Los negocios de Martín Villa
 

Los negocios de Martín Villa: El martes 3 de marzo se cumplen 44 años de la matanza de Vitoria: en una jornada de huelga poco después de la muerte de Franco, la policía irrumpió en una asamblea de trabajadores en una iglesia, mató a cinco obreros e hirió a 150. Uno de los protagonistas políticos de los hechos fue Rodolfo Martín Villa, entonces ministro de Relaciones Sindicales del primer gobierno posfranquista. El ex gobernador civil de Barcelona y ex alto cargo de la dictadura tiene una orden de búsqueda y captura internacional en el marco de la querella argentina por su paso por los gobiernos de Franco y de la primera Transición.

Pero más allá de su pasado político, Martín Villa, al igual que otros grandes jerarcas del régimen franquista, tras la muerte del dictador, hizo fortuna en el mundo de los negocios. CRÍTIC ha tenido acceso a datos del Registro Mercantil que acreditan el paso del ex gobernador civil franquista por un total de 45 empresas durante los últimos cuarenta años. Martín Villa ha ostentado un total de 93 cargos corporativos desde 1990 y ha pasado prácticamente por todos los sectores: energía, comunicación, seguros, banca… Son varias las ocasiones en que Martín Villa ha hecho el tránsito de la política a la gran empresa, a menudo en compañías privatizadas de sectores estratégicos. Desde las altas esferas del Estado al IBEX 35, CRÍTIC retrata a fondo los negocios y las puertas giratorias de Rodolfo Martín Villa.

El cementerio de elefantes de Tecnicas Reunidas

En la actualidad, Rodolfo Martín Villa, de 85 años, sigue activo en el mundo empresarial, aunque sólo ostenta dos cargos corporativos. Según los datos del Registro Mercantil a las que ha tenido acceso CRÍTIC, Martín Villa es, desde junio de 2019, miembro del consejo de administración de la multinacional Técnicas Reunidas, cargo por el que cobra una remuneración estimada de 115.000 euros brutos al año. El político franquista también es vicepresidente de Initec, una filial de TR a la que comenzó a estar vinculado como consejero en 2010.

La vinculación de Martín Villa con Técnicas Reunidas y su máximo dirigente no es únicamente empresarial. El presidente de Técnicas, José Lladó, es amigo personal del rey emérito Juan Carlos I y fue compañero de Martín Villa en el Consejo de Ministros del primer gobierno de Adolfo Suárez. Lladó es el hombre 1.941 más rico del mundo según ‘Forbes’. La amistad de Lladó con el monarca no es un dato anodino, ya que Técnicas Reunidas se dedica a la construcción de infraestructuras petroleras y gasísticas y ha conseguido numerosos contratos en las monarquías del Golfo Pérsico, con las cuales el palacio de la Zarzuela tiene una histórica buena relación.



Actualmente la empresa no pasa por su mejor momento. En junio de 2019, pocos días después del nombramiento de Martín Villa, era expulsada del Ibex 35 y desde 2015 ha perdido la mitad de su valor en Bolsa. Es lo que Antonio Vélez, en ‘ElDiario.es’, definió como un “cementerio de elefantes”, con un consejo de administración con una media de edad que supera los 70 años y del que forman parte ex políticos como el ex ministro socialista Javier Gómez-Navarro (73), el ex gobernador de Nuevo México Bill Richardson (71) o el ex secretario de Estado de comercio, Alfredo Bonet (62).

Polinmarpe, la discreta empresa familiar

Los cargos que todavía ostenta Martín Villa en Técnicas Reunidas, Initec y Unitec son una buena muestra de lo que ha sido la carrera empresarial del ex ministro: consejos de administración de grandes empresas con participación pública o de sectores regulados, y estrecha relación con el poder político. Pero hasta hace muy poco, Martín Villa también formaba parte de una empresa de carácter familiar y de actividad mucho más discreta. Hasta julio de 2019, según los datos del Registro Mercantil, el ex ministro figuraba como administrador solidario de Polinmarpe SL, una sociedad limitada dedicada a la “inversión en todo tipo de bienes inmuebles, tanto rústicos como urbanos” y con un capital social mucho más modesto, de sólo 95.000 euros.

