Artes Plásticas en disidencia frente al franquismo
 
Artes Plásticas en disidencia frente al franquismo 
Acacio Puig 

Un sustrato histórico-pictórico

Durante siglos los artistas en España se mantuvieron a la vera del Poder, fuera Monárquico, Aristocrático o Religioso (o la tupida trama constituida por esos tres “clientes”). En un país en que el desarrollo del modo social capitalista fue tardío y distorsionado y en el que una clase social burguesa autónoma e independiente tardó mucho en emerger, los artistas hubieron de ajustarse a “las clientelas realmente existentes” en el viejo régimen de raíces feudales. Nada pues parecido a la temprana presencia de una clientela burguesa de arte como la surgida a partir de los siglos XV y XVI en Países Bajos y su amplio entorno geográfico. De ahí la producción pictórica de temas –mitológicos, palaciegos, religiosos- durante siglos, dicho sea sin menoscabo de la reconocida calidad artística de sus ejecutantes.

Las revoluciones burguesas fueron tempranamente abortadas en España (a la emergencia de los Comuneros de Castilla sucedió pronto su liquidación militar) y “los ilustrados”, fueron minorías efímeras forzadas frecuentemente al exilio. Nada pues similar a lo ocurrido en otros países europeos en que las producciones de las artes plásticas encontraron pronto lugar en viviendas de clases sociales acomodadas y no forzosamente en castillos o en iglesias.

La genial excepción de Goya (1746-1828) abrió un camino en zigzag que apuntó al compromiso social a medida que don Francisco conquistaba (y a veces perdía) independencia frente al mecenazgo real y así cuadros como El albañil herido, La nevada, La boda (los tres en el Museo del Prado-Madrid) son hitos de realismo “de tendencia” que van mucho más allá del interés de Goya en tipos populares como los majos y majas; fundamentalmente serán sus series de obra gráfica como Los Desastres de la Guerra, Los Disparates y Los Caprichos, los trabajos que constituyeron un sólido y novedoso referente para pintores posteriores de toda Europa, tanto los afectos al realismo crítico con acento expresionista como más tarde al propio mundo surrealista.

En general, los artistas españoles emprendían el camino de los exilios para integrarse en movimientos artísticos europeos y sus epicentros parisinos, primero en las corrientes realistas, luego en las impresionistas y más tarde en todas las eclosiones de las vanguardias del siglo XX.

Durante la segunda República y la Guerra de España muchos de los mejores artistas nacidos aquí optaron por el cartel y el dibujo –quizá porque eran “artes públicas” y también garantizaban algunos ingresos-, entronizando así con el linaje de la ilustración satírica liberal y republicana de nuestro siglo XIX (un linaje omnipresente en multitud de publicaciones) y también con el incipiente mercado de la Publicidad (Josep Renau, fue un caso claro en ese sentido). Señalemos también dos iconos de la contestación artística desde Francia al alzamiento militar fascista y la guerra: Picasso y su Guernica y Miró y su Aidez l’Espagne.

Pero con la derrota de 1939, la mayoría de los artistas del cartel y el lienzo, (los que no habían muerto durante la contienda o no estaban encarcelados) además de dibujantes y grabadores, se vieron obligados a exiliarse. Sin embargo, nombres como Bardasano, Martí i Bas, Clavé, Fontseré, Helios Gómez, Manuel Monleón, Quintanilla, Renau, Sim y otros muchos, han permanecido en la historia del compromiso plástico militante a pesar del exilio y el fango que el franquismo vertió sobre su biografía y sus producciones.

-A partir de 1939 la producción artística “desafecta” al régimen nacional-católico lo tendrá muy difícil durante las primeras décadas y los artistas del interior vivieron diversas peripecias que oscilaron entre “destierros” (la deportación a otras provincias y prohibición de labores docentes) el disimulo y los escapes-refugio en el recio y a veces rancio, tipismo folklorista.

