La corona ante la pandemia
  Muchas estructuras del poder no han resistido el envite de la enfermedad

La corona ante la pandemia: Durante siglos las epidemias y pandemias han acabado con miles de vidas, sin embargo muchas estructuras del poder no han resistido el envite de la enfermedad viniéndose abajo ante la tragedia.

Ya en el siglo XV el poeta Jorge Manrique dijo: “Que a papas y emperadores y prelados así los trata la muerte como a los pobres pastores de ganado” y es que los inmisericordes virus demuestran que nadie está a salvo por poderoso que sea.

Ni las autoridades terrenales con víctimas como Pericles, Luis IX de Francia, Juana II de Navarra, o Felipa de Lancaster; ni los mandatarios religiosos como el obispo de Cartagena, Pedro de Peñaranda, el cardenal Agustín Spínola o el mismísimo papa Pelagio II.

Por ello, hoy nos remontamos al mes de marzo de 1350. El viernes Santo de aquel año Castilla amanecía con un doble drama, los rezos contra la peste no habían servido de nada y prueba de ello era que el rey Alfonso XI  había muerto esa misma madrugada. Así lo cuenta la Crónica del muy alto et muy católico rey D. Alfonso el Onceno: “... le fué dicho et aconsejado (al rey) que se partiese de la cerca (de Gibraltar), por quanto morían muchas compañas de aquella pestilencia”.


La muerte de Alfonso XI por la peste durante la toma de Gibraltar supuso un gran impacto en Castilla. (Representación decimonónica pintada por Francisco Cerda de Villarestan)

Su sucesor, el futuro Pedro I, tampoco lo tuvo fácil, en agosto de ese mismo año enfermó en Sevilla reconociendo años más tarde “que estude en gran peligro”. Esta situación supuso tal trauma en el rey (recordemos que tenía 16 años) que tres años más tarde seguía recelando de acudir a las grandes de las urbes castellanas “porque por estonce morían de pestilencia en todas las cibdades”.

Todo en la corona castellana cambió a causa de la peste, incluida la guerra, pues la lucha contra los musulmanes, que tanta gloria había dado a los reyes castellanos (la conquista de Tarifa a Sancho IV o la toma de Sevilla a Fernando III) quedó de inmediato paralizada hasta no derrotar a aquel enemigo invisible.
Incluso cuestiones que en el reinado anterior eran simples menudencias, como los hijos bastardos, se convirtieron tras la peste en un problema sucesorio que con los años acabó costando la vida al rey Pedro I, que murió acuchillado por su hermano bastardo, Enrique II, el cual instauró una nueva dinastía.


Cuando Pedro I enfermó por la peste a los 16 años la estabilidad del reino se tambaleó.

Pero no pensemos que la fatalidad de los virus es exclusiva de la Edad Media, en el siglo XIX, no una, sino cuatro pandemias de cólera asolaron España y en especial la de 1885. Precedida de terremotos y lluvias torrenciales no tardó en expandirse entre la población más desfavorecida del levante español.
El brote se hizo visible en grandes ciudades como Valencia y no tardó en acercarse peligrosamente a Madrid. A principios de julio de 1885 poblaciones como Aranjuez se encontraban atestadas de enfermos teniéndose que habilitar incluso la plaza de toros para atender a los enfermos.

Fue entonces, el 2 de julio de ese año, cuando el siguiente Alfonso en el trono, Alfonso XII, tomó una decisión que supuso profundos debates políticos, desplazarse personalmente a Aranjuez para visitar a los enfermos. El jaleo político fue monumental pues tal medida no contó con la aprobación del consejo de ministros. Sencillamente no lo sabían, ya que el rey se había marchado sin avisar y con un solo ayudante.


Alfonso XII visitando enfermos en Aranjuez.

La alegría en Aranjuez fue sencillamente espectacular, soldados creyeron recuperase por efecto del entusiasmo y la población se deshizo en vítores ante el gesto humanitario del monarca. Lamentablemente los presagios del gobierno de Cánovas del Castillo, cuando dijo que podía ser peligroso para el rey, se cumplieron a rajatabla y el 25 de noviembre de ese mismo año Alfonso XII moría contagiado en el palacio del Pardo. Curiosamente, en este caso, y por paradójico que parezca, murió el rey pero se salvó la corona porque con su gesto y no con meras palabras el monarca se unió a su pueblo.


Sin un heredero varón, la muerte de Alfonso XII, ponía en peligro la institución, pero su gesto humanitario al visitar a los enfermos de cólera puso a salvo la corona.


Fuente →  elplural.com

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