Polinmarpe es la empresa familiar de los Martín Villa. El ex político franquista fue administrador solidario hasta julio de 2019 conjuntamente con su mujer, María del Pilar Peña Medina. A partir de entonces, fueron nombrados administradores sus dos hijos, Rodolfo y Gonzalo Martín-Villa Peña. Según la información que consta en el Registro Mercantil, Polinmarpe es el instrumento de la familia Martín Villa para vehicular su participación en la empresa de limpieza industrial Cliner SA, de la que ostenta el 21,43% del capital. En la actualidad, Rodolfo Martín Villa hijo ostenta la vicepresidencia de Cliner en representación de la empresa familiar. La trayectoria empresarial del hijo del ex ministro también es extensa, e incluye el paso como apoderado por Orange y France Telecom España durante la primera década de los 2000.


Martín VIlla con el rey Juan Carlos en febrero de 1977 / Foto: ‘Al servicio del estado’ (Planeta, 1984)

Entre los clientes de Cliner hay administraciones públicas como la Entidad Metropolitana del Transporte de Valencia o el Gobierno regional de Cantabria, y bancos como el BBVA o el Santander. La vinculación de Martín Villa con Cliner, sin embargo, es histórica. La empresa fue creada en 1985 por diferentes personas vinculadas a la entonces llamada Alianza Popular, como el senador de esa formación en aquellos momentos, José Miguel Ortí Bordas, o el hijo de un general retirado de la Guardia Civil, Francisco Fuertes, que fue su primer gerente, o el mismo Martín Villa, que figuró como consejero y accionista a título personal hasta 1987. Cliner estuvo bajo sospecha a principios de los años 90 por la adjudicación de contratos de limpieza de los cuarteles de la Guardia Civil.

Los orígenes históricos del Martín Villa empresario

La experiencia de Martín Villa en la gestión de grandes empresas comienza incluso antes de ser ministro, cuando en 1969 entró a formar parte del consejo de administración del Banco de Crédito Industrial (BCI), que entonces era un organismo público. El ex ministro presidiría la entidad entre octubre de 1973 y mayo de 1974. Simultaneaba el cargo con la secretaría general de los sindicatos verticales y con el cargo de consejero del Reino. Fue entonces cuando estalló el caso Matesa, el escándalo de corrupción política más importante de toda la dictadura, en el que se vio directamente implicado el BCI. El banco perdió allí unos diez mil millones de las antiguas pesetas. La investigación, tras una guerra entre las diferentes familias del régimen, se cerró en falso, con un único condenado y un informe del BCI —con el nombre de Martín Villa entre los estampados en el documento— donde se asegura que “no hubo ningún trato de favor”.

Pero es en 1979 cuando comienza a hacer de empresario “de verdad”, ya que el entonces presidente del Banco de Bilbao, José Ángel Sánchez Asiaín, encomendaría al reciente ex ministro del Interior la dirección de Ibercobre, un casi monopolio de la producción de este material en España, muy subvencionado por ser considerado “sector estratégico” y que, ya en la época, tenía fama de ser una “residencia para ministros en paro”. Con todo, la experiencia empresarial de Martín Villa sería breve. En septiembre de 1980 vuelve a ser nombrado ministro por Adolfo Suárez, esta vez de Administración Territorial.


Martín Villa con Franco / Foto: ‘Al servicio del Estado’ (Planeta, 1984)

Cuando deja el cargo —y la política, al menos temporalmente— tras el hundimiento de la UCD, Sánchez Asiaín lo volvería a colocar, esta vez en La Cellophane Española, entonces la principal empresa de Burgos, propiedad del Banco de Bilbao y de la multinacional belga Union Chimique Belge. Martín Villa ostenta la presidencia de la delegación española durante años. A pesar de que mantuvo diferentes cargos, incluido el de presidente y el de administrador, hasta 1992 hay pocos rastros en la hemeroteca del paso de Martín Villa por esta industria papelera, pero según escribía Miguel Ángel Noceda en El País bastantes años después, el resultado sería un “descalabro de UCI”.