La larga posguerra

Lo que sigue es apenas un apunte sumario de “momentos-grupos” en los que cabe registrar disidencias de calado con las artes oficiales y su apología del franquismo, junto a ellas hubo también satélites y “meteoritos” que se movieron en delicados compromisos entre la expresión libre y crítica y la sumisión a la respetabilidad o bien gentes que ya habían consolidado antaño su prestigio internacional y vivían fuera de España.

Por eso y ya que simplificamos, mejor que se tomen tales momentos y personalidades con cautela y que en absoluto excluyan una mirada más atenta a individualidades que configuraron el complejo paisaje artístico de España en su proceso de “escapada”. Escapada primero de la casposa autarquía artística apologética y después, escapada mediante la integración en los mercados de la modernidad (a veces honestamente, otras priorizando el ser pronto sólidos valores de cambio internacionales y algunas otras, aceptando ser “pasaportes culturales a la democracia” y por tanto instrumentos del régimen dictatorial).

Madrid 1950

La llamada Segunda escuela de Vallecas fue promovida desde la nostalgia, por Benjamin Palencia. En torno a 1950 jóvenes artistas como Álvaro Delgado, Martínez Novillo, Macarrón… cultivaron un tipo de exilio interior de baja intensidad que se prodigó en excusiones paisajistas al extrarradio de Vallecas y se auto constituyeron como “Convivio”, pero obviando cualquier referencia a la experiencia anterior –Primera Escuela- de sello republicano.

Tal segundo intento lo analizó muy bien Raúl Chavarri en Mito y realidad de la Escuela de Vallecas demostrando que esa segunda edición de la Escuela poco tenía que ver con la primera, a la que personalidades republicanas como el escultor Alberto, Maruja Mallo, Caneja o Alberti, habían dado carácter con su personalidad contundente y su compromiso político.

Con su llegada a la madurez y evolución posterior, algunos de aquellos jóvenes se reubicaron de otro modo en las artes y en la vida.

Barcelona 1948-El grupo Dau al Set

En septiembre de 1948 irrumpe en la escena un colectivo cohesionado en torno a una modesta revista con el mismo nombre del grupo. Modesta porque se editaba en taller propio y su tirada no superó los 200 ejemplares por número (editaron un total de 56 números). Dau al Set, integrado por pintores como Ponç, Tapies, Cuixart y Tharrats y escritores como Cirlot, Arnau Puig y Brossa, se presentó públicamenteexponiendo en la sala Caralt, en mayo de 1951.

Su cohesión artística estaba en la práctica de un surrealismo de tipo nuevo y la atracción por el dadaísmo; en definitiva, un corpus en que lo simbólico, el subconsciente y lo sugerido se nutrían además conraíces en la mediterraneidad y la admiración a la libertad expresiva que había logrado Joan Miró; todo ello fue acentuado y modelado por la personalidad de cada artista. Algunos como Tapies pronto abandonaron el barco para seguir camino de solistas.

En cualquier caso, esa ambigüedad onírica escapaba mejor a la censura y el control de un régimen que entendía poco de eso. Añadamos también que el grupo enlazaba con el interés renovado de algunas de las segundas vanguardias europeas de aquellos años por las artes de pueblos primitivos (el grupo COBRA, por ejemplo).

Subrayemos que el filo crítico y disconforme fue especialmente evidente en pintores como Ponç y su culto a lo grotesco y en escritores como Cirlot y Brossa.

Estampa Popular

Algo diferente bullía durante la década de los 50 en estudios y talleres madrileños de obra gráfica. A unos primeros nombres, los de José Ortega, Valdivieso, Zamorano y Palacios Tárdez, seguirán muchos más y en 1959 el colectivo Estampa Popular haría pública su Declaración de Principios. Estampa concebirá su producción “como ayuda al pueblo español para defender su cultura y su libertad…mediante un arte de contenido y formas realistas… y prestará su cooperación profesional a movimientos, colectivos progresistas y organizaciones obreras”.

