Crisis democrática en la Monarquía
Manuel Domínguez Moreno / José Antonio Gómez
El Covid19 va a cambiar muchas cosas. El virus está moldeando un nuevo orden mundial en el que los equilibrios geopolíticos se han movido hacia oriente, principalmente a China y Rusia, un nuevo panorama político en que las democracias viven presionadas por la desafección provocada por la expansión de la desinformación por parte de la extrema derecha. En España, ante una situación límite, el Jefe del Estado sólo ha dedicado a la ciudadanía 7 minutos de discurso televisivo en el que no dijo nada. Incluso el intento de dar ánimos a través de expresiones como «somos un gran país» sonaron enlatadas y artificiales.
Esta situación de abandono está despertando a la ciudadanía española que se ha dado cuenta de que la Monarquía, como institución, es absolutamente prescindible. No habría ningún cambio, ni a peor ni a mejor, si no estuviera ocupando la Jefatura del Estado. A esto se suma la situación y los escándalos que lleva protagonizando desde hace años, lo que ha llevado a que el pueblo se plantee si realmente es necesario que España tenga un rey o una reina.
La abdicación de Juan Carlos de Borbón fue un punto de inflexión en la percepción que tenían los españoles de la institución que heredó de Francisco Franco la Jefatura de Estado. Este crecimiento de los desafectos es sintomático y ha provocado, por ejemplo, que el CIS lleve varios años sin preguntar por la Monarquía.
El Covid19 va a cambiar muchas cosas y, desde el punto de vista político, uno de los primeros puntos a tener en cuenta es, precisamente, una modificación del régimen y que sea la ciudadanía la que decida, no como ocurrió en 1976 y en 1978, donde la clase política manipuló a la opinión pública, tal y como reconoció en una entrevista televisiva Adolfo Suárez.
Para plantear un cambio en el modelo estatal hay que saber desde un principio hacia dónde se quiere ir para que el pueblo tenga una idea de lo que se pide y no quedarse en la dicotomía teórica de «rey o presidente». Este es uno de los puntos débiles del movimiento republicano español ya que dejar el debate en un mero cambio de figura sin saber cómo se ejecutará dicha modificación hace que la indecisión o la falta de proyecto concreto provoque una idea de continuismo con lo que hay respecto a lo que cada vez más españoles piensan que es un derecho que se les hurtó con la coartada del consenso y de la paz tras la muerte del dictador.
¿Qué modelo de República se podría plantear? ¿El de Alemania, donde el presidente tiene el mismo papel testimonial que el que puede tener la Monarquía española? ¿El de Francia, donde el presidente tiene poderes ejecutivos? ¿El de Estados Unidos, donde tiene casi poderes absolutos? Modelos republicanos hay muchos y prácticamente cada país tiene un modelo propio.
El presidente de la República Federal de Alemania, Bundespräsident, tiene poderes prácticamente simbólicos y de representación política. No dispone de poder ejecutivo, poder que reside en el Bundestag, en el Bundesrat y en el Gobierno Federal. Es decir, que se trata de una figura muy similar a la que representa el actual Rey de España. El presidente de la República Francesa, a diferencia de la mayoría de los Jefes de Estado europeos, sí tiene amplios poderes, a pesar de que el Primer Ministro y el Parlamento ostenten la gran mayoría de los correspondientes al ejecutivo y legislativo. El presidente de la República Italiana tiene también un papel de representación sin apenas funciones ejecutivas.
Manuel Domínguez Moreno / José Antonio Gómez
El Covid19 va a cambiar muchas cosas. El virus está moldeando un nuevo orden mundial en el que los equilibrios geopolíticos se han movido hacia oriente, principalmente a China y Rusia, un nuevo panorama político en que las democracias viven presionadas por la desafección provocada por la expansión de la desinformación por parte de la extrema derecha. En España, ante una situación límite, el Jefe del Estado sólo ha dedicado a la ciudadanía 7 minutos de discurso televisivo en el que no dijo nada. Incluso el intento de dar ánimos a través de expresiones como «somos un gran país» sonaron enlatadas y artificiales.
