Bulos, bots y extrema derecha: la guerra por el relato de la crisis y quién gestionará el día después de la pandemia

La crisis sanitaria y social acelera la disputa por controlar la agenda política y los términos del debate público. De fondo, quién quedará en pie cuando termine el estado de alarma y quién pagará la “pandemia social” que se avecina: los sectores populares o las grandes fortunas.
 
Bulos, bots y extrema derecha: la guerra por el relato de la crisis y quién gestionará el día después de la pandemia / Martín Cúneo:
La batalla por la información y el control del relato de la crisis terminó de estallar el pasado 19 de abril cuando el general José Manuel Santiago, jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, afirmó que la benemérita estaba trabajando en relación a la difusión de bulos para “minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno”.

Ya el 16 de abril, el PSOE había presentado una denuncia en la Fiscalía contra Vox por supuestos delitos de odio y la difusión sistemática de bulos para “crear una sensación de inseguridad, miedo y desconfianza“. Dos días antes, Vox y el PP habían difundido el bulo de que WhatsApp, “siguiendo instrucciones del Gobierno”, estaba censurando la crítica, según palabras del exportavoz y senador popular Rafael Hernando, cuando realmente solo había puesto límites al reenvío masivo de mensajes.

Días antes, Unidas Podemos ya había pedido a la Fiscalía investigar a una “organización criminal” encargada de difundir bulos por redes y chats. 

 

Las declaraciones del general Santiago no fueron más que un “lapsus” en palabras de ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, pero consiguieron envalentonar a la oposición y poner al Gobierno a la defensiva. Pocos días después, un nuevo “lapsus”, esta vez de naturaleza distinta y en boca de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, convertía lo que debía ser una buena noticia —la salida controlada de los niños y niñas— en una nueva derrota comunicativa. El vicepresidente segundo y responsable de infancia, Pablo Iglesias, reconoció falta de claridad y que el Gobierno “no ha comunicado bien.

“Estamos en una disputa por el relato. Hay que reconocer la capacidad que ha tenido la extrema derecha de marcar la agenda pública y también de marcar los términos del debate”, dice el eurodiputado Miguel Urbán 

Poco tienen que ver ambas metidas de pata más allá de que son episodios de lucha por el control del discurso. Con las calles desiertas y un estado de alarma que promete alargarse en la peor crisis global desde la II Guerra Mundial, nunca la comunicación había jugado un papel tan importante. 

La lucha contra el covid-19 poco tiene que ver con una guerra convencional. No pasa lo mismo con la batalla que se libra en el terreno de la comunicación, donde el principal botín es el control del relato sobre la gestión de la pandemia. No es poco lo que está en juego: nada menos que cómo se va a gestionar y quién va a gestionar la “pandemia social” que quedará cuando acabe la crisis sanitaria, apunta el eurodiputado de Unidas Podemos Miguel Urbán. 

“Estamos en una disputa por el relato. Hay que reconocer la capacidad que ha tenido la extrema derecha de marcar la agenda pública y también de marcar los términos del debate”, decía Urbán en el encuentro online “Desinformación y neoliberalismo: la extrema derecha ante la crisis del covid-19”, organizado por Anticapitalistas. Además de Urbán, en este debate participaron la periodista Alba Sidera, autora del libro El fascismo persistente (Saldonar Ediciones) y Miquel Ramos, periodista y activista, autor del proyecto Crímenes de odio: 25 años de olvido.

Uno de los principales escenarios de esta guerra por el relato son las redes sociales, donde la combinación de bulos y millones de bots —programas autónomos que pueden tuitear, retuitear, escribir mensajes o seguir masivamente a usuarios— han dado resultados espectaculares. 