El realismo de Estampa Popular es un realismo también de profundas raíces hispanas, que asumió la experiencia nativa de la gráfica satírica y sobre todo la formulada por los Talleres Populares de México, activos desde 1937. Integraron también el eco de la gráfica expresionista germánica y sus diversas oleadas (Die Brüke, Der Blaue Reiter, Nueva objetividad…) de modo que su realismo está en las antípodas de la copia del natural y del folklorismo.

En ese sentido, artistas como Francisco Mateos, miembro de Estampa Popular que en los años 20 había sido becado en Alemania y fue uno de los que había convivido allí y participado en la pintura expresionista con gentes como Georges Grosz y otros, pudo transmitir en directo aquellas opciones que encajaban en una gráfica de denuncia antifascista con ecos de sátira carnavalesca cultivados ya en España por artistas como Solana y antes por Goya.

Estampa Popular desarrolló pues un realismo diverso y de expresión fuerte, con raíces tanto en Goya como en la gráfica del mexicano Guadalupe Posada y los expresionistas alemanes.

El movimiento se extendió pronto a Valencia, Euskadi y Catalunya y a partir de 1961 realizó exposiciones en España y varias ciudades europeas como Paris, Düsseldorf, Múnich. Constituyó una contundente expresión de “arte de tendencia”, beligerantemente antifranquista y atento a la difusión a bajos precios de sus producciones seriadas. Esa fue también manifestación de su voluntad de entrar en los domicilios de las gentes trabajadoras sin que los dineros constituyeran un impedimento, clave de su opción por la difusión amplia entre las clases populares.

El grupo El Paso.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la derrota del eje Alemania-Italia-Japón, el epicentro del arte y su mercado se desplazó a Estados Unidos. Francia que había cedido ante el nazismo y aceptado las componendas del mariscal Pétain, había conocido el exilio de buena parte de sus artistas y perdido su carácter de referencia indiscutible en lo que a vanguardias artísticas se refería. De modo que la hegemonía económica, militar/atómica y cultural, encontró acomodo en USA que consolidó el Expresionismo Abstracto como la pintura americana por excelencia y aprovechó su poder para imponerlo internacionalmente. Nuestro compañero Eugenio Granell –antiguo militante del POUM- fue una de las excepciones de aquella integración en la ola expresionista abstracta.

En España se diluía definitivamente la ilusión de la intervención de “los aliados” para restaurar la legalidad republicana, cuando por el contrario se constató que las democracias occidentales normalizaron la dictadura militar fascista (el franquismo) como un mal menor, que encajaba en el nuevo período de Guerra Fría y alejaba cualquier atisbo de revolución roja en el sur de Europa.

En 1953 el pintor Antonio Saura –que colaboraba con Estampa Popular- se marchó a Paris. Residió allí tres años y regresó a Madrid donde inició la promoción de un nuevo colectivo artístico: el grupo el Paso, que constituiría la expresión del informalismo español con vocación internacional.

El Paso agrupó a artistas y críticos de arte como el propio Saura, Millares, Viola, Feito, Rivera, Chirino, Canogar y críticos como Ayllón, Cirlot y Aguilera Cerni, entre otros. En su momento se definió sobre la base de un Manifiesto en que “con espíritu abierto, se combinaba la apuesta por un nuevo estado de espíritu superador de la crisis de las artes visuales en España mediante la conexión con las renovadoras y nuevas corrientes internacionales. También se proponía la proyección hacia una plástica revolucionaria que integraría expresividad y tradición dramática hispana y finalmente, cuidaba“la salvación de la individualidad en el contexto de la responsabilidad social y espiritual”.

A efectos de subrayar disidencias con entidad social quizá laexpresión más clara la manifestó el pintor Manuel Millares que escribía: “después de Goya…solo nos queda la auténtica vía social de los despojos materiales, el florecimiento del homúnculo como insidioso arquetipo…el testimonio vital de una realidad descarnada e hiriente que se expresa por el empleo de materias no dignificadas”… (Diremos nosotros que esas materias no dignificadas fueron la arpillera desgarrada, la brea y las astillas).