Esta situación de abandono está despertando a la ciudadanía española que se ha dado cuenta de que la Monarquía, como institución, es absolutamente prescindible. No habría ningún cambio, ni a peor ni a mejor, si no estuviera ocupando la Jefatura del Estado. A esto se suma la situación y los escándalos que lleva protagonizando desde hace años, lo que ha llevado a que el pueblo se plantee si realmente es necesario que España tenga un rey o una reina.
La abdicación de Juan Carlos de Borbón fue un punto de inflexión en la percepción que tenían los españoles de la institución que heredó de Francisco Franco la Jefatura de Estado. Este crecimiento de los desafectos es sintomático y ha provocado, por ejemplo, que el CIS lleve varios años sin preguntar por la Monarquía.
El Covid19 va a cambiar muchas cosas y, desde el punto de vista político, uno de los primeros puntos a tener en cuenta es, precisamente, una modificación del régimen y que sea la ciudadanía la que decida, no como ocurrió en 1976 y en 1978, donde la clase política manipuló a la opinión pública, tal y como reconoció en una entrevista televisiva Adolfo Suárez.
Para plantear un cambio en el modelo estatal hay que saber desde un principio hacia dónde se quiere ir para que el pueblo tenga una idea de lo que se pide y no quedarse en la dicotomía teórica de «rey o presidente». Este es uno de los puntos débiles del movimiento republicano español ya que dejar el debate en un mero cambio de figura sin saber cómo se ejecutará dicha modificación hace que la indecisión o la falta de proyecto concreto provoque una idea de continuismo con lo que hay respecto a lo que cada vez más españoles piensan que es un derecho que se les hurtó con la coartada del consenso y de la paz tras la muerte del dictador.
¿Qué modelo de República se podría plantear? ¿El de Alemania, donde el presidente tiene el mismo papel testimonial que el que puede tener la Monarquía española? ¿El de Francia, donde el presidente tiene poderes ejecutivos? ¿El de Estados Unidos, donde tiene casi poderes absolutos? Modelos republicanos hay muchos y prácticamente cada país tiene un modelo propio.
El presidente de la República Federal de Alemania, Bundespräsident, tiene poderes prácticamente simbólicos y de representación política. No dispone de poder ejecutivo, poder que reside en el Bundestag, en el Bundesrat y en el Gobierno Federal. Es decir, que se trata de una figura muy similar a la que representa el actual Rey de España. El presidente de la República Francesa, a diferencia de la mayoría de los Jefes de Estado europeos, sí tiene amplios poderes, a pesar de que el Primer Ministro y el Parlamento ostenten la gran mayoría de los correspondientes al ejecutivo y legislativo. El presidente de la República Italiana tiene también un papel de representación sin apenas funciones ejecutivas.
Estos son los sistemas europeos, sin embargo, tras la experiencia vivida en este mes de crisis sanitaria todo indica que en España no se puede mantener que una figura ocupe la Jefatura del Estado y otra la Presidencia del Gobierno. El país ha seguido funcionando, con las limitaciones del estado de alarma, bajo un mando único, lo cual supone que en España el modelo más adecuado a la idiosincrasia nacional es el de la dualidad que tiene el presidente de los Estados Unidos, por poner un ejemplo, es decir, la misma persona, elegida democráticamente por el pueblo, con la responsabilidad de ser Jefe del Estado y presidente del Ejecutivo. De este modo se le da categoría y legitimidad democrática a la Jefatura del Estado, algo que, actualmente, no tiene, puesto que a Felipe VI no le ha votado nadie.
Las funciones que la Constitución otorga ahora a la Monarquía pueden ser perfectamente asumidas por la persona elegida democráticamente por la ciudadanía para dirigir los destinos del país. No le iba a suponer ningún incremento sustancial de la carga de trabajo, desde luego.
Fuente → diario16.com
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