Negocios también bajo el gobierno de Felipe González

Martín Villa también prosperó durante la etapa de gobierno del PSOE. En 1989, la multinacional belga de los seguros AG Belge lo contrataría para dirigir la empresa de mutuas de trabajo, El Fénix Mutuo, un sector extremadamente regulado por el Estado. En 1990 también sería durante un corto periodo de tiempo consejero de Globalvida Sociedad Anónima de Seguros. En 1991, el Ministerio de Trabajo intervenía El Fénix Mutuo tras detectar numerosas irregularidades, como el uso de nombres y marcas engañosas y el ofrecimiento de servicios por los que no estaba autorizado, un caso que llegaría a ser debatido en el Congreso de los Diputados. El mismo Congreso, un año después, autorizaría a Martín Villa a entrar en el Consejo de Administración de la Corporación Inversora del Mediterráneo. Entonces, el ex ministro volvía a ser diputado, ahora por el PP, y necesitó la autorización de la Cámara Baja española para no incurrir en una incompatibilidad.

Durante los últimos años de gobiernos de Felipe González, el nombre de Martín Villa aparece vinculado a otras empresas como Layar, Vedim Pharma, Corporación Industrial Bankia y Difusora de Información Periódica SA. Esta última era la editora de la revista Época, dirigida por Jaime Campmany y que, en aquella época, estaba dentro de la influencia del grupo mediático creado por el Banesto de Mario Conde. La Difusora de Información Periódica mantuvo un largo y agrio enfrentamiento con el Grupo Prisa, con varios capítulos dirimidos en los tribunales, especialmente durante la llamada guerra del fútbol con Sogecable, una empresa que paradójicamente también acabaría presidiendo Martín Villa una década después.


El primer gobierno tras la muerte de Franco, encabezado por Arias Navarro, tenía a Martín Villa (tercero en la parte superior derecha), como ministro de Relaciones Sindicales / Foto: ‘Al servicio del Estado’ (Planeta, 1984).

También entre 1993 y 1997, Martín Villa formaría parte del Consejo de Control de Cajamadrid y algunas fuentes lo sitúan como el creador de las tarjetas para gastos personales de los consejeros de la caja, que derivarían en el escándalo de las “tarjetas black” dos décadas después. De hecho, las defensas de los acusados por aquel caso pedirían la presencia de Martín Villa como testigo del juicio, pero finalmente renunciaron a ello en el último momento.

El gran reparto de Aznar

En 1996 el Partido Popular consigue finalmente derrotar al PSOE y José María Aznar llega a la Moncloa gracias al pacto del Majestic con CiU. A pesar de que Martín Villa había sido adversario interno de Aznar por el control del partido en Castilla y León, ese año ya están totalmente reconciliados y su nombre incluso vuelve a sonar como ministro. El premio para Martín Villa, sin embargo, sería otro. El 8 de febrero de 1997 el consejo de administración de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), organismo público dependiente del Ministerio de Industria que vehicula las inversiones empresariales del Estado, formaliza su nombramiento como presidente de Endesa, la gran empresa eléctrica española, entonces todavía parcialmente pública.

La operación estuvo enmarcada en un desembarco general de los hombres de confianza del nuevo presidente español en las grandes empresas públicas más rentables: Francisco González en Argentaria, Juan Villalonga en Telefónica, Alfonso Cortina en RepsolCésar Alierta en Tabacalera. Para Martín Villa, el acceso a la presidencia de Endesa supondría la entrada en el consejo de administración o la presidencia de numerosas de las filiales o participadas de la compañía eléctrica, como la catalana Agbar, de la cual fue vicepresidente entre 1999 y 2002, o CEPSA. Durante los primeros años del gobierno de Aznar, la mayoría de estas empresas culminarían sus procesos de privatización de forma exprés.