El Paso fue concebido precisamente como “un paso” necesario pero transitorio y las personalidades que lo integraron fueron muy distintas. Quizá Millares fue el que mejor encarnó la dimensión de compromiso social mediante el uso de nuevas formas pictóricas informalistas y Saura, la introspección dramática individualista con recurso al sello de lo grotesco. Por eso son los dos artistas que aquí nos interesa destacar como artistas en disidencia. Otros, como Canogar, evolucionarían después hacia una variante del Pop Art políticamente comprometido específicamente en defensa de la independencia de Vietnam y contra la guerra de intervención estadounidense allí y más genéricamente, contra la represión.

En cualquier caso, el paso de El Paso como grupo supuso más en el específico contexto de la renovación plástica que en el de la transformación social que necesitaría otros mimbres y otro tiempo.

Tiempos nuevos. Equipo Crónica-disidencia plástica en el franquismo tardío

Concluiremos nuestro esquemático recorrido con la expresión de grupo que nos resulta más contundente expresión de disidencia artística en el periodo final de la dictadura: el Equipo Crónica.

Los valencianos componentes de Crónica, Manuel Valdés, Rafael Solbes y Joan Toledo (que abandonó el grupo en 1965) iniciaron su participación en exposiciones colectivas en 1964 y las individuales en1965. Ese año, realizaron varias en Italia, Sevilla, Bilbao, Valencia, San Sebastián, Barcelona y finalmente Berlíny su primera muestra en Madrid en 1972 (Galería Juana Mordó).

Crónica, en ruptura con el informalismo ya asentado en nuestro paisaje artístico, enlazó con la figuración del Pop-Art en una dirección de “afirmación de una vía objetivadora, a veces satírica, para proponer contenidos éticos…aprovechando imágenes de los medios de comunicación”. Recurriendo a la serigrafía en gran formato, o simulando sus resultados en cuadros de gran formato, produjeron imágenes “por ciclos” siempre con sello de compromiso crítico: Guernica (1969) Policía y cultura (1971) Serie negra (1972) otras varias que glosaron Mayo de1968… hasta la serie Variaciones sobre un paredón (1975-1976) dedicada a condenar los últimos asesinatos de la dictadura ejecutados con los fusilamientos del 27 de septiembre de 1975 a 2 militantes de ETA y 3 del FRAP.

Recuperando parte del imaginario pictórico del pasado, mezclándolo y manipulando ese extenso catálogo pre existente, Equipo Crónica propuso reflexiones tanto culturales como políticas radicales en sentido estricto, desplegando una cocina pictórica de enorme calidad que les otorga un espacio indiscutible en la lista de los momentos plásticos “desafectos” y eficazmente críticos con la dictadura franquista.

Postdata

La exposición Poéticas de la Democracia –Imágenes y contraimágenes de la Transición- que permaneció desde el 5 XII-2018 al 25-XI-2019 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, presentó una amplia selección de producciones plásticas a las que aludimos (quizá fuera eso lo más interesante de una exposición que valoramos como esencialmente de contenido apologético, que fue promovida en el 40 aniversario de la constitución de 1978). Desafortunadamente no se editó el catálogo correspondiente, aunque publicamos nuestra valoración en Viento Sur digital

La Ilustración gráfica del siglo XIX en España- Valeriano Bozal- Ed. Alberto Corazón, Comunicación. 1979
Guerra Gráfica/ España 1936-1939- Michel Lefebvre Peña- Ed. Planeta, Lunwerg.2013
Mito y realidad de la Escuela de Vallecas- Raúl Chavarri-Ed.IbéricoEuropea.1975
El Grupo Dau al Set- Lourdes Cirlot- Ed. Cátedra.1986
Estampa Popular- Beatriz Martínez Ed. Cuadernos del CAUM
Del Manifiesto definitivo publicado en 1959
Entrevista en Los pintores celebres/Tomo III-Ed. Gustavo Gili. 1964
Catálogo Equipo Crónica-Ed. Ministerio de Cultura. 1981
 

Fuente → vientosur.info

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