. Contradice claramente y rechaza el feminismo de estado porque considera que no responde a las exigencias de igualdad de todas las mujeres, sino de unas pocas. Para ella la igualdad previa al género ha de saldar la deuda pendiente del colonizador. Allí se fue a imponer la lengua y la cultura a costa de la eliminación física, y el colonialismo se extendió a la cultura y a la vida. Ese mundo ha de repararse con la exigencia de una justicia de la palabra. Ha de reconocerse ese hecho para empezar a hablar de justicia. La colonización exige reparación, por lo tanto, un feminismo de este siglo ha de iniciarse en el reconocimiento del otro. De ahí sus libros sobre el tango y el bolero, como exigencias del reconocimiento histórico de la cultura caribeña.

Desde hace un par de décadas esta visión de Iris se expande en Latinoamérica a través de un feminismo negro o colonialista que tiene mucha raíz en su pensamiento.

¿Cuál fue el eco de la figura y obra de Unamuno en Zavala?

Fundamentalmente Iris Zavala trabaja el teatro de Unamuno. Es su obra menos conocida porque este escritor no triunfó en su obra teatral, pero a la importancia de algunas de sus piezas, como ‘El otro’, que trata de Caín y Abel y señala las dificultades de la búsqueda de la identidad, pero Unamuno fue sin duda un adelantado a su tiempo precisamente en el teatro, y por eso mismo no muy bien comprendido. Iris extrae consecuencias muy importantes en su tesis doctoral sobre la necesidad del entendimiento con esa otredad que representa en la vida la persona con la que dialogamos. Años más tarde cuando conozca las tesis de Bajtin sobre el lenguaje, percibirá la importancia de las tesis unamunianas y su coincidencia con el ruso. En los años veinte, ni Unamuno conoció a Bajtin ni supo de las teorías lingüísticas y sin embargo ambos hablaban el mismo lenguaje sin saberlo.


Y de entre los múltiples factores que influyeron en su corpus, el Caribe. ¿Vínculo con la literatura del caribe?

Iris publicó también una extensa obra sobre el Caribe. De su primera obra poética, ‘Barro doliente’, es una expresión clara de un cuerpo prisionero que evoca la falta de libertad, pero también su obra poética posterior como ‘Que nadie muera sin amar el mar’, donde son frecuentes las invocaciones a la guerra del Vietnam y otras formas de dominación. En prosa, ‘Contar las estrellas’, ‘El discurso canibalístico sobre el nuevo mundo’, ‘La difamación de la palabra’, y sus numerosas entrevistas en las que expone con claridad el papel de los conquistadores y la mordaza de la palabra.

¿Y el modernismo?

Y es efectivamente su devoción por Rubén Darío lo que determina que Iris exhiba el orgullo del Caribe. Un hombre nacido en Nicaragua será capaz de imponer a Europa una corriente literaria capaz de revolucionar la escritura, renovarla y darle el color de las islas. Ahí defiende la importancia de Darío en su extensión del modernismo en sus viajes a Francia y su estancia en España, permeando a escritores que quizás no se dicen modernistas e incluso huyen del término proponiendo el de Generación del 98, pero cuya obra no resiste la calificación de una corriente de luz y esplendor en las palabras.

¿Cómo definirías su obra poética?

La poesía de Iris es el mar. Para quienes hemos nacido extendiendo nuestra vista en el mar, puede comprenderse la vida de Iris en una isla, que como ella dice, separa fronteras, pero también las une. El Mediterráneo que ella veía desde su casa de Barcelona, le trae la vida que hay más allá de ese mar, y su poesía es sobre todo un acercamiento al mar. La poesía de Salinas, El contemplado mar de Puerto Rico, en el que el poeta intenta olvidar un amor imposible, y que ella oye de adolescente en el entierro del escritor, la condiciona de por vida a esa devoción a un mar que le trae vida y la lleva también a vivir otras vidas.

Para terminar, Iris Zavala fue una autora que no escondió su pensamiento crítico, desplegó diversas críticas sociales a través de algunas de sus obras. ¿Qué destacarías de ese pensamiento crítico?

En Iris Zavala hay una vertiente crítica que enlaza con el marxismo. Ella se define como conocedora del psicoanálisis, de Lacan, y de un pensamiento crítico que, aunque no explicita, es muy fácil deducir del marxismo. Los tres volúmenes de la Historia Social de la Literatura que escribe en colaboración con otros autores, es un alarde de análisis marxista de la historia de España a través de los movimientos políticos que condiciona y por los que se ve condicionada. La aparición de los contextos políticos que emergen ligados a la Celestina y a otras obras de los siglos XV al XVIII, o la generación de los primeros sindicatos anarquistas, las relaciones entre la política y la masonería, son todas ellas obras en las que Iris escarba en la textura social, en los grupos que se organizan por los pudientes frente al pueblo y el rearme de este ante el dominio de otras instituciones como la iglesia o los poderes económico.

Entrevista realizada por Cristina Consuegra: secretolivo.com


banner distribuidora