Así fue en la votación del Brexit en 2016 y en las campañas electorales que llevaron al Gobierno a los líderes ultraderechistas Donald Trump, en EE UU, y Jair Bolsonaro, en Brasil. En todos estos casos, la clave del éxito fue la utilización masiva y precisa de los datos de los usuarios de redes sociales y buscadores para segmentar el público en función de sus intereses, de sus preocupaciones y, sobre todo, de sus miedos. Y, con toda esa información de la mano, la difusión quirúrgica de noticias, memes y bulos que lleven al votante a inclinarse por una determinada opción. El documental de Netflix El gran hackeo muestra el trabajo, en buena parte ilegal, de la empresa de datos Cambridge Analytica para llegar a las personas indecisas e inducir el estado de ánimo indicado para que actúen de la forma deseada. 
 
En España, Vox ha sido quien mejor ha desarrollado el método de combinar bulos, memes y bots, asesorado por Steve Bannon, responsable de la campaña de Trump y ex director de 'Breitbart News', campeón mundial en fake news, misoginia, xenofobia y teorías conspirativas 

En España, ha sido el partido de Santiago Abascal quien mejor ha desarrollado el método de combinar bulos, memes y bots, asesorado nada menos que por Steve Bannon, quien fue responsable de la campaña electoral de Trump y director de Breitbart News, el medio digital campeón mundial en fake news, machismo, misoginia, clasismo, xenofobia y teorías conspiranoicas, dicho sea de paso, con titulares con todas sus letras en mayúscula.

Rafael Bardají, uno de los ideólogos de Vox, y Steve Bannon, responsable de la campaña que llevó a Donald Trump al poder y figura visible durante años de Breitbart News, especializado en desinformación y bulos de todo tipo. 
“Vox copia la estrategia comunicativa de Bolsonaro en la utilización de WhatsApp o de bulos como una forma no solo de movilizar a su electorado, sino también para desmovilizar al electorado de su contrincante político”, dice Miguel Urbán, quien se ha sumergido en la estrategia comunicativa de este partido en su reciente libro La emergencia de Vox (2019, Sylone). 

Las acusaciones de desinformación contra el partido de Abascal no son nuevas. El propio comisario de seguridad de la Comisión Europea, Julian King, nombró a Vox como ejemplo de desinformación y propagación de bulos en redes sociales: “Descubrimos una red coordinada en Twitter, mezcla de bots y cuentas falsas, con el objetivo de impulsar hashtags antiislam y amplificar el apoyo al partido populista de derechas Vox”. Según afirma Urbán, desde que se inició la crisis sanitaria esta estrategia de desinformación se ha exacerbado.

Los bots del Ministerio de Sanidad
El escándalo de los bots y las cuentas falsas también ha salpicado al Gobierno, después de que algunas publicaciones realizadas por el Ministerio de Sanidad multiplicaran de forma “anómala” sus interacciones. Una serie de vídeos anónimos señalaron que detrás de este fenómeno había miles de cuentas falsas y bots. Desde el Ministerio de Sanidad aducen que fueron víctimas de un ataque a partir del 17 de abril, y Facebook, después de que el Gobierno español se lo informara, ha borrado las cuentas al confirmar que se trató de una acción de spam.

El otro virus

Con medio mundo confinado y sin manifestaciones en las calles, se ha acentuado algo que venía de mucho antes: las redes sociales, los chats de WhatsApp y los comentarios en medios de comunicación se convierten en un termómetro casi exclusivo de los estados de ánimo de la población. Mucho antes del covid-19, ejércitos de bots, personal contratado y voluntarios vinculados con la extrema derecha inundaban el ciberespacio con bulos, noticias, memes y comentarios misóginos, racistas, clasistas y conspiranoicos, unos mensajes que encuentran eco en amplios sectores de la población. Desde el inicio del estado de alarma, esta actividad se ha multiplicado con un nuevo y renovado objetivo: la caída del Gobierno “social-comunista” de Sánchez e Iglesias y la creación de un nuevo “sentido común” acorde con las ideas de la extrema derecha, en palabras del periodista y activista Miquel Ramos.


Fuente → elsaltodiario.com

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