La Endesa de Martín Villa seguiría los pasos de las otras grandes empresas privatizadas, con una agresiva estrategia de expansión internacional, sobre todo en América Latina. Así, el enorme patrimonio acumulado por estas grandes multinacionales se dedicaría a compras masivas de empresas energéticas en el otro lado del Atlántico, a menudo acompañadas de enormes escándalos político-financieros y desastres ambientales y sociales. La adquisición de Enersis, la principal energética chilena, sería el caso paradigmático de este proceso, incluida la corrupción de los gestores pinochetistas para asegurarse la compra o la destrucción del valle del Bio-Bio para hacer una presa, considerado un genocidio por las comunidades mapuches. También de esta época datan las gestiones de Martín Villa para conseguir el levantamiento de la orden internacional de detención contra Augusto Pinochet, retenido en Londres por petición del juez Baltasar Garzón, según explica el periodista y hoy concejal de la CUP en Girona Lluc Salellas en el libro El franquisme que no marxa (Edicions Saldonar, 2015).

Pero Martín Villa aún pretendía ir más allá y, de la mano de Iñigo de Oriol —otra familia imprescindible durante el franquismo—, intentó fusionar Endesa con Iberdrola, creando un gigante que controlara de forma monopolística el mercado español de la energía. La operación fracasó porque iba demasiado lejos incluso para Rajoy y Rato —y seguramente por las normativas comunitarias—, pero Martín Villa aún la reivindica en cualquier entrevista cuando se lo preguntan.

De enemigo de Prisa a hombre de Polanco

Una vez terminada su etapa en Endesa —aunque después aún sería su presidente de honor—, Martín Villa no tardó mucho en encontrar trabajo de nuevo. Primero como comisionado del Gobierno para las actuaciones derivadas de la catástrofe del Prestige, con un resultado que no dejó precisamente un buen recuerdo. Después, sin embargo, volvería a esta particular versión de la empresa privada, cuando en 2004 sería impuesto como presidente de Sogecable por César Alierta, entonces presidente de Telefónica.


Martín Villa, durante una entrevista en Televisión Española / Foto: RTVE

En aquel momento, la empresa de telecomunicaciones logró el derecho a nombrar al presidente de la compañía tras la fusión entre su canal Vía Digital y Canal Satélite Digital, de Prisa, después de años de enfrentamientos, incluidos judiciales, en la llamada guerra del fútbol. Para Polanco y Cebrián, propietarios de Prisa, esta sería una imposición difícil de tragar. El País había sido uno de los diarios que más había cuestionado el papel de Martín Villa durante la transición y la década de los ochenta. Al final, sin embargo, el ex ministro se quedaría como presidente de Sogecable hasta 2010 —y como consejero hasta el 2011—, cuando ya se había renombrado Prisa TV, después de que esta empresa recuperara la mayoría accionarial procedente de Telefónica. La apuesta de Polanco para mantener en la presidencia un hombre de Telefónica no dejó de sorprender a la prensa especializada de la época.

El fin de la etapa de Prisa coincidió con la entrada en el Consejo de Administración del Grupo MGO, una empresa de gestión de riesgos laborales presidida por Ricardo Martín Fluxá, secretario de Estado de Seguridad durante el gobierno de Aznar. Poco después de la marcha de Martín Villa, MGO entraría en un concurso de acreedores después de sufrir varios ERE.

Negocios durante la crisis: consejero de la Sareb

En 2013, Martín Villa volvería al Consejo de Administración de una empresa pública por designación gubernamental: la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb). Pero si en el caso de Endesa se trataba de privatizar beneficios, en el de la Sareb el objetivo era socializar pérdidas. Se mantendría como consejero del denominado ‘banco malo’, que asumió la gestión de los activos tóxicos de los bancos durante la crisis, hasta el 2018.

Durante todo este tiempo, la entidad no pararía de acumular pérdidas y tratos con fondos buitre como Cerberus —con Aznar hijo al frente de la delegación española— para privatizar a precio de saldo el enorme patrimonio inmobiliario rescatado con dinero público. En 2018, Martín Villa dejaría el cargo al Sareb —donde había renunciado a cualquier remuneración— alegando motivos de edad.


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